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Trump y las redes sociales
L

enin alguna vez dijo que había semanas en las que pasaban décadas, refiriéndose a los cambios vertiginosos que se dan en tiempos de convulsión. Esto es justo lo que ha ocurrido con las redes sociales desde la campaña presidencial estadunidense y, más todavía, a raíz del triunfo de Donald Trump en las elecciones del 5 de noviembre.

La participación directa de Elon Musk en la campaña de Trump presagiaba en sí misma un cambio de 180 grados, pues, más allá del ingente volumen de recursos que fluyeron (277 millones de dólares donó el dueño de X), fuimos espectadores en primera fila del uso abierto de una red social por parte de su propietario para respaldar las aspiraciones de un candidato.

No obstante, lo que ha acontecido con las redes sociales en las semanas más recientes es de llamar la atención, pues implica a todas luces un cambio de gran calado. Ello es así por una serie de decisiones que han tomado y/o esbozado recientemente los barones de las redes.

Se trata de las acciones que este puñado de hombres todopoderosos en el mundo digital han puesto en práctica y/o han perfilado, y que redundan en el fortalecimiento de su riqueza, poder e influencia. Me refiero al alineamiento con el presidente electo de Estados Unidos, la intervención política en otros países y el impulso mundial de lo que podríamos denominar como la agenda del Internet estadunidense.

Sobre el primer punto, la confluencia con el presidente electo Trump, se está en presencia de todo un conjunto de hechos públicos que abarcan reuniones (llevadas a cabo en el famoso club de Mar-a-Lago, en Florida, que incluyen a personajes como Jeff Bezos, de Amazon, o Sundar Pichai, de Google), apoyos monetarios (por ejemplo, las aportaciones para la ceremonia de toma de protesta provenientes, entre otros, de Sam Altman, de ChatGPT, o Tim Cook, de Apple), y el reclutamiento de personal proveniente de la industria tecnológica para ser incorporado al gobierno y al revés (como muestra, Joe Kaplan, político republicano que colaboró con el presidente George W. Bush, fue contratado hace unos días como presidente de asuntos globales de Facebook).

La alianza entre el presidente Trump y los magnates de las redes es uno de los signos de los nuevos tiempos, a lo que hay que sumar el tema de la intervención política en otros países. Elon Musk es nuevamente la punta de lanza en este ámbito. Musk ha echado mano de su red social para dirigir toda una serie de mensajes mediante los que se inmiscuye sin recato en la vida interna de otras naciones, primordialmente de Europa. Lo mismo ha llamado a disolver el parlamento y convocar a elecciones en Gran Bretaña; que ha expresado su apoyo, para las elecciones alemanas del próximo 23 de febrero, al partido de ultraderecha Alternativa para Alemania. El libreto es el mismo, aprovechar la enorme penetración e impacto que tiene X, para difundir mensajes sobre la situación política de un país determinado, generando efectos desestabilizadores y disruptivos. Es decir, imperialismo tecnológico puro y duro.

Finalmente, se encuentra la promoción a escala mundial de la agenda del Internet estadunidense. Hace unos días Mark Zuckerberg (propietario de Facebook) emitió un mensaje en que textualmente dijo que las elecciones presidenciales en Estados Unidos constituyeron un punto de quiebre cultural y de la libertad de expresión, por lo que anunció la eliminación de los diferentes controles que se implementaron en Facebook desde 2016 para atajar la proliferación de información falsa, las campañas de odio y la manipulación. Más importante, expresamente dijo que va a trabajar con Trump para contrarrestar a los gobiernos que, según su perspectiva, buscan censurar el discurso en línea mediante entramados legales (Europa), cortes ocultas (Latinoamérica) o la prohibición para operar en sus territorios (China).

Esta es, ni más ni menos, la agenda del Internet estadunidense para los siguientes años: libertad absoluta para las empresas que controlan el discurso en línea y combate a los gobiernos que se opongan a los designios de los barones de las redes sociales.

Estamos siendo testigos de un movimiento tectónico en las redes sociales y, por tanto, en el mundo digital en su conjunto. La escala de sus repercusiones es mayúscula, pues abarca una serie de ámbitos de las vidas de los más de 5 mil millones de usuarios de las redes a lo largo y ancho del orbe. La situación es sumamente delicada, pues, retomando las palabras del presidente Biden en uno de sus últimos mensajes, la creciente riqueza, poder e influencia de esta oligarquía tecnológica constituye una grave amenaza para la democracia misma. De ese tamaño son las implicaciones en materia de redes sociales con el arribo de Trump a la presidencia de Estados Unidos.

* Doctor en ciencias políticas y sociales, UNAM