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Isocronías

Sobre Llueve en el río

A

estas alturas puede decirse que el haikú se ha aclimatado al español. Antes la fórmula (5,7,5) nos era por la seguidilla familiar, no de manera autónoma (de paso: no todos los mejores haikús japoneses observan el conteo paradigmático).

Los misterios, recovecos, exigencias de esta mínima forma son muchos, pero ¿cómo dejar de lado que todo cambio de idioma implica adaptaciones? No parece posible ceñirse a reglamentaciones ciertamente arduas para quien no escribe en japonés.

Conozco de algún autor su disentimiento con algunas personalidades literarias hispanoamericanas respecto a su escritura de haikús (que, para él, más allá de lo esquemático, no lo son). Mientras una brisa, por leve fuere, transmitan de la procura de la forma original, y mientras, a más de ello, sean poesía, bienvenidos.

Según el estudioso acaso aún estemos verdes; pero a la madurez, si –es su suposición– no hemos llegado, sin duda vamos. La impaciencia no abona, toda asimilación lleva su tiempo. No por lograr la perfección –qué pizca de espoleo, de urgencia– hemos de atropellarnos.

Lo primero es la poesía, lo segundo la cumplimentación con los rigores de la forma. Themis Ortega Santos no considera que los textos incluidos en su Llueve en el río (Instituto Literario de Veracruz, Xalapa, 2024) sean acabados haikús, sino lirismos amparados bajo la clara sombra de su estricto modelo. Para mí son poesía, poesía inspirada en la tan económica como fecunda estrofa oriental. Afortunado diálogo con ella.

¿Acabados? Si como pienso todo poema es un detonador, algunos, no pocos, de los de Ortega Santos propician, invocan, convocan el estado poético. Uno no cierra la puerta al concluir su lectura; muy al contrario: en ese momento se abre a la experiencia –universal e íntima– de la poesía.

Todo poema, y el haikú de modo notorio, es una sugerencia: invitación o encaminamiento a la inmersión en lo poético –donde (ahí lo descubrimos, se nos vuelve conciencia) siempre hemos estado.

Canto fluido / ha moldeado tu curva, / piedra de río.

Brotó en la grieta / del asfalto una breve / flor amarilla.

A paso lento / vas dejando tu cauda, / organillero.

Llueve en el río, / cuenta el agua a las piedras / su recorrido.

Lluvia, verano. / El gorrión se refugia / en el tejado.

Ha florecido / el árbol que era estaca / en el camino.