Opinión
Ver día anteriorMiércoles 15 de enero de 2025Ediciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
La poesía es un arma cargada de futuro
E

s el primer día de enero de 2025. Viajo en el asiento del copiloto de un transporte colectivo que nos traslada de San Andrés Larrainzar a San Cristóbal de las Casas, Chiapas. Voy mirando el verdor de mis alrededores, mientras sonrío por los aprendizajes y renovadas esperanzas de los últimos días. Una confesión del conductor me saca de mi estado contemplativo: Aquí siembran mota. No lo conozco. Apenas he cruzado unas cuantas palabras con él para saludarlo, desearle feliz año, acordar el destino y el pago, preguntarle cómo pasó la noche de Año Nuevo. Un poco intimidado, lo miro y le pregunto: ¿Cómo? Él responde con total naturalidad en un castilla que parece su segunda lengua: Aquí siembran mota. Antes pagaban a 800 pesos el kilo, pero ahora sólo dan 300.

Desconcertado e incómodo, intento terminar la conversación con un qué grave, pero él continúa: Vino el Ejército a limpiar, pero dejaron la mayoría. Sorprendido por el giro de su relato, decido continuar: Eso está muy mal, y él responde: Yo no hago eso, me fui al norte a trabajar, a Tijuana, pero se acabó el trabajo y me regresé. La charla siguió hasta nuestro destino. Me contó cómo muchos jóvenes huyen del pueblo por temor a ser reclutados o asesinados por el crimen organizado. Para poder pagar el viaje y al coyote, las familias empeñan casas y tierras, las cuales casi nunca logran recuperar, pues los jóvenes no siempre logran cruzar la frontera y, si lo hacen, los intereses se vuelven impagables.

Unos días antes, durante la primera sesión de los Encuentros de Resistencia y Rebeldía, el subcomandante insurgente Moisés (https://acortar.link/Y9BBEK), vocero del EZLN, explicó esto con mayor profundidad: frente a las violencias que se despliegan en gran parte del estado de Chiapas, miles de indígenas campesinos empeñan sus tierras a cambio de dinero con el objetivo de migrar hacia EU. No siempre logran llegar y eso propicia que pierdan sus tierras. Más de 28 mil mexicanos indocumentados menores de edad fueron deportados desde EU a México, se reportó recientemente en estas páginas, la mayoría de ellos (poco más de 3 mil), son originarios de Chiapas. Al tiempo va surgiendo un nuevo sector terrateniente –continuó el sub Moisés– compuesto por los prestamistas, muchas veces ligados a negocios ilícitos. Se trata de apenas un eslabón del sistema que los zapatistas llevan analizando desde hace décadas: destrucción / despoblamiento, reconstrucción / reordenamiento.

La migración forzada, sea por violencia directa, por pobreza o por el cambio climático, es una de las expresiones de la tormenta , como la llaman los zapatistas. Junto a ella, están otros fenómenos como las guerras, con sus genocidios y aniquilamientos de grandes poblaciones, o el ecocidio y su consecuente cambio climático, por mencionar algunos. Se trata de fenómenos producidos y acelerados por el actual modelo económico, que convergen hoy en distintas partes del mundo o en una misma región, como en Acapulco, Guerrero, azotado por la violencia criminal y por los fenómenos naturales convertidos en desastres sociales, y vuelto a reconstruir para seguirlo explotando.

¿Qué hacer frente a esa realidad mundial devastadora y avasallante?

La protesta, aunque suficiente, ya no alcanza. La denuncia, necesaria, no es escuchada. La realidad política y la ciencia ficción sólo ofertan distopías. En un mundo carente de utopías, la desesperanza y el sinsentido acompañan la barbarie.

Sabedores de esa realidad, y acostumbrados a imaginar y construir alternativas con todo en contra, los pueblos zapatistas han escuchado a sus abuelos, han dialogado con científicos de muchas disciplinas, han recibido e ido al encuentro con resistencias de todo el mundo, y cuando confirmaron y reconfirmaron su hipótesis, la tormenta, comenzaron a prepararse para el día después, y mejor aún, se prepararon para construir alternativas en ese día siguiente. Así, han comenzado a mostrarlo al mundo: el común.

En el caracol de Oventic, en una obra de teatro de 12 episodios, el 31 de diciembre y 1º de enero, las juventudes zapatistas lograron sintetizar mucho de su pensamiento y propuesta. Mostraron la tormenta , pero también el día después (https://acortar.link/PlOndu). Con organización, deseo de vida, bases científicas y mirando al pasado para imaginar el futuro, los zapatistas dan nuevos pasos en su proceso organizativo, uno que sigue siendo referente mundial. Invitan a pensar lo impensable: un mundo sin capitalismo. Con la estética y poética que ellos mismos han diseñado para narrar al mundo, los mayas zapatistas vuelven a convidarnos un horizonte que rompe esquemas y temporalidades. Como aquel poema de Gabriel Celaya que se convirtió en emblema de tantas generaciones deseosas de un mundo mejor, hoy podemos decir que el zapatismo es un arma cargada de futuro.

* Sociólogo

X: @RaulRomero_mx