a Condesa seguirá siendo parte de un valioso patrimonio artístico y cultural? ¿Perdurarán los señoriales aires de lo que un día fue un hipódromo condal: fraccionamiento innovador y confortable, ejemplo de diseño urbano y elegante arquitectura déco, barrio de amable convivencia con inmigrantes, remanso y fuente de inspiración para artistas, espacio natural para el recreo y el descanso? ¿O serán finalmente diluidos por la avidez económica y social?
–Tú dime –comento a Jeannette Porras, autora del libro Condesa Hipódromo, quien con esas preguntas cierra el volumen bellamente ilustrado.
–Intervienen las fachadas, tratando de simular o semejar al estilo art déco, y lo que hacen es otra cosa, y se vuelve algo kitsch, un pastiche, un híbrido espantoso. Todo este último cambio fue resultado de una propuesta oficial: invitar a los Airbnb a que vinieran para dar economía a la zona, pero la pandemia hizo que no fueran solamente los turistas los que llegaran, sino los trabajadores remotos y con ellos nuevos comercios extranjeros que se establecieron en la zona.
Jeannette se refiere a la alianza entre el Gobierno de la Ciudad de México, Airbnb y la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura que se anunció el 25 de octubre de 2022. Se buscaba promover a la urbe como capital del turismo creativo
y como destino global de trabajadores remotos
. Pero las buenas intenciones en las políticas públicas no siempre dan buenos resultados: si se quería generar valor en beneficio de las comunidades y sus habitantes, los beneficios esperados distan mucho de incluir las necesidades de los habitantes originales y de la vida propia del barrio
.
Si en 1985 los sismos afectaron seriamente a la Condesa, primero por el derrumbe de varios inmuebles y después por la especulación inmobiliaria que construyó en casas habitación donde vivían tres personas, edificios y condominios donde viven 32, la pandemia del covid potenció la transformación de la colonia. Pero, además de los cambios arquitectónicos, la historiadora del arte enumera otros problemas.
“El desmedido aumento del tránsito vehicular; la zona no puede sostener esa cantidad de autos; hay mucha contaminación por ruido y basura con la consecuente fauna nociva y, por si fuera poco, no hay agua. Además, han subido (los costos de) los servicios y se carece de un presupuesto para el mantenimiento y conservación de monumentos artísticos. La fuente de Popocatépetl está hecha una desgracia. ¿Cuál es la institución responsable de ella?
“Siento el peligro en que se encuentra la Condesa al ver tantos cambios. Cuando lo comento, me dicen: ‘no, no está desapareciendo el art déco’, pero claro que está desapareciendo. Sin embargo, aun con esos cambios, la colonia tiene 40 por ciento de su superficie con áreas verdes. Lo único que creo que se puede salvar y, perdónenme por decirlo, es el parque México. Que no lo toquen, porque es parque. Tiene ornamentación art déco y relieves de Roberto Montenegro; allí está el teatro al aire libre Coronel Lindbergh. Por ahí había un estudio Luis Barragán, diseñado por él.”
La autora me dice que con su libro le interesa “que sepan los jóvenes y las personas que van y disfrutan la colonia a la que llaman Fondesa, que pese a los cambios tuvo una propuesta arquitectónica y urbanística que aún puede verse en las fuentes, los letreros de las calles, bancas y mobiliario urbano, además de su propuesta gastronómica, cultural y artística, natural de la colonia”.
Rico en imágenes, el libro Condesa Hipódromo también nos ofrece fotografías con un antes y un después que demuestran lo dicho por Jeannette Porras. Las fotografías son contundentes; no mienten.
El catálogo de habitantes ilustres de la Condesa de los que da cuenta el volumen es asombroso: va de un Agustín Lara, que vivía en el número 5 de la calle de Celaya, y quien frecuentaba la casa de citas Las Mexicanitas, de la calle de Veracruz, a Dolores del Río, Cantinflas, María Conesa, Juan Soriano, Paulina Lavista, el inovidable arquitecto Teodoro González de León, el sorprendente Fernando Vallejo y esa pareja que ha sido un magneto en la vida cultural, la que formaron Octavio Paz y Elena Garro, quienes vivieron en la calle de Mexicali entre Benjamín Franklin y Benjamín Hill.
Jeannette Porras no se opone a los cambios del paisaje urbano: ”no queremos mausoleos, demos la bienvenida a la nueva arquitectura que cubre las necesidades actuales, pero que sea congruente y en armonía con una visión de calidad de vida”. ¿Se podrá? Cruzo los dedos por que sí.