Madrid. El mandatario de Colombia, Gustavo Petro, rechazó la propuesta del ex gobernante ultraderechista Álvaro Uribe de pedir una intervención militar en Venezuela tras la investidura presidencial de Nicolás Maduro, al repudiar que viene a pedir que los jóvenes colombianos y venezolanos se maten entre sí.

Descartó la exigencia del senador conservador Efraín Cepeda y otros opositores de romper relaciones diplomáticas con la república bolivariana, y advirtió que la política interna de un país la determina el pueblo.

Sin mencionar directamente a Uribe, Petro denunció en su cuenta de X que no dejan de tener sed de sangre.

Acusó a la extrema derecha colombiana de promover guerras y décadas de violencia en el país. Por eso un bloqueo económico de un país sobre otro es abominable, y peor una invasión militar, como tantas que hemos visto en el siglo XXI, afirmó.

Por el contrario, defendió un diálogo democrático tanto dentro de Colombia como con el país vecino. Buscamos el respeto de los pueblos. Denunciamos la violación de sus derechos fundamentales tanto en Colombia como en Venezuela y en cualquier lugar del mundo.

Reiteró que su gobierno mantendrá las relaciones diplomáticas con Caracas, pese a que ha reconocido que las autoridades quitaron el derecho de elegir y ser elegida a la líder opositora María Corina Machado, inhabilitada por la justicia venezolana.

Petro consideró que los comicios no fueron libres desde un principio, porque se violó el acuerdo de levantar las sanciones económicas para que el pueblo votara en libertad. Las relaciones diplomáticas son para que los pueblos se unan y no sufran por las desavenencias de sus gobiernos.

Maduro tomó posesión del cargo el viernes pasado en la sede de la Asamblea Nacional para un tercer mandato que abre un periodo de paz. La oposición venezolana rechaza la presidencia de Maduro, y sin pruebas alega que ganó su candidato Edmundo González, apoyado por Estados Unidos y varios gobiernos latinoamericanos.

En su respuesta al también empresario Efraín Cepeda, Petro afirmó que “el pueblo de Venezuela, soberano, ha luchado, con nosotros al lado, por libertad, no por cadenas. Ese pueblo debe elegir a su gobierno completamente libre de quienes codician el petróleo.

“Mi papel no es condenar a Colombia y América del Sur y el Caribe a la sangre, sino a la vida.

Nostálgicos de las guerras, sepan que el presidente de Colombia hace lo que la Constitución ordena: la paz. Las acciones contundentes de un gobierno contra otro es lo que hemos visto en Irak, Siria, Libia, Gaza, Líbano, Yemen, Ucrania, y ahora, como amenaza, contra Panamá, Dinamarca y Canadá, refirió.

La guerra sólo deja heridas

Es el fin del derecho internacional y de la justicia y el comienzo de la barbarie humana. Esas acciones no dejan sino heridas en los pueblos que duran por generaciones. He visto bloqueos económicos que buscando su esclavitud condenan a pueblos enteros al hambre buscando ponerlos de rodillas; he visto que han dejado millones de muertos, incluidos centenares de miles de niños, mujeres y ancianos. Ha llevado a gobiernos colombianos a cometer crímenes internacionales, a bombardear territorios extranjeros, a traer instrumentos de espionaje ilegales, a asesinar fuera de nuestro territorio, a apoyar golpes de Estado en los países vecinos y en el propio, aseveró.

“No hay elecciones libres bajo bloqueos económicos extranjeros. Esa es la máxima interferencia contra la libertad antes de que las cadenas físicas suenen.

Los problemas en América Latina los debe resolver la región misma, nuestra relación con el mundo debe ser en pie de hermandad, dignidad e igualdad, sentenció.

Y en alusión a las víctimas del paramilitarismo promovido y cobijado por Uribe, Petro manifestó: los que permitieron asesinar a 6 mil 402 jóvenes en Colombia fusilados con balas oficiales, como a los Arcadios y a los Aurelianos, los que extendieron ese asesinato a los barrios populares de Bogotá en una noche triste de septiembre, herederos de aquellos que quisieron matar a Bolívar en otra noche triste de septiembre, los que condenaron las comunas populares al terror, los que dejaron que millones de campesinos fueran desplazados de sus tierras, no tienen autoridad moral para hablar de democracia.