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Misericordia
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▲ Fotograma de la película Misericordia, del realizador francés Alain Guiraudie
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elaciones sulfurosas. Cuando muere el maestro panadero del minúsculo pueblo de Saint-Martial, al sur de Francia, todo parece empezar a morir también con él. La panadería, única en el lugar, queda abandonada, y las calles y los pocos transeúntes que las atraviesan reflejan una misma calma, y con todo, también un desasosiego incierto. A esa población llega el joven Jérémie (Félix Kysyl), antiguo aprendiz de panadero, para asistir al entierro de su ex patrón. Se aloja en casa de la viuda Martine (Catherine Frot), despertando de inmediato la animosidad y los celos edípicos de Vincent (Jean-Baptiste Durand), hijo de la mujer. Esto será sólo el inicio de una serie de confrontaciones entre Jérémie y personajes que ha conocido en el pasado, en particular un vecino alcohólico por quien experimenta un deseo carnal insatisfecho y un sacerdote anciano que a su vez no puede reprimir el anhelo de satisfacer el suyo con el joven forastero que, cual hijo pródigo, ha regresado al pueblo natal con el propósito no siempre claro de entender y posiblemente exorcizar asuntos oscuros de su pasado.

Esta historia se desprende de la voluminosa novela Rabalaïre (2021), de Alain Guiraudie, cineasta y escritor, quien retoma lo esencial de su trama para elaborar Misericordia ( Miséricorde, 2024), su séptimo largometraje. El retorno de Jérémie a su pueblo y las reacciones ásperas o amables que desencadena en algunos de sus habitantes, guarda semejanzas con el protagonista melancólico y solitario de El terruño ( L’arrière pays, 1998), de Jacques Nolot, otro cineasta, interesado como Guiraudie, en explorar con no poca audacia, y a menudo de manera muy cruda, los temas de la sexualidad y la muerte, para muchos angustiantes, y el efecto perturbador de su interacción en la cotidianidad apacible de personas y también de poblaciones como la que describe la cinta Misericordia.

Esa exploración heterodoxa del deseo erótico la practica Guiraudie desde antes de su cinta más conocida, El desconocido del lago ( L’inconnu du lac, 2013), incluso desde sus primeros cortometrajes. Sin embargo, en Misericordia aventura un paso adelante para desdibujar aún más los linderos de ese deseo, derribando de paso los tabúes en torno de la atracción sexual, satisfecha o no, entre personas de edades muy distintas o la prédica de amor universal (Tenemos tanta necesidad de amor) que hace el sacerdote al tiempo que confunde ese amor con un deseo pagano, de perversidad polimorfa, mismo que de manera subrepticia parece invadirlo todo. ¿Cómo expresar con claridad en la pantalla un nivel de abstracción que incluso en la página literaria de Guiraudie devela complejidades inaccesibles? El cineasta ha optado por una narrativa fílmica por momentos hermética, con diálogos truncos o recursos elípticos, pero con mayor frecuencia muy diáfana en la expresividad franca de sus personajes. Cabe notar el gusto del cineasta por el detalle, por el escrutinio de los rostros y la ambigüedad de las conductas, con un espíritu similar al que realizaba el veterano Maurice Pialat en obras tan emparentadas a Misericordia como Bajo el sol de Satanás ( Sous le soleil de Satan, 1987), basada en la novela homónima de Georges Bernanos. Sólo que aquí el realismo áspero y la insinuación pesimista, finalmente se resuelven en una conjunción pagana y hasta lúdica de pulsiones sexuales irreprimibles, y un deseo que circula soterrado entre los personajes: un anhelo de comprensión y de perdón; en definitiva, de misericordia.

Se exhibe en la sala 8 de la Cineteca Nacional Xoco a las 18:45 horas.