igo creyendo en el triunfo electoral de Nicolás Maduro, el 28 de junio de 2024. Asimismo, doy credibilidad a las declaraciones del Consejo Nacional Electoral (CNE) de haber sido víctima de un ataque cibernético durante el conteo de las actas y rechazo, sin ambages, las declaraciones de la Plataforma Unitaria Democrática y su candidato Edmundo González de ser víctima de un fraude electoral. En este contexto enmarco la reflexión, para evitar malas interpretaciones.
Han transcurrido cinco meses desde la proclamación, por el Consejo Nacional Electoral, del candidato Nicolás Maduro Moros como ganador de la contienda electoral. Derrotada en las urnas, la oposición venezolana ha desarrollado una agenda destinada a justificar un golpe de Estado cívico-militar. Sus argumentos, exhibir actas espurias ubicadas en páginas web, como muestra del fraude electoral. Son 150 días invertidos en revertir la revolución bolivariana. Lo novedoso, la emergencia de una alianza interno-externa que incluye a la socialdemocracia, los liberales y conservadores, los organismos internacionales, diversas instituciones y gobiernos. Todos, unidos para evitar la jura de Nicolás Maduro como presidente legítimo. Desde Gabriel Boric en Chile, Javier Milei en Argentina, Giorgia Meloni en Italia, Benjamin Netanyahu en Israel, hasta Joe Biden en Estados Unidos.
Tan disímil convergencia redobló la apuesta por romper las fuerzas armadas y entreabrir la puerta a una guerra civil de consecuencias imprevisibles que sólo puede beneficiar a los intereses de Estados Unidos, más aún tras el triunfo de Donald Trump.
El exilio en España de Edmundo González el 8 de septiembre era parte del plan. Su gira mundial a pocos días de juramentar el cargo Nicolás Maduro, lo atestigua. Su alter ego, María Corina Machado, maneja los tiempos desde Caracas. Un guion que deja al descubierto los límites de una oposición sin proyecto, fracasada, salvo en su insistencia en declamar su triunfo electoral, supuestamente sisado por el CNE.
Toda la carne en el asador. En la última semana, segunda del mes de enero de 2025, informativos, periódicos, tertulias, redes sociales bajo la égida de Estados Unidos, en Europa y America Latina fundamentalmente, abren sus programas, en lo que se puede considerar como periodismo chamagoso y escuálido. La realidad cedió su lugar a un discurso vacuo, basado en una mentira buscando demostrar que el Gran Polo Patriótico perdió las elecciones. Su máxima, el relato mata al dato. Y su objetivo, servir de palanca a la oposición venezolana para solicitar un endurecimiento de las sanciones, profundizar el bloqueo económico y hacer caer el gobierno. El comodín del narcotráfico, utilizado en la invasión a Panamá en 1989, es reivindicado por la oposición venezolana para llevar acabo una invasión mercenaria. No por otra razón Estados Unidos ha elevado a 25 los millones de dólares a quien dé información sobre las conexiones de Nicolás Maduro y su ministro del Interior Diosdado Cabello, con el crimen organizado. Tras esta petición, se esconden acuerdos de extradición pactada entre González y Machado con EU. Un buen ejemplo de traición a la soberanía e independencia nacional.
Sin embargo, a pesar de los dineros de la plutocracia trasnacional, la oposición ha fracasado. Su estrategia fundada en la mentira, el odio y la violencia ejercida en todas sus formas, es un síntoma de agotamiento y debilidad. La falta de apoyo a sus movilizaciones internas, numerosas pero no multitudinarias y la sobreactuación de Corina Machado y Edmundo González hablan de fiasco y ridículo. Su falta de imaginación sólo es comparable a su nula convicción democrática; sufren de entropía política.
Detengámonos ahora en El Gran Polo Patriótico. Los éxitos y reveses sufridos en este cuarto de siglo, desde el triunfo de Hugo Chávez hasta la relección de Nicolás Maduro, muestran un proceso complejo. Suma de voluntades, donde la cohesión del proyecto se halla en el grado de organización popular, las formas comunitarias de participación, en una reforma agraria, en la construcción de un parque público de viviendas sociales, en políticas redistributivas y una propuesta democrática que se profundiza y cuyo aval son los triunfos electorales reconocidos internacionalmente. Más de una veintena, que incluye presidenciales, legislativas y regionales.
De ahí que no haya dudas posibles sobre el triunfo en las últimas presidenciales de 2024. El proyecto no sólo ha sobrevivido a un continuo acoso exterior, a golpes de Estado fallidos, intentos de magnicidio frustrados, ha incrementado su base social de apoyo. El Gran Polo Patriótico muestra su fuerza en la diversidad de sus componentes, en la altura de sus debates y en su capacidad de crítica.
No menos importante es la institucionalidad fundada en una Constitución robusta que sirve de apoyo al proyecto socialista. Por ello, flaco favor es negar la existencia de conductas corruptas, callar decisiones arbitrarias o desconocer errores propios. La palabra dada debe cumplirse y, en este momento, el CNE está en deuda con quienes apoyamos, y seguiremos haciéndolo, la revolución bolivariana. No podemos alentar conspiraciones golpistas ni menos deslegitimar el triunfo del 28 de junio de Nicolás Maduro Moros, bajo la sospecha de fraude. La revolución bolivariana se defiende por sus logros, que son muchos, y no requiere de acólitos. Por lo mismo, ni un paso atrás.