a próxima llegada de Trump a la presidencia de Estados Unidos en este momento caótico no parece auspiciosa para el mundo en general, por lo que muchas preguntas giran alrededor de las capacidades reales, los recursos de poder con que va a contar el mandatario para poner en práctica su agresiva agenda no sólo a nivel internacional, sino también hacia adentro de su país en contra de los sectores más vulnerables de la sociedad como lo promete la política de motosierra al estilo Milei que va a imponer uno de los hombres más ricos del mundo –y más perturbado–, Elon Musk, en una posición clave en el nuevo gobierno.
No es posible analizar la coyuntura estadunidense fuera del marco del declive de la hegemonía de EU, de la cual Trump es tanto producto como intensificador de esa crisis. Con la creación de un gabinete de supermillonarios en lo económico y halcones de ultraderecha en lo político no queda claro hasta donde Trump podría incidir en los procesos bélicos en marcha, que han acumulado una capacidad destructiva inimaginable, con las irresponsables fuerzas guerristas de la OTAN desatadas, lo que cuestiona su intención de ponerle fin a la guerra en Ucrania en 24 horas.
No hay tampoco ningún esperanzador fin de la guerra en Medio Oriente, zona que Trump prometió convertir en un infierno
si no eran liberados los rehenes en manos de Hamas horas antes de su asunción, reflejando la debacle moral de una de las principales potencias nucleares de nuestros días con el apoyo incondicional bipartidista al genocidio que hora tras hora perpetra Israel contra el pueblo palestino, de manera desproporcionada contra los infantes, las niñas y los niños intentando negarle un futuro a ese pueblo por intereses tan mezquinos como los beneficios de la guerra para el sector bélico industrial, además de la impudicia de quienes pretenden hacer grandes negocios derivados de borrar del mapa a Gaza
. Como bien lo señaló Michel Chossudovsky, el fin último es confiscar las reservas marítimas de gas de billones de dólares descubiertas en 2010 fuera de las costas de Israel (Global Research, 27/12/24).
Con su actitud del matón de barrio y burlona hostilidad, Trump va creando incómodas y agresivas situaciones, como el viaje supuestamente casual de su hijo a la amenazada isla de Groenlandia, nación constituyente del reino de Dinamarca, a lo que hay que agregar la embestida para retomar el control del Canal de Panamá sin excluir medios coercitivos económicos y militares en abierta violación al pisoteado derecho internacional y de su propia Constitución: no tiene ningún respaldo legal para tales agresiones ni lo tendría de la población panameña en la que está despertando el sentimiento nacional.
En el fondo, la agresión trumpista se decanta por los recursos del planeta, estén donde estén y cueste lo que cueste. Las poco más de 800 bases militares en todo el orbe, 76 en América Latina y el Caribe, entre las que se encontraría, de concretarse, la nueva base naval conjunta entre EU y Argentina en Tierra del Fuego, que se uniría a las siete bases militares de EU en Colombia, ocho situadas en Perú, una docena en Puerto Rico (Voz Pública) y la que está en ciernes en las islas Galápagos, en Ecuador, suponen la espera paciente para tener acceso a la prenda ambicionada, cuando el momento del débil lo permita
, como decía Ramiro Guerra ( La expansión territorial de EU, editorial Nacional de Cuba, 1964).
Canadá, Groenlandia, pero también México y Panamá están en la lista de prendas ambicionadas, es decir territorios y recursos a ser tomados por la fuerza ¿cómo en el siglo XIX?, ¿cómo si no hubiera derecho internacional vigente, tratados y solemnes acuerdos?
A este conjunto de amenazas se suman las referentes a las deportaciones masivas o el intento de considerar a los cárteles del narcotráfico como terroristas, lo que implicaría la posibilidad del uso de la fuerza militar en este caso en territorio mexicano para combatir a los narcotraficantes ( sic).
Donald Trump amenaza con usar una ley de 1798 para llevar a cabo deportaciones masivas sin el debido proceso: la abusiva Ley de enemigos extranjeros
, a decir del Centro Brennan, instrumento clave detrás de la vergonzosa política de instalar campos de concentración en EU para japoneses, italianos y alemanes durante la II Guerra Mundial. ( Just Security, Brennan Center, Katherine Yon Ebright, 28/2/24).
Sin embargo en la región hay una nueva actitud, bien planteada por Xiomara Castro, presidenta de Honduras: “Frente a una actitud hostil de expulsión masiva de nuestros hermanos tendríamos que considerar un cambio en nuestras políticas de cooperación con Estados Unidos, especialmente en el campo militar en el que sin pagar un centavo, por décadas mantienen bases militares en nuestro territorio que en este caso, perderían toda la razón de existir en Honduras. (La Voz de América, 2/1/25).