La fijación del salario mínimo no ha beneficiado a los jornaleros agrícolas, ya que ante la falta de supervisión de las autoridades federales, en algunos campos los trabajadores tuvieron que intensificar su jornada de trabajo y mutiplicar su cuota de corte para que la empresa autorice su pago, señala Antonieta Barrón, académica de la Facultad de Economía de la UNAM.

En San Quintín, una de las principales zonas productoras de pepino en Baja California, hace cinco años a los trabajadores les pedían cortar 35 botes con esta hortaliza a cambio de 150 pesos diarios con la posibilidad de negociar un mayor salario si recolectaban más producto, pero ahora les requieren 100 botes, alrededor de 1.8 toneladas, para acceder al menos a un salario mínimo, explica.

Un escenario similar ocurrió en el Valle de Hermosillo, en Sonora, donde en el corte de la nuez les pagaban por bote hasta 500 pesos al día, pero ahora si recolectan un centenar de botes, aun así les pagan el salario mínimo.

En diciembre de 2020 se fijó en 160 pesos el salario mínimo para jornaleras y jornaleros agrícolas en México, y a partir del 1º de enero de 2025 es de 315.19 pesos para el general y de 419 pesos en la Zona Libre de la Frontera Norte.

La profesora, quien desde hace más de 30 años realiza investigaciones sobre los jornaleros en México, opina que ello es insuficiente y que la Secretaría del Trabajo y Previsión Social tiene que regular las jornadas laborales, las cuotas de trabajo y una campaña de registro de trabajadores al Seguro Social, además de fortalecer las inspecciones en los campos agrícolas.

En su análisis, con base en datos del Inegi, Barrón menciona que en 2019, mientras 32 por ciento de los asalariados agrícolas recibía hasta un salario mínimo, o menos, para 2024, 66 por ciento recibe esa misma cantidad, lo que significa que más de la mitad de la población jornalera está en el límite de la pobreza.

De los más de 2.9 millones de jornaleros que se estima hay en el país, 84.6 por ciento carecen de un contrato de trabajo, 82.6 por ciento de servicios de salud y 71.9 por ciento no tiene prestaciones, indica.

Isabel Margarita Nemesio, integrante de la Red Nacional de Jornaleros y Jornaleras Agrícolas(REJJA), acotó que las formas de pago dependen del tipo de producto y de las distintas modalidades de trabajo que tiene cada empresa.

En entrevista, puntualiza que a los trabajadores se les contrata por jornada, por tarea o a destajo, aunque predomina este último esquema ya que persiste la idea de sacar el mayor rendimiento y producción a los trabajadores.

Siguen existiendo zonas en donde, más allá de respetar o no el salario, éste está sujeto a las condiciones de explotación para cumplir la demanda del mercado, nacional e internacional, subraya.