os responsables de la política económica en México, y ante la pronta y esperada negociación y encontronazo
con las contrapartes de la nueva administración de Trump a partir del 20/1/25, están hechos bolas
sobre China y las aparentes nuevas exigencias estadunidenses. Claramente Estados Unidos busca integrar a aliados en su política generalizada en contra de China ( security-shoring) y específicamente en México, su principal socio comercial en 2023. La amenaza también ha sido clara por el futuro presidente Trump: EU pudiera cobrar aranceles por sus importaciones a China de 60 por ciento y a Canadá y a México de 15 por ciento.
Lo que no queda claro, sin embargo, es cuál es la estrategia y exigencia específica de EU hacia México bajo la nueva administración de Trump: ¿reducir o hasta sustituir las importaciones chinas, disminuir las inversiones chinas, en sectores específicos o sólo de algunas empresas según los listados ( entity list) estadunidenses de empresas chinas que no pueden ni realizar comercio ni invertir en EU o…?
Veamos dos aspectos fundamentales: las importaciones mexicanas desde China y las inversiones chinas en México.
China es desde 2003 el segundo socio comercial de México, sólo después de Estados Unidos. En 2023, las importaciones de México fueron 19.08 por ciento chinas y 42.76 por ciento de EU (fueron mayores a 75 por ciento en la segunda mitad de los años 90); en ese año 62.56 por ciento de las importaciones chinas se concentraron en autopartes, electrónica, automotriz y en productos de creciente nivel tecnológico. En la cadena global de valor de productos electrónicos China ya es el primer importador de México, en los otros dos rubros se está acercando rápidamente a los montos estadunidenses. ¿Quiere México sustituir importaciones desde China, considerando que 7.5 por ciento de las exportaciones mexicanas a EU incluyen valor agregado Chino y que reflejan masivamente importaciones de empresas estadunidenses establecidas en México? Una política de esta índole requeriría de tiempo –las empresas estadunidenses establecidas en México han requerido de varias décadas para incrementar el valor agregado chino en sus exportaciones a EU– y de masivos recursos que no se han considerado en el presupuesto de 2025; una política de sustitución de importaciones sin recursos resulta ilusa.
Si, además, el security-shoring estadunidense requeriría de reducir o cancelar las inversiones chinas en México, las implicaciones serían diferentes. Con base en la información de la Red Académica de América Latina y el Caribe (Red ALC-China) sobre las inversiones chinas en ALC y en México, éstas han aumentado en forma significativa desde 2015 y han acumulado 22 mil 500 millones de dólares hasta 2023 para convertirse en el sexto y más dinámico inversionista en México en el último lustro. Diversas y recientes investigaciones de la Cámara de la Industria del Calzado del estado de Guanajuato (CICEG) reflejan que si bien la cadena global del calzado importa masivamente desde China y Vietnam, las inversiones chinas bien pudieran convertirse en un factor significativo para sustituir importaciones desde China: las importaciones chinas se sustituyen vía inversiones chinas en Guanajuato. Si la propuesta estadunidense, sin embargo, buscara cancelar cualquier inversión china, también se eliminarían estas opciones de sustitución de importaciones.
Es entonces imperante que el Ejecutivo, particularmente la Secretaría de Hacienda y Crédito Público y la Secretaría de Economía, tomen una decisión al respecto. ¿Caerá México en la trampa de decidir entre Estados Unidos o China o logrará reconocer que la relación con ambas naciones, más allá de la confrontación que mantienen, es una realidad? En ambos rubros (comercio e inversión) tampoco existe claridad en el propio grupo de asesores del próximo presidente: Mauricio Claver-Carone, ex presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (2020-2022) y asesor de Trump, recientemente propuso que toda mercancía que utilizara el puerto de Chancay en Perú, propiedad de la empresa china Cosco, pagara 60 por ciento de arancel si ingresaran a EU. Elon Musk, con multimillonarias inversiones en China y EU, así como anuncios en marzo de 2023 de una gigafactory en Monterrey, seguramente tuviera una opinión divergente.
La negociación del Ejecutivo de México con la nueva administración de EU en breve bien pudiera reducirse a su capacidad de reconocer de que ambos, EU y China, son países indispensables en la actualidad, no sólo en la economía (en aras de no caer en un reduccionismo económico), sino que en múltiplos otros rubros de la nueva relación triangular. El Senado de la República tiene una responsabilidad importante para iniciar cuando antes una discusión pública, estratégica y con respecto a la seguridad nacional de México. ¿Será?
* Profesor del Posgrado en Economíay coordinador del Centro de EstudiosChina-México de la UNAM