Martes 7 de enero de 2025, p. 5
La Asociación Nacional de Magistrados de Circuito y Jueces de Distrito del Poder Judicial de la Federación (Jufed) advirtió que los ciudadanos que decidan participar de funcionarios de casillas en la elección de jueces, magistrados y ministros podrían ser acreedores a sanciones penales y administrativas por no acatar las suspensiones y amparos otorgados contra la reforma judicial.
Las suspensiones judiciales otorgadas contra esta reforma han sido desestimadas o ignoradas, lo que constituye un incumplimiento flagrante del orden jurídico. Esta conducta puede derivar en responsabilidades administrativas y penales para los funcionarios del Instituto Nacional Electoral (INE) en todos sus niveles. Pero incluso, en su desacato, la autoridad electoral puede llevar a los ciudadanos que decidan participar como funcionarios de casillas a convertirse en operadores de la reforma suspendida y por lo tanto incurrir en las mismas conductas sancionables
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Recordó que el INE admitió públicamente los graves desafíos logísticos que enfrenta, debido al recorte presupuestal de 52 por ciento impuesto por el Congreso de la Unión, ajuste que forzó a reducir el número de casillas a 43 por ciento de lo inicialmente planeado y a operar con menos de la mitad del personal electoral necesario para garantizar una votación segura, transparente y confiable.
Declaró que lo anterior compromete directamente la calidad del proceso electoral y abre la puerta a irregularidades como el acarreo, la compra de votos y la disparidad en los porcentajes de sufragios para los distintos puestos a ser sujetos de elección, además de que no existe precedente en el marco comicial para este tipo de procesos y su impugnación.
Señaló que la complejidad del modelo de votación que contempla seis boletas con hasta 60 candidatos por cargo confundirá al electorado y promoverá un sufragio superficial y mal informado.
Consejeros electorales del propio INE han reconocido públicamente que la participación ciudadana podría caer a niveles históricos, con menos de 10 por ciento del padrón votante. Esto evidencia que el proceso carece del respaldo social necesario y que no existe un interés popular detrás de esta reforma, sino un intento de concentrar el poder político.