l último emperador mexica, el que nunca se rindió y guardó el secreto del tesoro de su reino hasta el sacrificio con fuego, no fue ejecutado en su ciudad, sino en la periferia, o mejor, en la orilla de su reino, en la región de los grandes pantanos. En la selva entre Campeche y Tabasco fue colgado.
Arduo fue el camino del condenado y sus ejecutores en la expedición a Las Hibueras. Un nutrido conjunto de ciénegas y pantanos era tan denso que los caballos con el cuerpo sumido caminaban con dificultad. Construyeron puentes para cruzar ríos que se quebraban al pasar; usaron balsas. Varios sirvientes y soldados abandonaron la empresa, otros murieron en el camino, pero el capitán para quien llevaban un banquito donde pudiera sentarse siguió adelante. Su carácter firme contrastaba con su cuerpo deformado por la sífilis.
Algunos dicen que para evitar un levantamiento decidió matarlo camino a Las Hibueras. Otros, que era su plan desde que emprendió el viaje. Como sea, llegó el día en que lo mandó ahorcar junto con su primo el Señor de Tacuba. Según la crónica de Bernal Díaz del Castillo, momentos antes de morir, Cuauhtémoc dijo a La Malinche, a quien llamaban La Lengua: ¿Por qué me matas sin justicia? Dios te lo demande
. Y así, sin justicia, Hernan Cortés ordenó que lo colgaran de un árbol.
Bernal Díaz del Castillo da cuenta en su crónica de la Conquista que la ejecución le pareció injusta e paresció mal a todos los que veníamos en aquella jornada
.
Algunos dicen que lo ejecutó lejos de Tenochtitlan para evitar un levantamiento, y tal vez fue así, pero la localización de sus huesos no ha dejado de levantar una polvareda llena de suspicacias a través de los años. No debe sorprendernos: los huesos, además de ser el obvio sostén del cuerpo, son su parte menos perecedera, recipiente de la médula, permanencia de lo vivido, la última evidencia de alguien después de muerto.
Por eso la tradición católica los venera entre sus reliquias y los hace transitar por muchas partes. En 2010, siguiendo esa costumbre religiosa, Felipe Calderón siendo presidente exhumó los huesos de los héroes que nos dieron patria
y trazó una ruta para llevarlos por la Ciudad de México. El historiador que ideó el proyecto también le propuso traer de París los despojos del dictador Porfirio Díaz, pero esto no prosperó. Los huesos que recorrieron las calles de la ciudad, con todos los honores, no eran los señalados por la historia oficial: en la urna de Mariano Matamoros un grupo de especialistas encontró los de una mujer; en la de Francisco Javier Mina, evidencias de siete individuos, y en las de Hidalgo, Allende y Morelos huesos de niños, mujeres y venados. La verdad sobre la lección cívica con la que Calderón buscó legitimar su gobierno sólo se conoció al terminar su mandato.
De Cuauhtémoc conocemos el lugar y una fecha aproximada de su ejecución, 25 o 28 de febrero de 1525, aunque de manera oficial se conmemora el 28. Los presuntos huesos de Cuauhtémoc en Ixcateopan, Guerrero, dieron lugar en 1949 a una comisión encabezada por Eulalia Guzmán con el fin de comprobar su autenticidad. Revisó documentos, excavó dentro de la iglesia del lugar, donde halló un conjunto de huesos y una placa de cobre con el nombre del último emperador mexica. Luego de contrastar lo encontrado con lo que decía la tradición oral de los ancianos de Ixcateopan, la arqueóloga autentificó los restos. No todos compartieron sus conclusiones dentro del propio Instituto Nacional de Antropología e Historia. Se formaron tres comisiones más que desaconsejaron hacer caso a las conclusiones de Guzmán.
La polémica sobre la autenticidad de los restos dio lugar a nuevos ensayos sobre el asunto. Eduardo Matos Moctezuma se sumó a los grupos conocidos como negacionistas
, y el investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana Jorge Veraza Urtuzuátegui publicó recientemente el libro Cuauhtémoc negado, en el que valida la tesis de Guzmán.
Este año que se cumplen 500 de la ejecución de Cuauhtémoc; seguramente se reavivará la polémica sobre los restos del legendario tlatoani, a quien López Velarde llamó en su Suave patria joven abuelo
, único héroe a la altura del arte
. Como sea, las peregrinaciones a Ixcateopan seguirán, y en estos días políticos líderes sociales y académicos se pronunciarán al respecto para aclarar la verdad con nuevas evidencias o para llevar, cada quien, agua su molino, con el fin de hacer del pasado su mejor presente.