El túnel aéreo
de 760 metros fue construido en 1565 por encargo de los Médici // Su restauración costó más de 200 mdp y tardó ocho años
Martes 7 de enero de 2025, p. 3
Florencia. El corredor Vasariano, obra maestra de la arquitectura y el urbanismo renacentista, abre por primera vez al público general tras haber estado limitado a pequeños grupos en el pasado. Esto ha sido posible por una inversión de más de 200 millones de pesos. Las obras, iniciadas en 2016, incluyeron restauraciones estructurales, la instalación de iluminación LED, sistemas de accesibilidad y salidas de emergencia.
Este túnel aéreo
de 760 metros fue construido en 1565 por el polifacético artista y primer historiador del arte europeo Giorgio Vasari, a quien se debe el nombre. Recorre las entrañas de varios edificios en el corazón de la ciudad. Fue encargado por el duque Cosme I de Médici con el propósito de conectar las dos principales residencias ducales para el uso exclusivo de la corte: el palacio Vecchio, sede del gobierno florentino desde la Edad Media hasta ahora, y el cercano palacio Pitti.
Esta propiedad, adquirida por los Médici al otro lado del río Arno, primero fue destinada al ocio y descanso de la familia. Luego, se transformó en el palacio principal de la corte, donde la dinastía residió hasta la extinción de su linaje con la muerte de Gian Gastone de Médici en 1737. Hoy día alberga, junto con los Uffizi, la vasta colección de arte de los Médici, legada a la ciudad como patrimonio cultural.
La culminación de este ambicioso proyecto es parte del plan de los Nuevos Uffizi, que se inició en 2000, cuyo objetivo ha sido duplicar la superficie expositiva y renovar integralmente las galerías Uffizi, obra que, tras 25 años de trabajos y la impresión de ser interminable, finalmente se dirige hacia su conclusión.
El recorrido se inicia en los Uffizi –edificio diseñado poco antes del corredor para centralizar las oficinas administrativas y judiciales del ducado–, bordea el río Arno, cruza la parte superior del puente Vecchio, rodea la torre De Mannelli, atraviesa el interior de la iglesia de Santa Felicita y culmina en los jardines de Boboli del palacio Pitti, excluyendo el tramo del palacio Vecchio.
El boleto, con un costo de poco más de 900 pesos, resulta prohibitivo para la mayoría. Incluye la entrada a los Uffizi (528 pesos más 85 de reservación), pero actúa como filtro elitista. Aunque es gratuito para menores de 18 años y personas con discapacidad, y ofrece descuentos para ciertas categorías, la tarifa estándar restringe el acceso por el costo, siendo los Uffizi uno de los museos más visitados del mundo, que el año pasado alcanzó un récord de 5 millones de asistentes.
La discreta arquitectura del corredor se integra al paisaje urbano, mientras su interior ha recuperado el aspecto original tras una remodelación. Anteriormente albergaba la mayor y más antigua colección de autorretratos del mundo, la cual se inició en el siglo XVII, y abarca a artistas y escultores desde la Edad Media hasta la actualidad. Ahora se encuentra en el primer piso del recinto.
El corredor cuenta con ventanas redondas y rectangulares, diseñadas por Vasari, con el propósito de regular la luz y la temperatura, además de ofrecer vistas panorámicas en puntos claves del puente Viejo. Éstas garantizan funcionalidad, estética y privacidad, ya que algunos óculos están ubicados para evitar ser visibles.
Según Francesca Funis, en El corredor Vasari: Una calle sobre la ciudad (2018), el pasillo se construyó en nueve meses, no en cinco como afirmó Vasari. La autora sugiere que su origen está ligado a la catastrófica inundación del Arno en 1557, que dividió la ciudad, ofreciendo así una solución ante futuras contingencias.
El proyecto se inició con el anuncio del matrimonio de Francisco I, primogénito del duque, con Juana de Austria, de la casa de Habsburgo, alianza de gran relevancia política para los Médici, que no provenían de la nobleza, sino del comercio. Esta unión legitimó su estatus y los posicionó entre las principales cortes europeas, donde el corredor, terminado para la boda, en diciembre de 1565, promovía la imagen sofisticada de la familia, gracias al gran impacto causado, admirado por su ingenio y originalidad.
A diferencia de otros corredores europeos de la época, concebidos con fines defensivos o secretos, el corredor Vasariano fue pensado, según destaca Funis, como un palacio difuso
, un innovador sistema residencial que simbolizaba el poder elitista de los Médici.
La estudiosa sugiere que Vasari se inspiró en dos pasajes romanos renacentistas: el llamado passetto, que conectaba el Vaticano con el castillo Sant’Angelo, y el corredor de Bramante, que unía los palacios Vaticanos con el patio del Belvedere. Sin embargo, lo que distingue al corredor Vasariano es su audaz paso sobre el río Arno.
El corredor ha sido testigo de cambios sociales a lo largo del tiempo. Durante la retirada alemana de 1944, Hitler ordenó evitar su destrucción, a diferencia de todos los restantes puentes de Florencia, salvándose también el pasadizo, aunque sufrió daños parciales. En el atentado mafioso de 1993 también resultó dañado. Hoy, la construcción responde al sobreturismo, ofreciendo nuevas experiencias en una urbe transformada en ciudad-hotel.