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2025, oportunidad para consolidar el cambio
E

l inicio de un año es siempre una buena oportunidad para hacer un balance de lo alcanzado y trazar una hoja de ruta para abrir las puertas del futuro, sobre todo como comunidad, como nación y proyecto. Hay importantes activos, pero también retos inmensos, en un mundo cada vez más abierto e interdependiente. En primer lugar, se precisa afianzar la unidad nacional para enfrentar un entorno internacional incierto y desafiante y, en el interior, consolidar el cambio.

En el ámbito internacional, es gratificante que, según un análisis de The Economist, la generación Z (grupo demográfico de personas que nacieron entre 1997 y 2012) vive mejor que sus padres, pues 75 por ciento de la gente entre 12 y 27 años vive en economías emergentes (como la de México). Los jóvenes ahora están mejor, tienen mayor calidad de vida que sus padres: son más ricos, más sanos y tienen mejor educación; están más informados y más conectados. Pero todavía hay millones de jóvenes, sobre todo en zonas rurales del mundo subdesarrollado y en la periferia de las grandes urbes, que todavía no tienen una perspectiva sólida de vida y por eso muchos de ellos tienen que emigrar o caen en el inframundo de las adicciones.

Es gratificante que la pobreza extrema está en mínimos históricos, la tercera parte de la que había en 2000, según un análisis de OWID. Pero esa condición oprobiosa todavía la padece casi uno de cada 10 seres humanos.

Es gratificante que el ingreso promedio real en el planeta se haya doblado este siglo, pues entre 2000 y 2024 pasó de 3 mil 600 a 7 mil 200 euros (por adulto y después de ajustar las cifras por la inflación), según un análisis de El País, pero todavía hay 700 millones de seres humanos que sobreviven con un ingreso inferior a dos dólares diarios.

Es gratificante saber que la inteligencia artificial ganó dos premios Nobel, uno para sus pioneros y otro por una aplicación en biología que ha despertado el entusiasmo de los científicos por el enorme avance que representa: lo que nos llevaba meses o años, AlphaFold pudo hacerlo en un fin de semana. Pero al mismo tiempo, hay que ser muy prudente y regular el uso de la inteligencia artificial para que los logaritmos no terminen gobernando al mundo, como advierte el científico social y futurólogo Yuval Noah Harari.

Es gratificante saber que, con el esfuerzo global, se salvaron 20 animales en peligro de extinción, entre ellos el panda gigante, el narval, el cocodrilo siamés y el lince ibérico, como es alentador saber que la deforestación del Amazonas se frenó con el retorno al poder del presidente Lula da Silva y la salida de Jair Bolsonaro; pero la acción depredadora del ser humano ha hecho que el calentamiento global no cese, lo que se ha traducido en fenómenos naturales cada vez más extremos, como huracanes y sequías. Salvar al planeta, la vida inteligente y la biósfera en general, es uno de los grandes, si no es que el mayor, desafíos de la humanidad. El cambio climático es una realidad, no un invento de mentes aprehensivas y radicales como afirma la ultraderecha mundial.

En el ámbito nacional, es una buena noticia que, en lo social, México haya pasado de tener el salario mínimo más precario de América Latina durante el prolongado periodo neoliberal, al sexto lugar en poder adquisitivo al cierre del año pasado. Es el resultado de seis años de incrementos graduales, los mayores en términos reales no sólo en el hemisferio, sino entre los 38 países miembros de la OCDE. Pero no es suficiente, nuestro país tiene que ser vanguardia en el subcontinente y hay mucho potencial para pasar al frente. El proceso de reposicionamiento ha iniciado, y no tiene que detenerse.

Es una buena noticia que la pobreza haya descendido 5.6 puntos porcentuales, pasando de 42 por ciento a 36.3 por ciento en el sexenio, un promedio de 100 mil mexicanos saliendo de esa condición social cada mes de cada uno de los seis años, personas ahora ya por encima de los mínimos de bienestar social. Pero el proceso debe mantenerse, y aún acelerar el ritmo, pues somos un país cada vez más escolarizado y productivo.

Es una buena noticia que la desigualdad social haya descendido, los abismos entre los deciles más altos de ingreso y los más bajos de la pirámide social, los extremos de la riqueza y la pobreza, pues el coeficiente de Gini pasó de 0.464 en 2016 a 0.413 en 2022 y esa tendencia descendente continuó los siguientes dos años. Pero sigue habiendo millones de mexicanos que todavía no disfrutan de lo que Carlos Marx llamaba bienes de cultura y felicidad de este mundo, sobre todo los pueblos y las comunidades indígenas. Ya se les atendió en su dignidad milenaria, reconociéndolos como sujetos de derecho público y, por tanto, derecho a administrar justicia y un presupuesto público propio como un cuarto nivel de gobierno, pero hay que profundizar su proceso de reivindicación histórica, política y social.

Como es un reto también defender a los millones de migrantes mexicanos que viven, trabajan y producen en Estados Unidos y que se enfrentan a una nueva etapa, especialmente desafiante pero atendible con diálogo y responsabilidad bilateral, de su ya de por sí azarosa vida fuera de las fronteras nacionales.

En suma, la humanidad entera y los mexicanos en particular han dado importantes pasos hacia adelante, hacia mejores niveles en la calidad de vida, pero es mucho lo que hay que conquistar. En México, en particular 2025 es una oportunidad para consolidar el cambio.

¡Que sea el mejor año para todas y todos!