Lunes 6 de enero de 2025, p. 30
Comenzó a trabajar en 1969 en el Departamento del Distrito Federal, y de entonces a la fecha, a lo largo de más de cinco décadas, desde el Palacio del Antiguo Ayuntamiento ha visto cómo se ha transformado la Ciudad de México.
Yolanda Ramírez Cano, de 72 años, la de mayor antigüedad en el área de Comunicación Social del gobierno capitalino, se encarga de tramitar las vacaciones de reporteros y fotógrafos, pero en sus inicios tomaba los dictados en taquigrafía, que después transcribía a golpes de tecla en la máquina de escribir mecánica, cuando los boletines se imprimían en una pequeña rotativa instalada a un lado del área de prensa y se enviaban a los medios de comunicación con cinco motociclistas de tránsito.
Desde las oficinas de lo que antes se conocía como Relaciones Públicas y Prensa le tocó ver el derroche priísta, cuando en tiempos de Carlos Hank González como regente de la ciudad, en la época navideña se rifaban centenarios, se obsequiaban canastas con dulces de Toluca, y en la sala de prensa no faltaba el café ni los alimentos para los reporteros, hasta la llegada de la austeridad con el cambio de gobierno.
Entre los hechos más relevantes recuerda el ambiente hostil que se vivió después de la matanza de Tlatelolco, justo cuando apenas hacía los exámenes y trámites para obtener su plaza de taquígrafa B, pero asegura que el suceso que más le impactó fue el sismo del 85.
Ese día caminé y caminé para llegar, pero ya no dejaban pasar a nadie. Una parte del edificio resultó dañado, junto con una guardería que estaba en la azotea. A la prensa nacional e internacional se le concentró en la delegación Cuauhtémoc, y a mí me tocaba llevar a los reporteros al anfiteatro o a los edificios dañados para que los dejaran pasar
, refiere.
Yolanda, quien comenzó a trabajar a los 16 años, relata que no todo ha sido tragedia, y aún con emoción recuerda el día que visitaron la Ciudad de México los astronautas Neil A. Armstrong, Edwin E. Aldrin Jr, y Michael Collins, luego de su viaje a la Luna.
Con 55 años de servicio, Yolanda espera que pronto pueda jubilarse y asegura que a todas las administraciones se ha adaptado, aunque recuerda con nostalgia sus primeros años, cuando, asegura, se convivía más con los periodistas.