Sábado 4 de enero de 2025, p. a12
Carnaval de Venecia, 29 de enero de 1772. Antonio Salieri porta máscara roja a través de cuyas rendijas oculares vislumbra máscaras negras, verdes, violetas y olanes de colores semejantes.
Todos cantan y bailan en una mezcla de idiomas, géneros coreográficos, formas escénicas y recursos artísticos disímbolos pero unificados en un modo vanguardista, distintivo del estilo con el que Salieri habría de pasar a la historia e influir en muchos compositores que gozarían de la fama inmortal que él perdería en unos años más, en cuanto el emperador José II sucumba a la tentación de unificar todo el arte en un emblema nacional: lo germánico por delante de todo.
Mientras tanto es el estreno de una de las obras más populares de Antonio Salieri: La Fiera di Venezia, commedia per musica al estilo de Carlo Goldoni, encargada a Salieri para el Carnaval de Venecia de este año, como hará durante cinco años consecutivos.
En esas composiciones para el Carnaval colaboró con el joven Giovanni Bocherini, quien ideó argumentos originales siempre en el modelo creado por Carlo Goldoni, artistas todos ellos nacidos en la Serenísima República de Venecia e imbuidos por la Commedia dell’Arte, tipo de teatro popular que nació a mediados del siglo XVI con una mezcla del teatro literario del Renacimiento y tradiciones carnavalescas (máscaras y vestuario), recursos mímicos y pequeñas habilidades acrobáticas.
El Carnaval de Venecia combina disfraces, máscaras, grupos que cantan coplas, desfiles y fiestas en la calle. La permisividad es su signo.
La Fiera di Venezia, la commedia per musica que escribió Antonio Salieri para el Carnaval, presenta personajes que cantan en tres idiomas, una bulliciosa representación de la Feria de la Ascensión y propiamente el Carnaval de Venecia y grandes y largos conjuntos y coros.
También, una escena innovadora que combina una serie de bailes en escena con el canto de los protagonistas solistas y del coro.
Este modelo habría de ser imitado por compositores posteriores, sobre todo por Wolfgang Amadeus Mozart en su ópera Don Giovanni.
Mozart. Salieri.
El Disquero se ocupó hace tres meses del mito en torno a estos dos personajes, enfrentados por la chismología pueblerina que llegó hasta los escenarios porque Viena en la época de Mozart y Salieri era pueblo chico infierno grande y como ambos compositores eran los más importantes del momento, se crearon leyendas urbanas en torno a una supuesta rivalidad entre ambos, chismes que llegaron hasta Rusia, donde Pushkin escribió una obra de teatro a la que después Rimsky-Korsakov pondría música y siglos más tarde, en 1979, el dramaturgo británico Peter Shaffer retomó en una exitosa obra de teatro a partir de la cual el cineasta checo Milos Forman convirtió en película bajo el título de Amadeus, cuyo 40 aniversario conmemoró el Disquero en septiembre pasado y demostró que tal rivalidad entre Mozart y Salieri jamás existió en la realidad.
Ahora retomamos el tema porque este 2025 se conmemora el 200 aniversario luctuoso de Antonio Salieri y sigue siendo injusto que su obra siga en el olvido, a pesar de que el excelente filme Amadeus revivió su música, dormida durante siglos.
Aportaremos a continuación más datos que desfacen el entuerto y demuestran que, por el contrario, Mozart y Salieri fueron buenos amigos, escribieron música juntos y sus vidas se entrecruzaron de distintas maneras muy cordiales todas.
Cuando Wolfgang Amadeus Mozart y su padre, Leopold Mozart, llegaron a Viena el 16 de julio de 1773, Antonio Salieri era el músico más poderoso de esa capital de la música y como primer acercamiento, Volfi Mozart escribió seis Variaciones sobre Mio Caro Adone, una de las arias más famosas de la ópera La Fiera di Venezia, que Salieri había escrito para el Carnaval de Venecia.
Las buenas relaciones entre Mozart y Salieri crecieron tanto que en 1785 escribieron juntos la cantata Per la ricuperata salute di Ofelia, dedicada a la soprano Nancy Storace a partir de un texto del libretista de óperas de Mozart y de Salieri: el legendario Lorenzo da Ponte.
Esa cantata fue escrita para voz y piano para la cantante ítalo-inglesa Nancy Storace, y el título de la partitura alude al papel de Ofelia en la ópera La grotta di Trofonio, de Salieri, con el que Storace había cosechado gran éxito.
Durante siglos, esta obra se consideró perdida hasta que a finales de 2015 fue descubierta por el musicólogo alemán Timo Jouko Hermann y se estrenó en marzo de 2016 en Valladolid, España, con la presentación del propio Hermann en un acto impulsado por el director de orquesta español Ernesto Monsalve, presidente de la Asociación Cultural Antonio Salieri. Monsalve ejecutó la parte del teclado, acompañando a la soprano Sara María Rodríguez.
Más datos para el entrecruce de destinos Mozart/Salieri: Nancy Storace fue la soprano para quien Mozart creó el personaje de Suzanne en su ópera Las bodas de Fígaro.
Mientras tanto, una de las tres hijas de Salieri, Therese Rosenbaum, alcanzó sus más grandes éxitos como cantante, protagonizando papeles de las óperas de Mozart.
Cuando Mozart enfermó, Salieri estuvo al pendiente junto a su lecho, aportó cantidades considerables para la atención médica del paciente y saldó muchas de las deudas que tenía Mozart, con los acreedores tocando a su puerta día con día.
Al morir Mozart, Salieri se ocupó de la educación musical de Franz Xaver Wolfgang Mozart, quien nació cinco meses antes de la muerte de su padre, y cuya sombra le impidió despegar como compositor.
Salieri también tomó como pupilo a Franz Xaver Süsmayer, el mejor amigo de Mozart y quien completó el Requiem que dejó inconcluso Mozart y de quien Volfi tomó su nombre para bautizar a su hijo menor.
Los alumnos de Salieri son grandes genios de la música: Franz Liszt, Franz Schubert, Ludwig van Beethoven, Johann Nepomuk Hummel, Giaccomo Meyerbeer.
Todos ellos gozarían de la inmortalidad, de la fama inagotable, del privilegio del reconocimiento de orquestas y público en todo el mundo, que le son negados a Salieri.
Entrecruzamientos: 8 de diciembre de 1813: Antonio Salieri, a sus 63 años, está sentado junto a Hummel, Meyerbeer, Luis Spohr, Ignaz Moscheles, Domenico Dragonetti. Ellos forman parte de un grupo de músicos de la orquesta dirigida por un antiguo discípulo suyo: Ludwig van Beethoven. El maratónico repertorio que interpretan comprende los estrenos de varias obras del propio Beethoven, entre ellas la Séptima Sinfonía y la Victoria de Wellington.
Antonio Salieri pasó los últimos años de su vida solo, en un hospital, donde murió el 7 de mayo de 1825, hace casi 200 años, dentro de unos meses.
Recomiendo la escucha de su música. Además de sus óperas, sus obras para orquesta.
Sus obras concertantes son muy divertidas por su estilo galante, al escucharlas nos transportan, curiosamente, a situaciones del futuro.
Son divertidas, amables, ingeniosas, sumamente originales y bellas.
Algunas de ellas, por cierto, se parecen mucho a las de Mozart, lo cual es comprensible debido no solamente a la amistad que se profesaron ambos, sino al entrecruzamiento de dos talentos que rebasaron el límite de la genialidad. En el caso de Antonio Salieri, esa genialidad merece atención, reflectores. Reconocimiento.
Su ópera Don Chisciotte alle Noze di Gamace mezcla ballet y ópera bufa a partir de un episodio del Quijote de Miguel de Cervantes, mientras su ópera Armida está basada en el poema épico de Torcuato Tasso, Jerusalén liberada, y es una historia de amor y deber en conflicto y está empapada de magia. Está ambientada en la Primera Cruzada y presenta una mezcla dramática de ballet, aria, conjunto y estructura coral, combinando teatralidad, esplendor escénico y gran emotividad. Esa obra sigue claramente los pasos de Gluck.
De la misma manera que los compositores posteriores a Salieri siguen claramente los pasos de un compositor que revolucionó las artes escénicas, la música sacra, la música concertante y fue el enlace cabal entre el barroco tardío y el romanticismo temprano.
Ese compositor se llama Antonio Salieri y su obra merece ser escuchada, por maravillosa.