Dictadura sobre las necesidades. La visión de György Márkus sobre el socialismo realmente existente, XI. Planeación y economía de subabasto
n los países socialistas de Europa oriental (PSEO), en el periodo del socialismo realmente existente (PSRE), el mecanismo básico para la apropiación del excedente fue la planeación burocrática central, lejana de la idea marxiana de planeación, excepto por el elemento negativo común: la negación del papel regulatorio del mercado. Significa un sistema integrado de órdenes vinculatorias para determinar el comportamiento económico de todas las unidades subordinadas. Preferimos llamar, dice György Márkus (GM) en Dictadura sobre las necesidades, a tal práctica economía de mando y no economía planificada. Ningún plan ha sido cumplido en los PSEO al 100 por ciento. La economía de mando significa que las empresas no se adaptan continuamente sobre la base de información que ellas mismas recolectan del medio económico, incluyendo demandas o N por satisfacer, sino que tienen que esperar impredecibles e intermitentes directrices de arriba. Respecto a la determinación de objetivos de largo plazo de desarrollo económico, la planeación resultó un fiasco total. Tanto al micronivel de las actividades (AV) de las unidades económicas como al nivel macroeconómico, la economía de mando resultó ser el opuesto de una economía planeada que logra realizar objetivos sociales distantes, colectiva y conscientemente establecidos. La planeación representó un proceso muy complicado de competencia y negociación, semi-institucionalizado, entre las varias burocracias horizontal y verticalmente articuladas. GM identifica tres etapas en el proceso de planeación. 1. Las principales burocracias presentan sus demandas de reconocimiento de objetivos del plan: un proceso de competencia entre organizaciones por recursos materiales y presupuestarios. 2. El liderazgo político adopta, en colaboración con el órgano central de planificación en su calidad de expertos, la decisión estratégica global sobre los objetivos básicos y la correspondiente distribución de recursos. 3. La transformación de esta decisión en un sistema equilibrado de directivas-plan en un proceso reiterado de negociación entre niveles de burocracias jerárquicamente subordinadas, bajo el control global de la oficina central de planificación. En la primera etapa las demandas sobre el plan en algunos aspectos se exageran y en otros se subestiman. Los objetivos se exageran. El Estado no dispone de fondos presupuestarios ilimitados. Tratar de aumentar su participación en estos fondos no es sólo una necesidad (N) dictada por la lucha entre varias burocracias, sino un requerimiento de la tarea que tiene encargada. Cada sección de la burocracia es directamente responsable del funcionamiento de su dominio o región, si dispone de más recursos. Por ello, sobrevaluará los efectos benéficos de los proyectos propuestos. Esto no supone necesariamente un engaño descarado. En cambio, los costos se subestiman siempre por la misma lógica, pues de lo que se trata es de lograr que cierto programa/proyecto sea incluido en el plan para que el aparato se comprometa con él. La decisión final entre demandas competitivas será tomada por el liderazgo político, es el último e inapelable eslabón, pero no es imparcial. En este sistema las N sociales sólo pueden aparecer en la forma de demandas articuladas en tanto sean traducibles en objetivos burocráticos cuya legitimidad sea reconocida por el aparato. Las economías de los PSEO son economías recurso-constreñidas en oposición al capitalismo que es un sistema demanda-constreñido.
Esto significa, por tanto, que son economías de ‘subabasto’ en el sentido de que, con frecuencia, producen desabastos artificiales, tanto de bienes de producción como de consumo. Cada plan resulta en la práctica estar sobretensionado. El órgano central tratará de asegurar reservas para situaciones de tensión excesiva, pero éstas se filtrarán, parte en el proceso de regateo con unidades subordinadas sobre sus infladas estimaciones de costos y parte por la N de ayudar a las unidades en problemas porque sus planes de inversión fueron aceptados sólo por su subestimación original de costos. Así que nunca hay suficientes insumos sobrantes para compensar los trastornos derivados de problemas técnicos inesperados o cambios impredecibles en el consumo interno y externo. Ante esta situación, cada administrador volverá a inflar sus demandas, por lo cual es más seguro tener reservas escon didas, lo cual agudiza la presión sobre las reservas centrales y aumenta los desabastos. Pero el desabasto no logra la utilización plena de los recursos: se convierte en una economía de subabasto y desperdicio que se presuponen y condicionan mutuamente. El subabasto de algún factor significa que otros factores disponibles, que deberían haberse combinado con el primero, permanecen desocupados. Los cuellos de botella que involucran un tipo de recurso resultan en la subutilización de otros recursos disponibles, generando desperdicio, subutilización: máquinas y fuerza de trabajo (FT) ociosas. Es frecuente que el factor vitalmente necesario para una empresa permanezca como reserva no utilizada. Desperdiciado y subabastecido al mismo tiempo. Esta dialéctica viciosa caracteriza a los PSEO y es un factor de su irracionalidad. Generan subabasto incluso cuando tienen oferta suficiente. Hay reservas, pero no de lo que se necesita en un lugar en cierto momento. La única manera de contrarrestar esta tendencia es crear una red de relaciones personales en la cual cada administrador tenga la seguridad de ser ayudado por otros en caso de emergencia. Así que detrás de la economía científicamente planificada florecen transacciones primitivas de reciprocidad, la ‘tercera economía’, que elimina la peor disfuncionalidad del sistema, pero al mismo tiempo la genera, pues al divorciar la realidad oficial de la real, introduce un nuevo factor incontrolable. Como respuesta, los altos mandos demandan más información de los bajos niveles. Pero los mecanismos informales se readaptan a estos medios de control, creando necesidad de más información. El resultado es un exceso y escasez de información en todos los niveles, que no sólo contribuye al crecimiento del aparato improductivo de administración, sino que hace imposible distinguir ‘ruido’ de ‘mensaje’. La ideología oficial acepta la existencia de dos formas de propiedad, la nacionalizada/ socialista, y la cooperativa, sobre todo en la agricultura, que explicaría las inadecuaciones en relación con los ideales de planificación, porque la propiedad cooperativa limita la planeación. La restricción básica del poder económico del aparato radica, dice GM, en la esfera del consumo y en la oferta de FT, por el carácter impredecible del resultado global de innumerables decisiones de consumo y oferta de FT, que sólo pueden ser restringidas por el Estado, pero no controladas. El Estado como empleador y proveedor dominante, fija las condiciones bajo las cuales los hogares pueden obtener y gastar ingresos. Mientras los individuos tengan alguna capacidad de elegir entre los empleos ofrecidos (a precios fijos), las economías tendrán una imagen dual de producción centralmente administrada y consumo atomizado.