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Jazz nórdico
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▲ Integran el trío el baterista Jarle Vespestad, Tord Gustavsen en el piano y Steiner Raknes en el contrabajo.Foto tomada de a página oficial del grupo
 
Periódico La Jornada
Sábado 21 de diciembre de 2024, p. a12

El nuevo disco de Tord Gustavsen es un momento de meditación.

Tord Gustavsen es un pianista de jazz noruego (Oslo, 1970) conocido por sus disertaciones musicales nacidas de su práctica de meditación budista.

El álbum titulado Seeing es el décimo que graba en el sello alemán ECM y muestra aquí la evolución del lenguaje musical en el formato íntimo por antonomasia: el trío de jazz.

Hemos reseñado ya sus álbumes anteriores en ese venero: The Other Side, de 2019, donde se muestra como un claro ejemplo del pensador que ejecuta, del músico que elabora un pensamiento alrededor del sonido que crea, del teórico que pone en práctica sus ideas, hipótesis y conclusiones.

Estudió música y también sicología, filosofía y musicología. Su tesis de doctorado se titula El erotismo dialéctico del arte de la improvisación musical.

Su campo de interés central es la sicología y la fenomenología de la improvisación y sigue los lineamientos trazados por el sicoanalista alemán Helm Stierlin y la sicóloga noruega Anne-Lise Lovlie, además de los filósofos Hegel y Dusserl. Su siguiente disco se titula Opening, curiosamente en gerundio, al igual que el primero que grabó en ECM: Changing Places y el que ahora nos ocupa: Seeing.

En esas grabaciones hay constantes que definen el estilo Gustavsen: miniaturas improvisatorias a partir del antiguo formato corale, naturalmente hímnico proveniente de la tradición popular antigua escandinava, mucho góspel y una inspiración que parece provenir de sueños muy profundos, donde el agua fluye, el viento canta, la calma nos circunda.

En particular la pieza The Longing está poblada de frases muy peculiares, las que distinguen el vocabulario de Tord Gustavsen: sencillas pero misteriosas, líricas pero sosegadas, plenas de melancolía pero sin drama. Son pequeños estallidos de anhelo.

Su cercanía con la música de Bach y la meditación la explicó con cierto humor un buen día durante un concierto cuando tomó el micrófono para decir: lo que acaban de escuchar es un mantra que compuso un monje budista que vivió en Leipzig: Johann Sebastian Bach.

En su nuevo disco, Tord Gustavsen muestra intensidad emocional, elegancia y respiración musical meditativa.

La pieza inicial, una derivación de una Cantata de Bach, muestra sonido monumental, catedralicio, aromas de Oriente, tambores y platillos con escobillas, elaboraciones con armónicos, esculturas en serie quietas y también en imperceptible movimiento, en alusión al título (Jesus, Make Me Still) con acentos de góspel .

Mientras Tord Gustavsen está al piano, Steiner Raknes activa el contrabajo y Jarle Vespestad demuestra su condición de poeta con tambores.

Suenan a continuación temas populares escandinavos, música de Bach, referentes varios a la música de concierto del Romanticismo, melodías con dejos y requiebros que arrebatan, hacen sonreír, conmueven.

Cuando suena a Bach, es común escuchar a los tres músicos elaborar diferentes formas del embelishment, ese recurso decorativo del barroco que toma formas siempre sorprendentes.

Por ejemplo, una Cantata de Bach se alterna con componentes de obras de Chopin y Brahms y requiebros del Romanticismo sin incurrir en las baraturas de intérpretes que romantizan a Bach, sino dotándolo de un misterio hondo, crujiente y conmovedor hasta sumergirnos de lleno en el esplendor del misterio de la música.

Otra característica de la música de Tord Gustavsen que la hace irresistible es que se mueve en círculos, es decir se acerca y se aleja a la vez, creando efectos hipnóticos.

Eso es notable en la hermosa pieza siete del disco que hoy nos ocupa, titulada Piano Interlude-Meditation, donde observamos reflejos de Arvo Pärt y Francis Poulenc y un espléndido pasaje en contrabajo solo.

Escuchar la música de Tord Gustavsen es un acto semejante a leer a su paisano, el escritor noruego Jon Fosse, por ejemplo este instante de su novela Blancura:

“y me quedo ahí sentado, mirando al frente, como si de alguna manera no mirara en absoluto, y simplemente estuviera ahí sentado. Y al poco pienso que ha empezado a nevar, seguramente lo vi hace ya rato, pero me ha llevado su tiempo pensarlo, percatarme de ello, pero el caso es que había empezado a nevar, tampoco mucho, pero leves copos caen y caen con ligereza y ahí estoy yo, tratando de seguir su danza con la mirada, primero la de un copo de nieve, y luego la del siguiente, sigo cada copo tanto tiempo como puedo, y al principio no me resultaba difícil, aunque no pudiera seguir cada copo de nieve demasiado tiempo, pero a medida que fue arreciando, se me hizo más difícil, por no decir imposible, y dejé de intentarlo, y entonces me quedé allí sentado mirando al frente…”

Ese efecto hipnótico se repite pieza por pieza de Tord Gustavsen

Efecto hipnótico y estancias nacidas de poemas de Jon Fosse, como los siguientes versos:

Piedra y madera
En la casa vieja: una vieja
Como casi nada
Como para perderse
En piedra y madera
Y prudente quietud: estoy
En la casa vieja y hay
Quietud en la música

La música de Tord Gustavsen es de una quietud de casa vieja, de madera y y piedra, de silencios que apenas se mueven, como estatuas de danza solamente perceptible por las aves y las flores.

La pieza titulada Extended Circle es una danza del tiempo suspendida entre dos motas de polen, un vaivén tenue de pétalos, el tremor de la brizna de la tarde en el frío de invierno.

Notas suaves, claras, incisivas en el piano, mientras el contrabajo zumba suavemente en el latido de clepsidras en acompasado diapasón, en dulce estrépito de corolas y plumas y dientes de león.

Es costumbre de este trío nórdico establecer balances exactísimos: Gustavsen y Vespestadt se entienden con los ojos cerrados: cada nota de la zona de agudos tiene respuesta en los címbalos mientras el tam tam responde a las teclas de la zona grave. En medio de esta interlocución, Steinar Raknes emite guturaciones que ascienden verticales desde su contrabajo.

La manera de tocar de Tord Gustavsen recuerda con nitidez el estilo hiperbóreo de Esbjörn Svensson (1964-2008), quien al tocar canturreaba las notas de manera casi imperceptible, apenas audible, como si leyera a Pascal Quignard, quien a su vez está leyendo el poema de William Butler Yeats que se llama He Wishes for the Clothes of Heaven, donde el poeta anhela vestimenta de noche, bordada y forjada con luz dorada y con luz plateada, la azul y oscura y densa vestimenta de la noche y su media luz.

Canta el poeta y canta el pianista y cantan los sueños así en el sueño, en el poema de Yeats: quisiera, amor mío, extender el ropaje de la noche bajo tus pies pero, siendo yo tan pobre, tan sólo poseo mis sueños, de manera que he extendido mis sueños bajo tus pies.

Pisa con suavidad, amor mío, pisa con suavidad, pues resulta que estás pisando mis sueños.

Así suena la pieza ocho del nuevo disco, Seeing, de Tord Gustavsen, titulada Beneath your Wisdom: una secuencia de sueños donde el piano tremola lentamente respondido por frases repetidas a manera de mantra por el contrabajo, mientras la batería forma un eco en lontananza.

Música de inspiración poética, momentos de delicadeza, ternura y tensión emocional en suaves arrebatos, movimientos pendulares, soplos del viento en el anochecer.

Siempre hay un dejo de anhelo, de copos de nieve danzando, de suspiros. Los silencios se suceden para enfatizar el retozo lírico de los tres instrumentos hasta que el contrabajo entona frases anhelantes.

La música de Tord Gustavsen es una oda a lo sutil, racimos de flores, gotas de rocío. Una oda a lo esencial.

El álbum Seeing está estructurado por cinco piezas compuestas por Tord Gustavsen, dos Cantatas de Bach, un antiguo himno tradicional noruego y el coral decimonónico inglés Nearer my God, to Thee, y el todo conforma un aroma a jazz con blues con góspel, siempre con un toque delicado.

El toque del espíritu poético nórdico.

@PabloEspinosaB

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