n el ambiente de la guerra fría, Hollywood se dio a la tarea de alertar al ciudadano de los peligros del comunismo, lo que cinematográficamente se tradujo en la producción de docenas de thrillers y melodramas muy rentables poblados de espías soviéticos o de traidores estadunidenses.
Hubo un número no menor en que la maligna amenaza llegaba a la Tierra en forma de los que genéricamente llamamos marcianos, siempre dotados de tecnología militar como para acabar con el estilo de vida desarrollado por EU, lo que juzgaban un riesgo universal.
En medio de esta tendencia ideológica y mercantil surgió The Day the Earth Stood Still, producción con que el director Robert Wise se opondría a lo que era una rentable moda. Para ello produjo el primer filme pacifista, aquel en que de otras galaxias vendrían seres buenos y no solamente buenos si no que eran amenazadores: Si ustedes, terrícolas, no cambian su sistema de vida, nosotros preventivamente los destruiremos por ser una amenaza universal
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Luego surgiría la estupenda comedia de Peter Sellers Como aprendí a amar la bomba. Sin quedarnos atrás, nosotros menos tétricos y más alegres creamos un chachachá: Los marcianos llegaron ya .
Estos párrafos pueden juzgarse triviales, impropios, pero no es así. Efectivamente, nos colgamos de una idea creada hace 50 años, pero si la obra es vieja, nuestras realidades están presentes como amenazas tangibles y con tendencia a empeorar. No, ningún extraterrestre nos va a destruir violentamente privándonos de nuestras fuerzas de gravedad, rotatoria o traslatoria, no.
Lo que ya estamos produciendo es la descomposición de todas nuestras formas de vida digna, las que se derivan de concepciones filosóficas que el mundo occidental creó hace 3 mil años, precisando la dignidad de la conducta humana. Su concreción fue mediante el mejoramiento de su calidad de vida, entonces inventamos la democracia, el desarrollo y la salud, aceptando mil errores.
Todo eso está en progresiva descomposición, no sólo en lo abstracto de la filosofía y sus valores sobre la calidad de la convivencia armónica, sino en lo material. En nuestra ruta todo está o pronto estará hundido en una degradación general.
Abundan los indicadores: nuevas enfermedades, aumento de la pobreza, destrucción ambiental. Hay dolorosas llagas ya presentes que, en consecuencia, sangrarán mañana: líderes políticos que asustan más que crear climas bonancibles, guerras limitadas con más riesgo de crecer que de extinguirse.
El discurso inaugural de Trump es una inquietud mundial. Como previó San Juan: ¿acabará por surgir otro anticristo, tipo Napoleón y Hitler? El futuro presidente es el hombre más poderoso del mundo en décadas y controla el motor y el timón del país más fuerte nunca visto.
Un tema que le es preferido son aquellas guerras en un momento clasificadas como locales, Ucrania, Palestina, Siria, Irak, Líbano, Israel, dejaron de serlo ya que irradian peligros de convertirse en algo mayor como ser detonador de otros conflictos mayores o no militares.
El narcotráfico como mal social del que no pueden desvincularse el lavado de dinero y tráfico de armas es un factótum de alarma mundial. ¿Qué países son proveedores de capital y armas a los ejércitos hoy en guerra?, pues los mismos que hablan de paz. Según el Instituto Internacional de Investigación de las Armas de Estocolmo, 75 por ciento lo proveen entre EU, Rusia, China, Francia y Alemania.
En este leve repaso no puede desestimarse, porque son piezas en el tablero, a países que pasan por malos momentos y, por ende, son víctimas tangenciales de los poderosos y de sus propios conflictos: México con el narco; Georgia libertaria; Venezuela, Cuba y Nicaragua en ruinas; Argentina desgobernada; Corea del Sur golpista; Colombia con narcoguerrilla; España en crisis política y enfrentando a Marruecos; Perú con presidentes encarcelados y otros efímeros, y Bolivia que no puede vivir después de Evo.
De aceptarse que el mundo sangra, que se deshace sin buenos horizontes, volveríamos nuestras esperanzas a aquel extraterrestre que amenazó con poner al mundo en orden; sin embargo, las predicciones son contrarias: estamos solos y nos esperan cuatro años de violencia extrema, los de la era Trump II, el comandante de la gendarmería universal con objetivos, metas y tiempos que sólo él determina, porque sólo a él convienen.
Dentro de tan preocupante esquema estamos nosotros, sus fastidiosos vecinos. México, que, desde la óptica del ogro, somos el origen de sus males. Para salvar la dignidad y entereza habremos de acudir a artes diplomáticas, a habilidades negociadoras y hazañas concretas gran sentido práctico.
El elemento complementario de la fórmula es el hecho incontrovertible de que el ogro no come lumbre. Para bien o mal, algo sabremos el próximo 20 de enero.