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James Cameron, cineasta y activista

C

reció en Canadá en el contexto de la guerra fría y el peligro de desaparecer por una guerra nuclear. Estudiante poco sobresaliente en las materias que cursaba en la escuela, destacó en cambio como dibujante de seres extraños del universo y lector de novelas de ciencia ficción. Estos dos campos se reflejan en la obra de uno de los grandes creadores del cine: James Cameron.

La acostumbrada exposición de cada año de la Cinemateca de Francia está dedicada ahora a destacar la importancia de las obras de James Cameron, muy en especial la amenaza nuclear, la crisis ambiental por las actividades humanas, su fascinación por los confines del conocimiento científico y la inteligencia artificial.

Su papel de explorador del océano, al crear un submarino capaz de llegar a la parte más profunda de la fosa de las Marianas, hazaña que logró en 2012. Todo ello se refleja en películas como El abismo (1989), Titanic (1997) y Avatar: Rl sentido del agua (2022)

Otro de los temas esenciales en el cine de Cameron es el que va de la vida a la muerte y de la muerte a la vida en El abismo (1989); el que lleva del futuro al pasado en El exterminador (1984); el de la memoria en Titanic, en cuya producción Cameron y el equipo de rodaje en Rosarito, Baja California, capturaron para la película imágenes reales del naufragio.

Él reconoce el reto que le significó el diseño de los na’vi de Avatar (2009); afirma que debían ser convincentemente alienígenas, pero no demasiado extraños como para que los humanos no pudiéramos identificarnos con sus deseos y emociones.

En la exposición, que incluye material espléndido utilizado en sus películas, se destaca cómo fue uno de los primeros en decir que sólo tenemos este planeta. Que no hay segundas oportunidades para nosotros.

Nos lo recuerda con la luna de Pandora en Avatar, rebosante de biodiversidad a gran escala. Sus plantas, animales y personas están conectados por una red neuronal sensible que infunde el saber del mundo, poniendo de relieve que la vida es una red de organismos interdependientes.

Activista ambiental, James Cameron emplea esta metáfora con el propósito de recordarnos que no vivimos separados del mundo natural, sino que dependemos de él para sobrevivir.