En la Ciudad de México se identificó que 41.16 por ciento del territorio presenta algún nivel de degradación ecológica y sólo se han realizado acciones de restauración en 6.25 por ciento de esta superficie.

Entre los factores de esta degradación está el crecimiento del área urbana, la pérdida de área forestal por actividades agrícolas, el sobrepastoreo, los incendios, e incluso la invasión de especies exóticas, tanto de plantas como de animales, entre otros, de acuerdo con la primera evaluación del Índice de Biodiversidad Urbana elaborado por la Secretaría de Medio Ambiente (Sedema) y la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio).

A partir de información de 2019 a 2020, la Sedema y la Conabio refieren que la urbe cuenta con 23 mil 929 hectáreas de áreas protegidas bajo distintas categorías, pero sólo es efectiva en 18 mil 901, lo que representa 12.76 por ciento.

La presión ejercida por la población sobre el territorio para satisfacer las necesidades de vivienda y servicios básicos, es una amenaza para la biodiversidad. Estas acciones provocan cambios en el uso del suelo y generan tensiones e impactos ambientales al transformar parte de las áreas protegidas en zonas urbanas, exponen.

Las especies exóticas invasoras son otra amenaza pues compiten con las nativas, lo que dificulta su supervivencia y la integridad de los ecosistemas. En el caso de las aves se tienen identificadas 13 especies y 278 plantas, entre ellas el lirio.

El documento advierte que los daños irreversibles en cuerpos de agua del sistema lacustre de la cuenca (drenado y secado de lagos y entubamiento de ríos), así como el sellamiento del asfalto que impide la recarga del acuífero, tienen efectos en la dinámica del agua subterránea, propiciado hundimientos e incrementado los escurrimientos torrenciales que inciden en la calidad y cantidad de líquido.