ara atender adecuadamente el encargo de Alejandro Svarch como director general del Organismo Público Descentralizado-IMSS-B, conviene considerar que brindar asistencia a comunidades semiurbanas-urbanas vía telefonía móvil no es acción comunitaria (AC) en salud. Tampoco lo es ubicar población con padecimientos crónico-degenerativos presumiendo que para ello se hizo trabajo comunitario
(como publicita Salud en tu vida de la CDMX) enfocado a quienes padecen enfermedades, sin consideración alguna a la atención primaria a la salud (APS).
¿Qué hacer con la población sana y con la prevención de su salud? En pandemia atestiguamos cómo autoridades de Chiapas, Puebla, Oaxaca y Tabasco ostentaron un modelo comunitario
para enfrentarla. En verdad aludían a las ruinas que legó el neoliberalismo del programa IMSS-Bienestar original. Gobernadores comunicaban haber descubierto
el hilo negro en materia comunitaria
, sorpresa que se diluyó hasta desaparecer. La APS y su correspondiente AC no volvió a mencionarse (Cfr. 2024, Sánchez, Leal, Escobar y Rivera, Seis modelos de atención en la 4T, en elaboración). La AC constituye la APS, pero no puede confundirse con la participación social. Su estatuto es diferente y mucho más profundo.
El Plan Maestro para la desmedicalización de la OMS (Alma Ata, 1978) estableció cuatro programas: la APS como puerta de entrada, lugar donde satisfacer la mayoría de las necesidades sanitarias y un modelo clínico-asistencial con menor farmacoterapia y mayor calidad de la atención, revalorizando métodos biosicosociales dentro del acto clínico.
También entrevista clínica y escucha activa, ampliando funciones de la medicina primaria, brindando atención integral –preventiva, curativa y rehabilitadora– continuada a lo largo de la vida –transversal al núcleo familiar– con participación y empoderamiento comunitarios. Esta primera formulación sería ampliada hacia una visión de la APS como ausencia de enfermedad (OPS-OMS, 2019, Salud universal en el siglo XXI: 40 años de Alma Ata).
Es claro que la AC forma parte de la APS y ocurre donde viven las personas y sus entornos. Al levantar diagnósticos de salud comunitarios inician acciones para modificar hábitos comunitarios integrando determinantes de la salud que pueden alterarse en mediano plazo. La AC opera el trabajo que modifica entornos sicosociales familiares y ambientales.
La AC suma la participación organizada de la comunidad mediante asambleas, comités de salud, escuelas y grupos etarios para jerarquizar los riesgos locales de salud del entorno y con ello levantar el diagnóstico de salud resultante de un diálogo respetuoso. Ello promueve una toma de decisiones que planea las acciones médicas inmediatas y luego incide sobre las causas que generan esos daños a la salud. Finalmente, evalúa periódicamente el impacto de sus resultados.
La AC no es sólo participación social, porque su punto de partida clasifica áreas geográfico/poblacionales de responsabilidad en la infraestructura de servicios, luego intercambia instrumentos de capacitación-supervisión-abastecimiento y participación comunitaria definiendo espacios factibles de coordinación programática.
La AC conlleva procesos organizacionales de participación comunitaria construidos sobre sus necesidades para impactar en salud mejorando la calidad de vida. Busca que las comunidades operen sobre los determinantes de salud con promoción-difusión-información y educación permanente para el autocuidado. No invoca la participación social en general.
Con ella las personas actualizan su derecho a la salud y ordenan la asistencia médica. Esas personas integran una familia en una comunidad. Nunca son sólo receptoras de acciones ofertadas desde los servicios de salud. La comunidad es un actor social: un sujeto que decide sobre su salud. La AC cubre sus necesidades epidemiológicas, ciclos de vida, respetando la pertinencia cultural, el género e integrando una nueva atención con relación médico-paciente. Por ello no es mera participación social. Es mucho más profunda.
Ello refuerza el trabajo sobre maltrato infantil, embarazo adolescente, suicidio adolescente, depresión, salud del adulto mayor, violencia de género y feminicidio, entre otros. Todos ellos, problemas solubles desde dentro de la comunidad, no en el centro de salud. La AC previene y anticipa actuar cuando el daño ha tocado ya a la puerta. Integra a la APS y no es mera participación social.
Como declara el doctor Kersenovich: la práctica médica tradicional ha sido reactiva
. Los avances permiten visualizar una medicina anticipatoria
( Salud pública de México, 66.5.24). Remontar con real APS y su AC la improvisación puramente asistencial que Zoé Robledo –siguiendo instrucciones del entonces presidente López Obrador– llevó a cabo en el OPD durante los años 2022-2024, es una de las grandes tareas de Alejandro Svarch. Nunca será suficiente invocar en abstracto sólo eficiencia, eficacia y efectividad.
* UAM-X