En el homenaje que le rindió la Secretaría de Cultura Federal se congregaron sus hijas, nietas, bisnietas, amigos y admiradores
Domingo 1º de diciembre de 2024, p. 5
El público se puso de pie. Aplaudió y soltó: “Silvia Silvia…”.
Las palmas y las porras anunciaban su última presentación. Pero esta vez no era el pizarrazo inicial del rodaje de un filme, el estreno de una obra teatral o el inicio de una emisión televisiva. Ahora, llegó de forma metafísica al máximo foro del país, el Palacio de Bellas Artes, nada más para despedirse y dejar a su gente el sello de su mejor obra: su carisma.
Silvia Pinal, matriarca de una familia, hizo que al mediodía del sábado –durante un homenaje que le rindió la Secretaría de Cultura del Gobierno de México–, sus herederas se tomaran de las manos encima de un ataúd de madera fina y le susurraran un adiós.
La actriz, una de las últimas protagonistas de una época dorada del séptimo arte y sin duda, una mujer adelantada a su tiempo, tuvo su despedida, que convocó a cientos de medios de comunicación que llegaron al inmueble del Centro Histórico para tener la mejor foto, el mejor video, la mejor narración de su última aparición.
La también productora fue reconocida en vida hace dos años en este mismo inmueble, y ayer, su convocatoria mediática se dejó ver.
70 años de carrera artística
En el acto, desde las escaleras, cercanas al lobby del teatro, los solistas del Ensamble del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal) sonorizaban con Selección de Réquiem, de Gabriel Fauré, Requiem de Fauré Op. 48, entre otras piezas que olorizaban el lugar con mucha paz.
Ante el féretro, hicieron la primera guardia sus hijas Sylvia Pasquel y Alejandra Guzmán, así como las funcionarias Alejandra de la Paz, directora general del Inbal y Claudia Curiel de Icaza, secretaria de Cultura Federal.
Esta última se refirió a quien logró 70 años de carrera artística y fue una estrella del cine mexicano; empresaria, madre, pilar de una dinastía, “diva única a la que celebramos. Es un honor rendirle homenaje a una mujer que el pueblo de México recordará con orgullo. Sus personajes rompieron estereotipos. Las mujeres que Silvia Pinal reveló en las pantallas fueron testimonio vivo del parteaguas de dos tiempos. Cómo olvidar su cinta Viridiana, que la forjó como una de las mejores actrices de su época luego de que la cinta, dirigida por Luis Buñuel, ganara la Palma de Oro (en el festival) de Cannes”.
Ella –abundó Curiel de Icaza–“abrió el camino para las mujeres en las artes. Trabajó con quien soñó y también fue una musa para artistas como Emilio Indio Fernández o Diego Rivera, y alumna de personalidades como Carlos Pellicer o Salvador Novo. Tenía un corazón rebelde y encabezó proyectos que confrontaron a la época. Los medios de comunicación no fueron los mismos luego de Silvia Pinal, quien supo del poder de las pantallas para derribar tabúes, al visibilizar temas de los que se sabía pero que no se hablaba demostrando que la televisión podía ser una aliada para la defensa de las personas”.
Muy agradecida con el acto, tomó la palabra su primera hija, la actriz Sylvia Pasquel: “Se va mi compañera de tantos años. Duele perder a la diva pero también a mi madre amada, mi niña, con la que compartí desde una concha de pan hasta la caricia más tierna. Mi hermosa tierna simpática y ocurrente, vuela alto…”
En su turno, la cantante Alejandra Guzmán, la otra heredera, cogió el micrófono para expresar que era un honor sentir el cariño de todo México. Estuvimos todas cuando tuvo su último suspiro; se fue tan tranquila que merecía descansar. Ella siempre me enseñó cosas que llevaré. La mejor herencia es tener esa casta, esa raíz que echó. Siempre me enseñó que este matriarcado tenía magia, arte, cosas que llevaremos todas. Me enseñó a amar el escenario a entregarme a esa lucha. Te amo, te necesito y gracias por ser eterna
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Michelle Salas, su bisnieta, compartió: no sólo fue pilar en nuestras vidas, sino un faro de luz para su familia y su gente. Mi bisabuela fue una mujer adelantada a su tiempo, una guerrera que luchó por su familia y por todas las mujeres. Nos mostró que el verdadero poder está en los valores, en nuestra determinación y la capacidad de mar profundamente y su legado es infinito, porque fue un ejemplo de cómo romper paradigmas. Hoy que me despido de ella quiero quedarme con el mejor regalo que me dio, su amor incondicional. No es un adiós ella ahora es parte de las estrellas... Cada vez que vea al cielo me dirás: pórtate bien canija
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La madre de Michelle, la cantante y actriz Stephanie Salas, recordó que cuando íbamos a comer, en todo lugar le pedían autógrafos. No entendía pero les pedía que la dejaran comer. Con el tiempo entendí que no sólo era mi abuela, sino parte de todos, y compartirla fue maravilloso. Gracias por hacernos tomar esta carrera y compartir tu sabiduría. Ser autosuficientes amantes del arte
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En la ceremonia, la gran Silvia Pinal, Ariel de Oro para la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas, siguió siendo reconocida por el Ensamble de cantantes con tres piezas de María Grever: Alma mía, ejecutada por Linda Saldaña, Júrame, con la voz de Angelina Rojas y Despedida, con la interpretación de Plácido Ávila.
Las música de otra mujer sonó; del repertorio de Consuelo Velázquez se escucharon Bésame mucho, con Eva María Santana a la voz y Amar y vivir, con Tania Solís.
También llegó la cantante María del Sol, quien cantó una pieza de su autoría: Nos volveremos a encontrar.
Visiblemente conmovido, el cantante Humberto Cravioto acompañado del mariachi del Ballet de Amalia Hernández (con algunos bailarines que ejecutaron diversos números), le dedicó Nube viajera (Jorge Macías) y La barca de oro, autoría de Cuco Sánchez. El Ballet Folklórico de México de Amalia Hernández amenizó y los solistas del Ensamble sellaron el acto con otras piezas como Besos robados, de Jorge del Moral o Dime que sí, de Alfonso Esparza Oteo.
Así, entre ovaciones, rehiletes dorados, salió el cuerpo físico de Pinal rumbo a una funeraria dejando a su paso una estela de amor y cariño.
A su paso por la ciudad un fanático recordó a Silvia Pinal con una estrofa prestada del poema A la que pasa, de Charles Baudelaire: Relámpago en tinieblas, fugitiva belleza. / Por tu brusca mirada me siento renacido. / ¿Volveré a verte? ¿Serás eterno olvido?