ientras los desastres climáticos avanzan por todo el mundo, las decisiones más notorias de la 29.ª Conferencia de cambio climático de la ONU (COP29) realizada este noviembre en Bakú, Azerbaiyán, empeorarán la situación.
La primera de esas malas decisiones fue aprobar un nuevo marco para mercados de carbono. La segunda, que se impuso sin consenso en el último momento de la conferencia, fue una paupérrima meta de financiación para apoyar a los países del Sur Global a enfrentar la crisis.
Es paradójico que un organismo de la ONU decida dar nuevo aire a los mercados de carbono, un invento que ha mostrado ser dañino e inútil para enfrentar el cambio climático y cuyo valor cayó en picada el último año, luego de la revelación de múltiples fraudes y violación de derechos humanos en esas operaciones.
Un artículo de la revista científica Nature del 14 de noviembre de 2024, mostró que menos de 16 por ciento de los proyectos de mercados y compensaciones de carbono tuvieron impacto en la reducción real de emisiones de gases de efecto invernadero. El estudio se basó en el análisis de 2 mil 436 proyectos de ese tipo. Encontraron, por ejemplo, que los proyectos de plantaciones y manejo forestal no tuvieron ningún efecto adicional al papel que los bosques ya jugaban en el control del cambio climático, pero algunos de ellos, como REDD+, tuvieron impactos sociales negativos (Probst,B.S. et al, Nature Communications 15, 9562, 2024, https://doi.org/10.1038/s41467-024-53645-z).
De ese ínfimo 16 por ciento de proyectos que tuvieron algún efecto para reducir emisiones relacionadas al cambio climático, 11 por ciento fue mejora de estufas de cocina rurales, 16 por ciento fue eliminación de gas SF6, y 68 por ciento para eliminación de uso de clorofluorocarbonados (HFC, por sus siglas en inglés) usados en refrigeración, causantes del agujero de la capa de ozono. Esos tres rubros no son comercio de créditos de carbono, sino pagos para dejar de usar ciertos elementos.
Lo cual muestra que casi la totalidad de los créditos de carbono que se comercian no han servido para nada, salvo para crear un negocio a empresas y agentes de mercados especulativos, pero de ningún modo para enfrentar el cambio climático. Al contrario, como esos créditos los compran empresas altamente contaminantes para aparentar que están disminuyendo sus emisiones de carbono aunque siguen aumentándolas, en realidad es un mecanismo que empeora el cambio climático.
En los últimos dos años se han revelado varios escándalos relativos al engaño de las mayores certificadoras de créditos de carbono, como la empresa Verra, que actúa también en México. Una investigación del diario The Guardian mostró que 94 por ciento de los créditos certificados por Verra eran fantasmas
, es decir, inventados por métodos de medición exagerados para generar créditos de carbono que en realidad no existen (https://tinyurl.com/49z5z7x8).
Por si fuera poco, en muchas de las comunidades donde se han llevado a cabo estos proyectos, se han comprobado todo tipo de violaciones de derechos humanos, desde apropiación del manejo territorial por parte de ONG y empresas, a violaciones sexuales y desplazamientos de comunidades. Un mapa global de proyectos de compensaciones de carbono muestra que existen abusos contra comunidades indígenas en 72 por ciento de esos proyectos (https://etcgroup.org/es/content/stop-carbon-offsetting-now).
Las normas aceptadas en la COP29 están bajo el artículo 6 del Acuerdo de París del convenio sobre cambio climático (CMNUCC), que permite a los países cooperar
para reducir emisiones. Por ejemplo, transferir o vender los créditos de carbono que se obtengan por reducir emisiones en un país del Sur a otros del Norte o a empresas, para que los segundos reporten menos emisiones de las que realmente tienen.
Pese a los repetidos escándalos de fraude y alertas de que el mercado de carbono es nocivo para el cambio climático, se aprobó un estándar muy vago y laxo para su funcionamiento, presentado por el Cuerpo Supervisor del artículo 6.4. En este se incluyen las llamadas remociones
de carbono, formas de capturar y almacenar carbono una vez emitido a la atmósfera. Éstas no previenen que se sigan emitiendo y aumentando los gases de efecto invernadero, solamente crean un negocio para las empresas de tecnologías de geoingeniería que afirman, sin pruebas, poder capturar y almacenar en forma permanente los gases luego de emitidos, lo cual es una falacia ambiental y climática de alto riesgo (https://tinyurl.com/2rjeysr6).
Finalmente, las trasnacionales y países del Norte Global, principales causantes del cambio climático, impusieron una meta absurda de financiación a los países del Sur para enfrentar la crisis climática que sufren, pero no provocaron. Los países del Sur manifestaron que necesitan un mínimo de 1.3 billones de dólares anuales en financiamiento público y predecible, pero la cifra impuesta fue de 300 mil millones, que puede ser financiamiento privado, como mercados de carbono. O sea que esa financiación incluso puede empeorar la crisis, en lugar de ayudar a enfrentarla. Para dar una idea de la desproporción: un estudio publicado en Nature en 2023, estima que los daños por cambio climático a los países del Sur alcanzarán 170 billones de dólares en 2050 (https://tinyurl.com/ympsmwwf).
* Investigadora del grupo ETC