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Misha Arias logra hacer catarsis en la obra Con el dedo en el gatillo

El actor desarrolla en el Teatro Casa de la Paz la figura de su abuelo, el general Joaquín Amaro

 
Periódico La Jornada
Viernes 29 de noviembre de 2024, p. 5

En un acto catártico, el actor Misha Arias de la Cantolla y Amaro se enfrentó a sus fantasmas y demonios, al crear la obra de teatro documental Amaro: Con el dedo en el gatillo, que aborda la compleja figura de su abuelo, el general de división y secretario de Guerra y Marina Joaquín Amaro Domínguez (1889-1952).

Estrenada en el Teatro Casa de la Paz, Arias de la Cantolla no niega el carácter conflictivo de su pariente; incluso, este monólogo comienza con la siguiente pregunta: ¿Tú eres nieto del general? Sí. Tu abuelo mató a mi bisabuelo. “¿Qué hace uno con esta información? ‘Perdóname, discúlpame’... no hay palabras para decir algo así”. El histrión reconoce que hay quienes lo tratan de enemigo, de traidor.

Aparte de catártica, la obra refleja mi verdad, porque a pesar de todo fue alguien que a sus 22 años fue a pelear a la Revolución. De origen humilde, nacido en Corrales de Ábrego, municipio de Sombrerete, Zacatecas, “nunca pensó que llegaría a tener una estatua de bronce en Paseo de la Reforma.

Hay personas, sobre todo, territorios o estados, donde lo abrazan y aplauden; sin embargo, hay sitios en los que cuidado con decir que eres Amaro, porque no somos bien recibidos.

No lo acuso ni le aplaudo

“Pues sí, tuvo sus fallas. El movimiento cristero –no sé cómo llamarlo para no banalizarlo– fue un gran bache dentro de su carrera”, reconoce Arias de la Cantolla en entrevista con La Jornada.

Ésta es mi manera de presentar a mi abuelo como una figura compleja, sin hacer un juicio. No lo acuso de nada, ni le aplaudo; bueno, sí le aplaudo un montón de cosas, porque fue muy disciplinado y restructuró al Ejército Mexicano, algo que era necesario. Más bien lo abrazo en esa complejidad.

En el programa de mano se dice del actor, creador de la obra junto con Gabriel Yépez, que es el último nieto, en línea directa, del general de división, ya que su madre fue la hija más chica de Amaro. “Desde pequeño escuchaba a mi mamá decir: ‘tengo que escribir sobre mi familia’; luego, tantas historias que oía de mi abuelo”.

En los tiempos en que Arias de la Cantolla perteneció a la Compañía Nacional de Teatro, trabajó en Los grandes muertos, hermosa saga que Luisa Josefina Hernández escribió sobre su familia de Campeche. En ese momento pensé que me encantaría decirle que escribiera sobre mi abuelo y esas voces que han formado parte de una historia que no sólo es mía.

La obra combina elementos documentales, multimedia y recursos teatrales, que incluyen pláticas grabadas con sus familiares. “Cada vez que iba a casa de mis primos para entrevistarlos, decían: ‘qué interesante, vas a personificar al abuelo’. Había esta idea de que me iba a poner las botas para recrearlo y hacer algo muy ficticio”, expresa.

El actor y Yépez encontraron el punto de partida en “una obra que hice hace muchos años con Ricardo Díaz, No ser Hamlet, una desestructuración del personaje, ya que me sonó mucho la imagen del fantasma”. Porque “una vocecita interna me decía: ‘tengo que escribir’. Era la voz de mi abuelo, del fantasma”.

En toda su carrera es la primera vez que Arias de la Cantolla se encuentra solo en el escenario: “Es algo que le sucede a Hamlet, que pregunta: ‘¿por qué mi papá se presentó ante mí’. Y, la incertidumbre de decir: ‘ahora, ¿qué hago con esta verdad? ¿Qué hago con todo esto?’, porque soy el último y cargo con esta línea directa de la tercera generación”.

Para el actor, todo el teatro es catártico, no importa la obra o el personaje interpretado: Imagínate estar en escena y hablar de mi mamá; es decir, desnudar totalmente el alma y hablar de mi familia, de mis abuelos, de mis papás. Desde la tercera llamada, tenía ganas de llorar, de escuchar a mi familia, cómo lo van a tomar. Porque cada quien tiene su verdad, y ésta es la mía.

Es un monólogo al que Arias da dinamismo mediante la tecnología: Como dice De Tavira, un actor no sólo repite lo que le dicen: es un creador. Me importa decir cuál es mi voz, qué quiero decir como artista.

Amaro: Con el dedo en el gatillo tiene temporada hasta el primero de diciembre, de viernes a domingo, en el Teatro Casa de la Paz (Cozumel 33, colonia Roma).