Perder la casa
na de las peores desgracias materiales por las que puede atravesar una familia es la pérdida de su hogar. Muchos vagabundos que pululan por el mundo comenzaron a deteriorarse física y mentalmente cuando fueron despojados de su vivienda. De ahí, pasar a consumos crecientes de drogas y alcohol o a la depresión y la pérdida de la esperanza es un paso casi natural.
Son pocas las personas que mantienen la cabeza fría con este tipo de problemas y son menos las que por gusto deciden vivir en un barril como el cínico Diógenes de Sinope, quien despreciaba los bienes materiales y se conformaba con un lugar que lo protegiera de las inclemencias de la naturaleza.
En nuestra época, quien no puede pagar la renta o pierde su casa se vuelve vulnerable. Este problema se recrudece con la urbanización. Entre más gente se concentra en las ciudades más se incrementa el precio de la vivienda y se dificulta encontrar un lugar dónde vivir.
Con la creciente migración el problema de la vivienda se recrudece. Pocas veces en la historia se ha presentado un desplazamiento tan amplio de personas como sucede en la actualidad. Además, el recién llegado sin recursos sufre el rechazo de la población local.
Se puede pensar que el problema de la vivienda se concentra en las regiones pobres del mundo, pero no es así. La población que tiene mayores temores por la falta de viviendas adecuadas es la de los países ricos.
De acuerdo con Statista Consumer Insights, Canadá es el país donde la gente se preocupa más por la vivienda, así lo manifestó 58 por ciento de la población encuestada. Le siguen Países Bajos, con 56 por ciento; España y Australia con 52 por ciento y Estados Unidos, donde 38 por ciento de la gente manifiesta que la falta de vivienda es el principal problema a resolver.
En cambio, en regiones de menor desarrollo como América Latina la preocupación es menor. En Brasil, 33 por ciento considera la falta de vivienda como el mayor problema social y en México, tan sólo 30 por ciento.
No contar con una vivienda hace la diferencia entre la incertidumbre y la tranquilidad, por eso es que muchos países enfrentan este reto como parte de sus políticas públicas en beneficio de los sectores de menores recursos.