l nuevo paradigma de lo biocultural fue analizado en un evento internacional celebrado en París los pasados 13 y 14 de noviembre, al que fuimos invitados, auspiciado por la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales y el Consejo Nacional para la Investigación Social de Francia. Al mismo tiempo, en México ocurrió un hecho inusitado. El director de la Comisión Nacional de las Áreas Naturales Protegidas (Conanp) recibió a los representantes del Corredor Biocultural de Guerrero, alianza de 12 núcleos agrarios de cinco municipios que acuerpan 198 localidades de tres culturas indígenas (nahua, ñuu savi y me’phaa) y con una superficie de 92 mil hectáreas de la Región Montaña de Guerrero, que le plantearon modificar la Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente (LGEEPA). Su propuesta, fresca e innovadora, procedente de una organización intercomunitaria que se inició desde 2020, consiste en promover una reforma legal para que el artículo 46 de la LGEEPA incluya corredores bioculturales, lo cual fue aceptado por el director de la Conanp, quien prometió realizarlo en 2025. Durante el periodo neoliberal y ante la presión de las organizaciones rurales, los gobiernos inventaron una modalidad que quedó registrada como conservación voluntaria
de áreas naturales, que evitó conceder una categoría de conservación para ejidos y comunidades. Fueron los tiempos de lo anticampesino.
Hoy, además del Corredor Biocultural de Guerrero existe el Corredor Biocultural Estuarino en Sonora y Sinaloa, formado por seis esteros que además son Sitios RAMSAR de conservación internacional, y que pertenecen a tres comunidades indígenas: comcaac (seri), yoeme (yaqui) y yoreme (mayo). En conjunto, este corredor costero conserva ballenas, delfines, lobos marinos y tortugas, además de la flora de los manglares, y promueve la organización intercomunitaria y la defensa de los territorios.
Otra iniciativa es el Corredor Biocultural del Manatí de Quintana Roo (https://www.facebook.com/profile.php?id=100088405605470) dedicado a la educación, turismo sustentable y cuidado comunitario del manatí. Esta iniciativa ciudadana ha realizado tres talleres de capacitación en comunidades costeras y otras acciones, encabezadas por la ONG One Earth.
Similarmente, pero antecediendo a los corredores, seis municipios mayas del estado de Yucatán en otra alianza intercomunitaria (Muna, Ticul, Santa Elena, Oxkutkab, Tekax y Tzucacab) decidieron crear la Junta Intermunicipal del PUUC y la primera Reserva Biocultural del país, llevando como testigo de honor al gobierno de Yucatán a través de su Secretaría de Desarrollo Urbano y Medio Ambiente. Esta iniciativa, que nace desde abajo, conserva selvas, flora, fauna y monumentos arqueológicos en 135 mil de un total de 562 mil hectáreas que forman el territorio común.
En el país hay, además, otras regiones que pueden y deben constituirse en corredores o reservas bioculturales. Este es el caso del corredor de los wixarika (huicholes) para la recolección del peyote ( Lophophora williamsii) que va de Nayarit y Jalisco hasta la región de Wirikuta, en San Luis Potosí. La de la región de los Chimalapas, en Oaxaca. La de las comunidades de alrededor de la Reserva de Montes Azules, en Chiapas. Y la de las poblaciones de la Sierra Norte de Puebla, que han creado ya una alianza geopolítica de 234 comunidades nahuas y totonakús en defensa del territorio desde hace una década.
El concepto de bioculturalidad que en nuestro país tuvo su inicio académico con la publicación de dos obras en 2008 ( El patrimonio biocultural de los pueblos indígenas, de Eckart Boege, y La memoria biocultural, escrito por un servidor con la coautoría de N. Barrera-Bassols), siguió su expansión y multiplicación con la Red sobre el Patrimonio Biocultural en 2011, consorcio apoyado por Conacyt y que hoy agrupa a casi 200 investigadores, además de haber sido adoptado por varios programas gubernamentales. Hoy, como hemos visto, está ya en el imaginario y las acciones de los propios pueblos, y felizmente habrá de distribuirse por todos los rincones de la patria en los años que vienen.
Agradezco la información proporcionada por Javier Bailón, Mayolo Hernández, Diana Luque y Geraldine Patrick.