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Grandes potencias, contra el ambiente
C

omo mencioné el lunes pasado, con buenos frutos y pendientes importantes terminó la COP16, la máxima reunión mundial sobre la biodiversidad. Tuvo lugar en la ciudad de Cali, Colombia y registró la mayor movilización social de todas las celebradas. Pero también enconadas discusiones de geopolítica que mostraron nuevamente cómo los intereses de las grandes potencias buscan frenar las acciones que el ambiente requiere con urgencia a escala mundial. Tal es el caso de la obtención de recursos monetarios y acciones claras destinadas a la restauración y conservación de la biodiversidad.

Entre los logros importantes sobresale el Plan de trabajo para pueblos indígenas y afrodescendientes y para las comunidades campesinas. A todos ellos se les reconoció, finalmente, como actores fundamentales en el cuidado y la protección de la biodiversidad. Y la posibilidad real de que su voz tenga más peso en las discusiones de las cumbres futuras. Para tal fin, recibirán acceso a recursos para concretar proyectos que ayuden a salvaguardar la naturaleza.

Otro logro fue el acuerdo global para identificar y conservar áreas marinas de alta importancia ecológica en aguas internacionales, una propuesta que llevaba ocho años discutiéndose sin éxito. Todo indica que será posible establecer un mecanismo que facilite declarar zonas de reserva o conservación en territorios que no pertenecen a ningún país.

Es muy importante recordar que los océanos albergan 80 por ciento de la biodiversidad del planeta y es nuestro mayor aliado climático. Por ello, los programas para revertir los daños que sufren debe ser una prioridad para todos los países. Y, además, porque menos de 9 por ciento de los océanos gozan de alguna protección, mientras continúa la sobrepesca y la extracción de combustibles fósiles.

También en Cali se acordó establecer un nuevo fondo global cuyo objetivo es compartir los beneficios derivados del uso de información de secuencias digitales (DSI, por sus siglas en inglés) de recursos genéticos. La decisión sobre el llamado Fondo Cali establece que las empresas que utilicen información de dichas secuencias digitales en sus productos, deberán destinar parte de sus ganancias o ingresos al fondo. Y que 50 por ciento de éste se destine a pueblos indígenas y comunidades locales en forma directa o vía los gobiernos. Una forma de compartir las ganancias con dichas comunidades.

En cambio no se pudo crear un nuevo fondo de biodiversidad más amplio, al igual que otras decisiones fundamentales. Y ello al no poder tomar decisiones por la falta de quorum en la sesión final, que fue larguísima y extenuante.

Prometer no empobrece , reza el dicho popular. Y en ese tenor es importante mencionar que los países desarrollados no cumplen todavía sus compromisos de proporcionar 20 mil millones de dólares al año para financiamiento internacional de biodiversidad en 2025. Con Donald Trump en la Casa Blanca, cero apoyo de Estados Unidos a dicho financiamiento.

Si bien la movilización gubernamental, de grupos científicos, defensores del ambiente, los pueblos indígenas, afrodescendientes y campesinos, fue multitudinaria, en cambio hay un enorme faltante de la inmensa mayoría de los 196 países que asistieron a la COP16. En efecto, solamente 35 entregaron su Plan de Acción de Biodiversidad (NBSAP, por sus siglas en inglés). Es el documento en el que cada país detalla sus estrategias y acciones encaminadas a cumplir con las 23 metas en la materia con las que se comprometieron para el año 2030.

El gobierno de México presentó el suyo. Incluye 48 metas establecidas como parte de la Estrategia Nacional sobre Biodiversidad (Enbiomex). Entre las acciones que la integran destacan las referidas a crear mecanismos de participación que incluyan a los pueblos indígenas; la prevención y el control de especies invasoras; la restauración de ecosistemas terrestres y marinos, y la sustentabilidad en sectores claves, como son la agricultura, la ganadería y la pesca.

Habrá numerosos análisis sobre la COP 16, pero deseo agregar finalmente que allí se abordó la necesidad de lograr una colaboración más sólida entre las convenciones del clima (la 29 se realiza ahora deslucidamente en Baku, Azerbaiyán), la desertización (el mes próximo) y la biodiversidad. Hoy no existe.