a desde hace un mes, mes y medio, se escucha, tanto en la radio y la televisión como en lugares públicos, un término cuyo nuevo significado ha ido imponiéndose entre el público. En sentido estricto, no se trata de un neologismo, pues la palabra mexicanización
existe desde hace tantos años, como el español tiene de considerarse la lengua nacional de México. Sin embargo, el concepto de mexicanización
ha adquirido matices que dan variaciones distintas a significados que toman otros sentidos.
Así, no hace mucho tiempo, el vocablo mexicanización
traía a la mente imágenes exóticas, más bien agradables, festivas, tales como las escenas idílicas de las puestas de sol en las playas acapulqueñas; las marimbas que se dejan oír bajo los arcos de una plaza veracruzana; el cara a cara con la muerte de los chamacos que la desafían arrojándose en un clavado de lo alto de La Quebrada, persignándose para ser protegidos por la Virgen de Guadalupe y caer en la cresta de la ola solitaria que, con suerte, los acogerá en su fugaz torrente evitándoles el choque mortal contra las rocas que yacen al fondo del precipicio. Cita festiva semejante a la de las corridas de toros, donde se juega la vida y se desafía a la muerte.
Hace unos cuantos días, después de varios tiroteos sangrientos ligados al narcotráfico, el ministro francés del Interior habló de la mexicanización
que amenaza Francia. Por su parte, el ministro de Justicia empleó este término para evocar a los narcocriminales que practican métodos próximos a los de los cárteles sudamericanos, cuyos capos contratan a menores de edad cada vez más jóvenes para ejecutar sus bajas obras y otros asesinatos.
Cuando se desea hacer reconocer un evento como un problema de orden público, se pasa a menudo por un trabajo semántico. Sucede como con el término feminicidio hace algunos años. En general, durante las primeras semanas, se usa entre comillas. Y cuando las comillas desaparecen es porque se reconoce como problema público enteramente
, señala Raphael Haddad, fundador de la agencia Mots Clés (Palabras Claves). El hecho de utilizar, de propulsar en el espacio público un neologismo o una palabra reservada a un dominio muy específico, muy experto, va a darle un eco mediático más importante
, subraya este especialista.
Al utilizar la palabra mexicanización
para referirse al narcotráfico en México, los ministros franceses obligan a los periodistas de esta nación a dar a su público una breve descripción de la criminalidad derivada del negocio ilegal de la droga. La información sobre las actividades delictivas provocadas por este lucrativo negocio no es precisamente una alabanza a la honestidad de los innumerables individuos que forman la red para el buen funcionamiento de este comercio. Después de todo, no debe olvidarse que los capos son serios hombres de negocios
como otros cualesquiera. Sin embargo, la mala fama de este tráfico ilegal, donde reina la ley del terror, así como la información divulgada en Francia por la prensa de este país, información basada en el uso perverso del término mexicanización
, llevó a la embajada de México a enviar, de parte de la Secretaría de Relaciones Exteriores, un comunicado de protesta contra el uso de esta expresión que estigmatiza a México y victimiza de nuevo a las familias mexicanas afectadas por la violencia.
De lo que no cabe duda alguna es de la amplitud que ha tomado en el planeta el narcotráfico. Innumerables son víctimas y criminales. Ya no se trata de una zona delimitada en alguna ciudad de Francia, México u otro país. Los narcos avanzan como un ejército invencible que no teme sus pérdidas ni llora sus muertos. Le sobra la mano de obra criminal y escucha cantar en corridos, bajo el cielo estrellado, las hazañas y proezas de estos chamacos cegados por el brillo de escasos 10 años de lujo prometidos, al cabo de los cuales la muerte los espera… pero ni quién les quite lo bailado.