Dictadura sobre las necesidades // La visión de György Márkus sobre el socialismo realmente existente / V
ay una tercera teoría sobre los países socialistas de Europa Oriental (PSEO) que no es incompatible con el legado de Marx –según la primera parte del libro Dictatorship over needs (título mal traducido en la edición en español, como Dictadura y cuestiones sociales, FCE, 1986) que vengo reseñando en esta serie– que refiriéndose al atraso de estas sociedades (sobre todo la Rusia Imperial) las concibe como un modelo de sociedad precapitalista, y las asocia con el Modo Asiático de Producción (MAP). Las podemos llamar TMAP, que no son defendidas por nadie de la izquierda, sino por disidentes de la izquierda que tienden a adscribirle a los PSEO la conservación de rasgos precapitalistas. Las TMAP destacan la posibilidad de dominación/explotación burocrática, ponen atención a muchos rasgos dispersos de las sociedades precapitalistas como remanentes de una organización tradicional: uso de trabajo forzado o abiertamente esclavo; semiatadura a la tierra; el papel de privilegios no monetarios encubiertos en los altos estratos. Las TMAP ven estos rasgos como orgánicos a la esencia misma de estos sistemas. Muchos radicales se vieron obligados a admitir el viciado y conservador carácter de los PSEO. La modernización cambió sólo la superficie externa de su existencia. Las relaciones dependientes degradantes y brutales desigualdades, y los estilos de vida, han permanecido sin cambios. Lo que se les puede exigir a los PSEO, dice György Márkus (GM), autor de la primera parte del libro referido, es dar cuenta de la grotesca imitación con que la clase media del nuevo aparato trata de reproducir los valores y formas de conducta de sus predecesores prerrevolucionarios, sobre todo de la alta burguesía, así como de su inverso social: el respeto incuestionado de la autoridad. Nos parece, añade GM, que las TMAP fallan al tratar de explicar los rasgos específicos de estas sociedades mediante referencia exclusiva a sus remanentes históricos y enumera tres puntos sobre las TMAP. Primero: los PSEO no pueden ser descritos en términos de un popurrí de rasgos precapitalistas, capitalistas (CPL) y pos-CPL, pues representan un sistema social integral capaz de reproducirse. Sus rasgos preCPL están inscritos y subordinados a mecanismos de reproducción socioeconómica que no tienen analogías en la historia, que son únicos. Muchos de los elementos preCPL más conspicuos parecen tener un carácter local y temporal. Los PSEO pueden funcionar sin ellos. La desaparición de algunos (como el trabajo forzado) hace más civilizado el sistema sin cambiar sus rasgos estructurales. Segundo, los PSEO tienen medioambientes históricos muy diversos. El socialismo realmente existente (SRE) significaba algo diferente en la URSS que en Rumanía. Parece una abstracción razonable y significativa referirse a todos los PSEO como variantes de un único sistema social, de una misma formación social. Este extraño fenómeno histórico de una estabilidad marcada por crisis de colapso encuentra su paralelo en la percepción del sistema como ajeno, impuesto externamente, y a la vez completamente ‘natural’. Esto último resulta de la inmovilización de la imaginación social, intrínseca al funcionamiento y reproducción del sistema. Una vez establecida, la estructura institucional puede reproducirse igualmente bien bajo condiciones de no atraso (como en Alemania Oriental y Checoeslovaquia). Tercero, la pregunta sobre cómo los PSOE tienen éxito al combinar dinamismo económico con conservadurismo social, que conserva rasgos del pasado, incluso de sociedades preCPL, es una pregunta pertinente, pero que no se contesta etiquetándolas como pertenecientes al MAP. Este paralelismo atribuido no funciona, porque en los PSOE el Estado no es sólo el redistribuidor de un excedente generado por mecanismos tradicionales (como en el MAP) sino el director-organizador del proceso de producción.
Si estas sociedades pertenecen a la época mundial capitalista, porque no fueron capaces de crear un nuevo sistema de valores sociales sustantivos, también debe subrayarse, continúa GM, que esta dependencia de un medio ambiente capitalista adopta necesariamente la forma de competencia en el sentido de oposición, no sólo en la esfera de la ideología o la política de bloques de poder, sino de una oposición estructural en el sentido de que los PSOE representan y realizan un camino alternativo al del CPL para la organización de una economía dinámica. El carácter pseudosocialista de la ideología oficial no es un mero remanente de un pasado ya desde hace mucho desaparecido; que expresa ideológicamente, es decir de modo distorsionado, que el SRE constituye una sociedad diferente (y opuesta en algunos aspectos) a las formas modernas del CPL. En este sentido su caracterización como una sociedad pos-CPL está justificada. Por esta razón el intento de tratarla como sociedad atrasada nos parece, añade nuestro autor, una forma de escapismo, pues estas sociedades pertenecen (aunque de manera distorsionada) al movimiento socialista. Enfrentado con los PSEO, el socialismo occidental (SO) no puede asumir la actitud de asegurar que el proyecto práctico social del socialismo que dice representar no tiene nada que ver con las realidades de los PSEO. Esta afirmación es un acto de mala fe mientras no incorpore una crítica clara e inequívoca de las condiciones sociales de los PSEO. El primer paso hacia esto es sin duda un entendimiento de los PSEO que sea adecuada y radical. La mayoría trabajadora en los PSEO no tiene control sobre las condiciones, procesos o resultados de su propio trabajo. Tanto la organización técnica del proceso de producción (PrPr), como las decisiones económicas sociales sobre qué producir y cómo emplear el producto bruto son tomadas por un grupo social distinto (la burocracia) cuyo contingente se renueva a través de una cooptación selectiva que es esencialmente autonombrada. La dependencia de los productores directos respecto a este grupo dominante es tan extensa que no tienen poder de negociación ni individual ni colectivo, sobre su participación en el producto nacional bruto. Ésta es fijada por las decisiones administrativas del aparato burocrático, mismo que es el principal empleador. También moldea (y en gran medida determina), mediante la política educativa, la legislación, etcétera. la macroestructura de la oferta de la fuerza de trabajo (FT) y establece los precios de los bienes de consumo. La realidad social subyacente detrás de la forma legal de propiedad pública, nacionalizada, no tiene nada que ver con la propiedad comunal de los productores asociados ni con la socialización de los medios y condiciones de producción. Hasta aquí hay un acuerdo entre las diferentes teorías radicales de los PSEO; sus diferencias empiezan más allá de este punto, cuando intentan caracterizar positivamente este modo de producción y las relaciones económicas de propiedad involucradas. Tener éxito en este intento requiere sentido común. El argumento que demuestra que la propiedad estatal no involucra derechos de propiedad efectivos para la mayoría, lleva a la pregunta: ¿quién es propietario de los medios de producción nacionalizados?