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Exposición recorrió el fascinante viaje del teatro romano

El Museo del Ara Pacis mostró mediante 240 piezas arqueológicas la evolución de ese arte escénico

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▲ Mosaico con escena de danza y mimo ubicado en el Museo Vaticano; emblema con máscara de la commedia nuova, localizado en Roma, y emblema con máscara de teatro etrusco, hallado en la capital italiana.Foto cortesía Museos Vaticanos y Museo Nacional Etrusco de Villa Giulia
Especial para La Jornada
Periódico La Jornada
Martes 12 de noviembre de 2024, p. 3

Roma. La exposición Teatro: Autores, actores y público en la antigua Roma, en el Museo del Ara Pacis, curada por Orietta Rossini y Lucia Spagnuolo, concluyó con gran éxito y mostró la evolución de ese arte escénico a lo largo de 240 fascinantes piezas arqueológicas. Estos objetos destacan por su singularidad y rareza, y narran una larga historia que se extiende a casi un milenio, desde sus orígenes, en Grecia, hasta la caída del imperio romano.

Según Aristóteles, el teatro tiene su origen en los rituales dionisiacos, de naturaleza mística y cómica. En Atenas, los grandes concursos trágicos se celebraban durante festividades anuales en honor a Dionisio, dios del vino y la fertilidad, manteniendo sus características mediante el uso de máscaras, música, danza y mitos que fomentaban la participación emocional colectiva. La tragedia fue una evolución del ditirambo, composición poética en forma de canto coral dedicada a Dionisio. Las procesiones orgiásticas, conocidas como kòmos, dieron origen a la comedia, como denota el nombre.

La exposición incluye las primeras representaciones conocidas de estos rituales en copas áticas del siglo VI aC, que muestran danzantes ebrios y desnudos. Destaca una peculiar kylix (copa) que ilustra una phallophoria, procesión ritual dedicada al falo, que concluía los festivales dionisiacos, incluyendo canciones, bromas y escenas obscenas.

En esta pieza, un grupo de hombres porta a cuestas un pene enorme con cabeza de caballo y ojos decorados, simbolizando la transmutación en una criatura dionisíaca. Lo cabalga un personaje grotesco, con vientre prominente y trasero exagerado, accesorios típicos de la comedia antigua.

El teatro griego alcanzó su apogeo en el siglo V aC, como evidencia, el famoso jarrón de Pronomos, obra que representa una escena teatral antigua con sus personajes y elementos, incluido Dionisio, su amada Ariadna y varios sátiros. Los actores sostienen sus máscaras, y se observan bailarines, músicos y componentes del coro.

La exposición también enfatiza la enorme pérdida de la literatura teatral antigua: entre los siglos V y II aC, el teatro griego produjo unas 2 mil 300 comedias, de las cuales han sobrevivido 12 (11 de Aristófanes y una de Menandro). De las 312 tragedias atribuidas a los grandes clásicos (Esquilo, Sófocles y Eurípides), sólo se conservan 32 completas. La situación fue aún peor para los autores helenísticos, de quienes nada más se conocen nombres y fragmentos de sus obras.

Esplendor y espectáculo

En la época helenística, las máscaras de terracota halladas en Tarquinia, en el Lacio, reflejan la profunda influencia del culto dionisiaco y del teatro griego, en Etruria, actuando como puente entre Grecia y Roma en la transmisión del teatro, a través de los ludiones etruscos: danzantes con música, pero sin canto. Este legado se enriqueció con la farsa atelana y fliácica del sur de Italia, conquistada por los romanos, lo que llevó a Livio Andrónico, un griego en Roma, a escribir el primer drama en latín en el año 240 aC, considerado el inicio de la literatura latina.

Vasijas de terracota y bajorrelieves muestran escenas teatrales de ese tiempo, junto con estatuillas de máscaras y actores, que permiten visualizar las escenas.

En la Roma republicana, Plauto y Terencio se inspiraron en Menandro y otros dramaturgos de la comedia helenística griega, y se enfocaron en temas cotidianos y familiares en lugar de la sátira política. Así nació la fabula palliata, con personajes y escenarios griegos adaptados a la comedia romana, caracterizados por figuras como el avaro, los amantes, la concubina, el parásito, el esclavo y el criado astuto, entre otros. Las máscaras de estos personajes también se exponen.

En Roma, el teatro era gratuito y accesible a todos, a diferencia de Atenas. Sin embargo, la sátira política estaba restringida y los guiones eran controlados por las autoridades. Las obras se representaban sobre todo en festividades religiosas y se realizaban al aire libre, de día, y, hasta mediados del siglo I aC, en estructuras temporales.

La expansión del Imperio Romano impulsó la construcción de cerca de mil teatros en todo el Mediterráneo, utilizados por Augusto con fines políticos y para lograr consenso social.

De esta época, la exposición incluye fragmentos de frescos del camerino de un teatro en Nemi (sur de Roma), que permiten conocer los objetos de utilería empleados, como el vestuario, las tablillas enceradas para la escritura y los rollos de pergamino con los guiones, entre otros. También se muestran restos de enormes máscaras usadas para el teatro de Marcello en Roma, cuyos restos son aún visibles y que muestran cómo la laicización del teatro redujo los elementos dionisiacos, como las máscaras, a símbolos ornamentales.

El teatro desapareció con la caída del imperio romano, siendo remplazado por los pueblos bárbaros sin tradición teatral. Asimismo, a partir del siglo II dC, el cristianismo atacó este arte escénico por considerarlo institución pagana; figuras como Tertuliano y Agustín lo condenaron. A pesar de ello, el teatro resurgió en las iglesias, manteniendo sus raíces religiosas.

En la actualidad, el Teatro de Siracusa, en Sicilia, representa obras antiguas y contemporáneas, y autores como Pasolini han contribuido a su renovación.