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Disquero
Quincy Jones por siempre
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▲ Quincy Jones en el estudio de su casa, en 1974. El compositor falleció el pasado 3 de noviembre, en Los Ángeles.Foto Ap
 
Periódico La Jornada
Sábado 9 de noviembre de 2024, p. a12

La música consiste en el arte de convertir una chispa eléctrica en belleza. Ese fue el principio que guio a una de esas personas capaces de cambiar el curso de la historia. Además de la ignición, poseía los poderes de establecer las conexiones más disímbolas entre géneros musicales, personalidades, corrientes artísticas e ideologías.

Quincy Delight Jones Jr. llevó en el nombre su destino –Delight = deleite, gozo, placer– y fue lo que compartió con multitudes en sus presentaciones públicas y con ejércitos en los estudios de grabación.

Fue el genio de la lámpara para todo aquel que buscara convertir la chispa eléctrica en belleza.

Como productor, Quincy Jones demostró al mundo que ese trabajo es equivalente al de un editor literario. Sin Quincy no hay disco, así de simple. Sin ella, la editora, no hay libro ni artículo ni nada. Sin ellos no hay belleza.

Pero Quincy no fue solamente productor ni conector. Antes que nada, fue un músico, uno de los más grandes de la historia.

Es por eso que hoy dedicamos el Disquero al músico Quincy Jones, quien dejó el cuerpo físico el pasado domingo.

Su discografía es inmensa, variada, siempre sorprendente. Elijamos el que considero uno de sus mejores discos: Q’s Jook Joint, de 1995, donde reúne a una tropa de artistas en el estudio de grabación en una sucesión de piezas a manera de vasto mural operístico, pues las distintas composiciones se engarzan de la misma manera que las secuencias de una ópera.

La pieza inicial, Jook Joint (Intro) es, efectivamente, una obertura donde escuchamos 29 voces de celebridades invitando a la sesión que está por comenzar. Esa casi treintena de invitados está encabezada por Marlon Brando, gran amigo de Quincy Jones, quien contó en su vida con amistades entrañables, la mayoría de ellas personas muy famosas.

Junto a la voz de Marlon Brando en este disco escuchamos a Stevie Wonder, Lester Young, Dizzy Gillespie, Barry White, Ray Charles, Patti Austin, Sarah Vaughan, Miles Davis, Charlie Parker, Shaquille O’Neal y Bono.

La segunda pieza, Let the Good Times Roll, la estelarizan Stevie Wonder, Bono y Ray Charles, y es la fiesta que anunciaba la introducción al disco, desde el título: Q’s Jook Joint = La Taberna de Q, aludiendo a esos lindos antros a las orillas de las carreteras del sur de Estados Unidos, donde la gente se reúne a comer y beber y bailar con música que nace de una rocola (jukejoint) y que también significa bulla, en el dialecto criollo sureño que mezcla el idioma inglés con lenguas africanas.

Ese término se extiende a manera de metáfora a lo largo del disco dado que la música que suele escucharse desde una rocola equivale a una variedad insólita por naturaleza y eso explica la música miscelánea de este disco en particular y el estilo de Quincy Jones en toda su música en general. Además, el significado entraña también la naturaleza de camaradería, bonhomía y encanto propia de don Cuinci, quien fue amado por todos y por todas.

En sus Memorias no se guarda ningún secreto: narra cómo anduvo con muchas novias al mismo tiempo, todas ellas de belleza extraordinaria, todas ellas distinguidas, todas ellas contentas con el trato de caballero que siempre prodigó don Cuinci Casanova.

El disco de La Taberna de Q extiende a placer los momentos de baile y la mezcla de los elementos que siempre prefirió don Cú: el funk, el soul, el bossa, el gospel, en una sucesión de música exquisita.

El corte cuatro, por ejemplo, You Put a Move on My Heart, es un prodigio soul en la voz de Tamia y una orquestación plena de esplendor, en equilibrio sinfónico y combo de jazz que en realidad se solaza en los pliegues vaporosos del mejor soul. Estamos frente a una música sublime.

Esa pieza es representativa del genio musical de Quincy Jones. Escucharla equivale a quitar todo el ruido, ignorancia y humareda que le han tendido alrededor, limitándolo a lugares comunes como “ganador de un chingo de gramis, productor de Thriller de Michael Jackson, nominado a putamadral de óscares” y demás fruslerías.

En realidad, Quincy Jones es uno de los músicos más importantes del orbe. Sus alcances son inconmensurables y en el terreno puramente musical es uno de los grandes genios en la historia.

Quincy es otro de los prodigios musicales cuya formación y rumbo correcto le debemos a la mejor maestra de composición en la historia: la francesa Nadia Boulanger (1887-1979), respetada como el mejor maestro desde Sócrates y como una de las mejores primeras directoras de orquesta en el mundo.

Entre los alumnos de Boulanger figuran Lenny Bernstein, Aaron Copland y en especial Astor Piazzolla, a quien le dijo: Lo suyo no es la música de concierto como tal, sea usted Piazzolla, y gracias a ella el músico argentino pasó a la historia.

A Quincy Jones le dijo: Tu música no puede ser más o menos del ser humano que eres y desde entonces, dijo años más tarde Quincy Jones, me concentré en cuidar al ser humano.

Todos los testimonios apuntan al gran ser humano que fue Quincy Jones en sus 91 años, desde que nació en la pobreza más tremenda hasta su deceso, rodeado del amor que cultivó.

Todos esos años entrenó su mente: dominó su ego. Se entregó a los demás.

Un ejemplo de esa coherencia fue la noche en que se reunieron muchas luminarias de la música para grabar We Are the World.

Acostumbrado a tratar con luminarias, muchas al mismo tiempo, Quincy Jones dirigió la grabación a partir de esta premisa: Antes de entrar al estudio, por favor depositen su ego en la puerta.

En uno de los documentales que existen sobre Quincy Jones, vemos la sesión entera de grabación y un momento que también lo define: cómo rescató al desvalido, preocupado, vulnerable Bob Dylan, quien nada más no podía con la parte que le correspondía. La ayuda de Stevie Wonder y Ray Charles fue también fundamental.

Consistió en esto el rescate: Voy a ser tú, le dijo sonriente Stevie Wonder sentado al piano y cantó imitando a Dylan, lo cual es de risa loca (como Lennon acostumbraba burlarse del modo de cantar de su amigo Bob) y entonces entendió Dylan: ¡Claro! ¡Debo cantar como Dylan!, y por fin resolvió su intríngulis mientras Stevie Wonder dijo: Voy al baño, ahorita vengo, Yo te acompaño, terció Ray Charles, y alguien de entre las celebridades celebró: ¡Hey, un ciego que acompaña a un ciego!, y entonces se acercó a Dylan don Cuinci Jones para poner la fresa en el pastel, ante la pregunta, rostro de desesperanza dylaniano:”¿Qué es esto?”, a lo que Quincy respondió: Esto es lo tuyo, te va a salir divino, anda, canta. Y Dylan cantó.

Regresemos al disco que hoy nos ocupa: Q’s Jook Joint es un dechado de belleza, conseguida por la trouppe de celebridades entre quienes destacaron músicos que en el futuro serían estrellas, como Phil Collins y leyendas como Barry White, Herbie Hancock, Joshua Redman.

Ahora que dije Herbie Hancock, me viene a la mente una entrevista que hizo un colega a Herbie, mucho muy joven, y a don Cú, ya todo un veterano:

–Bueno, ustedes llevan muchos años juntos –atinó a señalar el reportero.

–Sí –respondió Quincy Jones–: mi padre me llevaba cuando niño a sus conciertos.

Risas de ambos compadres.

El disco que hoy recomendamos es secuela de otra de las obras maestras de Quincy Jones: Back On The Block, que sigue el mismo formato operístico y también con un ejército de celebridades: Ella Fitzgerald, Miles Davis, Joe Zawinul, Sarah Vaughan, Dizzy Gillespie, Dionne Warwick, Barry White, Bobby McFerri, Al Jarreau, entre otros muchos.

Fue el último disco que grabaron Ella Fitzgerald y Sarah Vaughan y uno de los primeros de Bobby McFerrin, y participaciones estelares de Miles Davis (uno de los iguales de Quincy Jones), Joe Zawinul (otro de sus pares), Ivan Lins, Nathan East y toda una tropa de músicos embelesados con el poder de Zeus que esgrimía Quincy Jones frente a la orquesta.

Derivaciones de música africana, mucho funk, deleites en bossa nova, gusto exquisito por el género canción, ritmos latinos, pero sobre todo una orientación sinfónica y operística.

La música de Quincy Jones es un legado magnífico para la humanidad, tan necesitada de asideros en su obsesión por hacer el mal, habiendo tantas cosas bellas por vivir.

X: @PabloEspinosaB

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