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Un curador que se reinventa
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uauhtémoc Medina (Ciudad de México, 1965) es un ejemplo de curador que se reinventa. Después de 11 años de ser el curador en jefe del Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC), dejó el cargo para perfilar una libertad intelectual y académica sin objetivo inmediato y sin responsabilidad institucional.

Medina creció en un entorno en el que la historia mexicana y la vida política e intelectual eran constantes referentes. Asumió la educación y la cultura como un gusto y un deber. Tiene el legado de su abuelo, figura destacada en la educación mexicana del siglo XX: José Dolores Medina Delgado fue un campesino sin tierra que aprendió a escribir y se convirtió en profesor en la primera etapa vasconcelista. Escaló todas las funciones del profesorado hasta volverse una autoridad educativa, lo que lo llevó a recibir la medalla Maestro Altamirano (1971-1972) por 50 años de servicio.

Indeciso entre estudiar literatura y filosofía, Cuauhtémoc optó por la historia. En la Universidad Nacional Autónoma de México se preparó con profesores destacados como Eduardo Blanquel y Alfredo López Austin, entre otros. En el Reino Unido obtuvo su doctorado en historia y teoría del arte por la Universidad de Essex, bajo la dirección de Dawn Adès, reconocida especialista en dadá y surrealismo. Además, estuvo en contacto con Jean Fisher y Nikos Papastergiadis; tomó cursos con referentes de la filosofía contemporánea como Jay Bernstein y Simon Critchley.

Posteriormente, tras su doctorado y de vuelta en México, Medina fue el primer curador de arte latinoamericano de la Tate, Galería Nacional de Arte Británico y Arte Moderno, de 2002 a 2008.

Lector devoto desde su juventud, Medina derivó en la crítica y curaduría de arte por dos casualidades: en la huelga del CEU de 1987, aprendió a valorar la práctica política real, pero en el movimiento entendió que la vocación política no era su camino. Poco después, su amigo cercano Renato González Mello lo invitó a trabajar en el Museo Carrillo Gil con el objetivo de evitar que la colección del museo viajara cada vez que el presidente de la República hacía un viaje diplomático.

En el Carrillo Gil, guiado por Armando Sáenz, se convirtió en curador. Fueron años intensos de experimentación y coproducción con artistas, generando exposiciones que fomentaban la interacción con argumentos académicos, descubrimientos intelectuales y críticas políticas y así crear una cultura viva, polémica y contemporánea.

En diciembre de 2000, con el ascenso del PAN al poder, el entonces rector de la UNAM, Juan Ramón de la Fuente, preocupado por el deterioro en la cultura, convocó a Gerardo Estrada para crear un programa cultural ambicioso. Estrada reunió a Olivier Debroise, Cuauhtémoc Medina y Graciela de la Torre a discutir el futuro, y esa conversación sentó las bases de lo que hoy es el Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC).

Según Medina, el MUAC, adonde ingresó como curador en jefe en 2013, es un espacio que da prioridad a la curaduría y la relación entre el museo y la ansiedad del público, propiciando una sinergia entre estética y crítica. El museo buscó combinar formas culturales contradictorias: la representación de arte crítico, la revisión historiográfica y obras que tienden a la inclusión y la justicia social en el ámbito cultural; un modelo mixto que quería activar la complejidad y la diversidad de la sociedad contemporánea. Es un lugar de desacuerdo, afirma Medina, donde confluyen alternativas discordantes, una cacofonía que representa una esperanza social para aquellos que no están convencidos de que los domine la identidad.

Medina considera que, en los 90, el arte contemporáneo era efímero y precario, un campo de clase media en un proceso recurrente de desaparición debido a la pobreza institucional. Sin embargo, esta tendencia minoritaria se convirtió en una cultura dominante, un poder de élite, un verdadero establishment que detenta prestigio y poder tanto global como local, lo que hace que el juego cultural sea significativo e importante para el público.