El hombre del martillo en Fráncfort, Alemania
i hay algo que sorprende al recorrer el centro de Fráncfort, además de los rascacielos, es una enorme escultura en metal de un hombre que sostiene un martillo que se mueve simulando pegar contra algo. Nada mejor para representar la imagen del hombre concentrado en su trabajo. Se interpreta como una imagen relacionada con el desarrollo industrial alemán.
La escultura, de 21 metros, en metal se encuentra al lado del recinto ferial, la Messe, donde se realizan los más importantes encuentros mundiales en diversas áreas. Frankfurter Buchmesse –feria del libro–, la mundial del automóvil o la de música.
Estos encuentros anuales atraen a miles de visitantes a la ciudad, considerada el centro financiero del país donde tienen su sede las más renombradas instituciones bancarias.
Fráncfort del Meno, como es su nombre oficial –Meno es un río que atraviesa la ciudad de este a oeste– es la quinta ciudad más poblada del país con 800 mil habitantes. Es la capital del estado de Hessen y se ubicada en una región llamada Frankonia, de ahí el origen de su nombre; en los documentos históricos se menciona por vez primera esta ciudad en el año 794. En el siglo XII se autorizaron los primeros encuentros comerciales.
Uno de sus distintivos son sus rascacielos, que se cuentan entre los más altos de Europa. Al ser el centro europeo financiero por excelencia, tienen aquí su sede el Banco Central Europeo y el Nacional Alemán, la Bolsa de Valores y muchas matrices de instituciones bancarias teutonas. También la Unión Europea con sede en Bruselas, Bélgica, ha trasladado algunos organismos descentralizados.
El hombre martilleando (The hammering man) se ha convertido en otro distintivo de la ciudad. Fue inaugurado en 1991 y es obra del famoso escultor y artista estadunidense Johnatan Borofski. Su trabajo escultórico tal vez más conocido son figuras humanas que irrumpen el espacio urbano.
la escultura se convertiría en un proyecto global ,ya que su creador pretende colocar en algunas urbes del mundo este tipo de creación como un intento de conexión humana y un símbolo del hombre trabajador.
Otras ciudades con sus propias esculturas son Seúl, Corea del Sur; San Diego y Los Ángeles, California, y en Basilea, Suiza. Según Borofski, la figura representa el movimiento de la cabeza a la mano y viceversa, de manera constante simboliza al trabajador que hay dentro de cada persona. En sus propias palabras: todos usamos nuestras mentes y nuestras manos para crear el mundo, en medio de la mente y las manos está el corazón.
La escultura tiene un trasfondo de las relaciones entre Estados Unidos y Alemania. Quien encargó el proyecto fue Jerry Speyer, un acaudalado agente inmobiliario estadunidense cuyos antepasados son la familia alemana Speyer, banqueros alemanes que desde el siglo XVII hacían negocios en Fráncfort
Alia Lira Hartmann, corresponsal