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Tu colonia

En realidad se llama San Agustín de Las Cuevas

El centro de Tlalpan, un rincón que alberga historias poco conocidas

Virreyes, presidentes y actores vivieron aquí; los vecinos han rescatado algunas casonas

 
Periódico La Jornada
Domingo 3 de noviembre de 2024, p. 25

Las viejas y enormes casonas de la época colonial que albergaron a acaudaladas familias de virreyes, generales, presidentes, rectores y artistas de la época de oro del cine mexicano cuentan la historia de la colonia San Agustín de las Cuevas, mejor conocida como el centro de Tlalpan.

Entre las estrechas calles empedradas y con pendientes se abre camino don Juan, cuidador de uno de los inmuebles de la calle Moneda; siempre trabajador de San Agustín, ha visto la transformación de El Vaticanito, como también se conoce a la zona por el gran número de congregaciones religiosas que hay, 50 de las 70 registradas, según datos del gobierno local.

En el primer cuadro del centro de Tlalpan hay negocios, oficinas, escuelas, centros culturales, clínicas de salud y más para allá están las casas grandes y ya pegados a las avenidas se pueden encontrar las vecindades, explica el hombre que se niega a decir su edad, pero son muchos y bien vividos.

Completamente encorvado y de caminar lerdo, el anciano se para frente al número 13 de la calle Moneda. ¿Escuchas? Son los chamacos de la escuela porque aquí está la secundaria 29 don Miguel Hidalgo y Costilla, en este edificio donde se hicieron las monedas del estado de México, cuando Tlalpan era su capital, ahora está la escuela, reitera con orgullo.

El inmueble, del que prácticamente sólo queda la fachada original debido a las intervenciones a las que ha sido sometido, es parte de los 64 edificios catalogados como monumentos históricos del centro de Tlalpan por el Instituto Nacional de Antropología e Historia.

La etnohistoriadora Teresa Suárez, oriunda de este lugar, conoce cada uno de los inmuebles, cuyo pasado no sólo estudió, también recreó porque vivió y jugó desde niña en estas 54 manzanas cercadas por las avenidas San Fernando, Insurgentes, la calzada de Tlalpan y La Joya, que conforman la zona donde se crio.

La también narradora recuerda las reuniones en los portales desde donde se hacia el pedido para la distribución del gas y varios insumos: todas las familias se conocían, nos encontrábamos en las caminatas del kiosco.

El amor por el barrio donde nació la incitó a conocer cada rincón de San Agustín de las Cuevas como sitio de descanso del virrey Antonio de Mendoza. La casa que ocupó actualmente es un centro de promoción y defensa del patrimonio cultural a cargo de los vecinos de Tlalpan, quienes emprendieron una dura batalla para rescatarla, pues estuvo a punto de convertirse en un gran proyecto inmobiliario.

De casa del virrey, como se conoce al edifico de Suárez 15, pasó a ser propiedad de Pablo Larque, luego la adquirió la orden religiosa del Sagrado Corazón y tras ser recuperado quedó bajo resguardo del Grupo Tequio, integrado por Consuelo Sánchez, la pintora Ilse Gradwohl, Héctor Díaz-Polanco y el fallecido periodista Carlos Payán, quien donó una biblioteca.

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▲ Digno de visitar lo que todavía tiene aire provinciano, Teresa Suárez ha vivido en la zona que conoce como la palma de su mano.Foto Germán Canseco

Allí se realizan talleres, encuentros, exposiciones, presentaciones de libros y el acceso es libre.

El famoso caldo que cocinaron para Santa Anna

Otro edificio de la época es La Casa Chata, conocida así porque su puerta principal corta la esquina de la calle Miguel Hildalgo; este inmueble fue el centro de descanso del Tribunal de la Santa Inquisición. También aquí se encuentra la casa de Antonio López de Santa Anna, ubicada en San Fernando 106.

La Hacienda San Fernando, que aún conserva su fachada original, es propiedad privada y rentan sus jardines para la celebración de exclusivas y costosas fiestas.

Según la historia oral, en este lugar Santa Anna en una de las grandes fiestas que hacían en San Agustín de las Cuevas, traía una resaca de muertos y pidió a su cocinera que le preparara un caldo. La mujer fue al huerto, juntó verduras, xoconostle y lo preparó; le puso harto chile y se lo dio al general. Tan bueno quedó, que hasta la fecha se sigue hablando del caldo tlalpeño, cuenta doña Rosalía, vecina de la zona, orgullosa del platillo.

Entre las casonas también está la Quinta Soledad, de la congregación marista, convertida en un hotel boutique, la Escuela Pontificia de México, Casa Frissac –que fue habitada por el rector Javier Barros Sierra y el presidente de México entre 1958 y 1964 Adolfo López Mateos.

A las personalidades también se suman Jorge Negrete y María Félix, quienes vivieron en la Finca Catipoato, propiedad de La Doña. Teresa Suárez platica que al número 1 de la calle Matamoros llegó Cartier para recuperar el collar de serpiente que Jorge Negrete le regaló y al parecer no había sido pagado.

En cada rincón de San Agustín hay una anécdota: hasta ahí llegaron Rocío y su madre al escuchar que fue en la calle Magisterio Nacional donde Luis Buñuel filmó escenas de Los Olvidados.

“Fuimos al arco donde el director de la correccional le da 50 pesos a Pedro para comprarle los cigarros y llegamos a la esquina de Magisterio Nacional, donde El Jaibo lo intercepta y se los quita”, relatan las mujeres al recrear la escena que han visto varias veces y no deja de impresionarlas.

El centro de Tlalpan guarda un gran acervo cultural, además de ser lugar de reunión para los adultos mayores que bailan danzón, de las familias en su día descanso o asisten a su fiesta patronal y que gustan de los antojitos del mercado La Paz, construido en la época del porfiriato, o por una bebida en La Jalisciense, la segunda cantina en México que recibió permiso para vender alcohol.