omo mencioné el lunes pasado, a la grave contaminación que sufren los océanos por sustancias tóxicas, basura y sobrexplotación de especies, se suman ahora los proyectos de extraer minerales del suelo marino: manganeso, níquel, cobre y cobalto, por ejemplo. El pretexto: apoyar la transición energética, pues servirían como parte de baterías de vehículos eléctricos, paneles solares y turbinas eólicas, por ejemplo.
Pero esa minería causará daños irreversibles
a la vida y los sistemas marinos. Por eso crece la oposición a permitirla. Legisladores de diversos países, 30 jefes de gobierno, partidos políticos, organizaciones ambientalistas, científicos y centros de investigación de gran prestigio, piden una moratoria y/o su prohibición.
Además, demuestran que la salud del planeta y la lucha contra el cambio climático dependen del buen estado de los mares, pues representan más de 70 por ciento de la superficie del planeta y 95 por ciento de la vida de la biosfera. La moratoria y/o prohibición protegería un patrimonio de la humanidad que alberga una enorme e importante biodiversidad y es fuente de vida de millones de personas.
Un fallido caso: En 2012, la empresa estadunidense Odyssey Marine Exploration obtuvo en el sexenio de Felipe Calderón la concesión para explotar durante 50 años prorrogables, 91 millones de hectáreas del fondo marino ricas en fosfato, componente importante para los fertilizantes. El proyecto se llamaba Don Diego y se ubicaba en el Golfo de Ulloa, en aguas del Pacífico, frente a Baja California Sur.
En un texto que hace parte de La Jornada Ecológica de este mes, y que puede consultarse en https://ecologica.jornada.com.mx/, el doctor Edward Peters, del Consorcio de Investigación del Golfo de México, señala que ese proyecto trabajaría permanentemente todo el año, utilizando grandes barcos para dragar el fondo marino. Allí arrancaría roca, arena y organismos vivos que después trasladarían a los barcos. En ellos los separarían para extraer el fosfato. El resto, de nuevo al mar, convirtiéndose así, advierte Peters, en fuente de contaminación, sedimentación, y potencial radiación por la presencia de elementos radiactivos, como el uranio y el torio
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Pero en 2016, agrega el reconocido especialista, la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) negó a Odyssey el permiso para extraer el fostato. Alegó su efecto nocivo sobre las ballenas gris, jorobada, azul y cachalote; tres especies de delfines; la orca, el lobo marino de California, nueve especies de aves y cuatro de tortugas marinas, entre ellas la amarilla, en peligro de extinción. Y a la par, a las comunidades pesqueras de la región.
Ante la negativa, la empresa Exploraciones Oceánicas (filial de Odyssey) a cargo del proyecto, promovió ante el Tribunal Federal de Justicia Administrativa, un juicio de nulidad de la resolución de la Semarnat. Y ordenó que se emitiera una nueva.
Así lo hizo la Semarnat en octubre de 2018, pero ratificó la negativa al proyecto Don Diego. En la evaluación del impacto ambiental que tendría ese proyecto, opinaron a favor de no autorizarlo diversas instancias oficiales, instituciones académicas de prestigio, investigadores vinculados con el medio marino y organizaciones ambientalistas.
Por la nueva negativa, Odyssey demandó a México por 3 mil 540 millones de dólares, equivalentes a las utilidades que obtendría de la explotación de fosfato. Adujo a su favor el derecho que le concedía el Tratado de Libre Comercio de América Latina. Y que la negativa se debía a cuestiones políticas. No se pagará nunca dicha suma. Pero en septiembre pasado el Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones, emitió un laudo favorable a la empresa citada. Por él obliga a nuestro país a indemnizarla con 37.1 millones de dólares por negarle el permiso mencionado. El gobierno de México manifestó no estar acuerdo con el laudo.
El caso de la fallida explotación de fosfato en el Golfo de Ulloa, sirve para destacar que nuestro país hoy apoya la moratoria de la minería submarina en áreas fuera de la jurisdicción nacional. Reitera así su compromiso de proteger al planeta azul. Mas siguen dos grandes problemas: la contaminación de nuestros mares y la sobrexplotación de especies que hay en ellos.