Estrés postraumático, cuadros depresivos y trastornos de ansiedad y adaptativos son algunas de las secuelas que deja la violencia extrema, como los secuestros, la violación sexual y tortura que sufren muchos migrantes tanto en sus lugares de origen como en las rutas por donde transitan, cuyos impactos pueden ser irreversibles, advirtió Médicos Sin Fronteras (MSF).

Ramón Márquez, coordinador del proyecto del Centro de Atención Integral (CAI) de MSF, indicó que tan sólo en la Ciudad de México atienden entre 100 y 130 personas anualmente. Un gran reto, enfatizó, es que en el último año han llegado grupos familiares afectados por la violencia, en los que en varios casos las víctimas son mamás, quienes además son el sostén de sus hijos.

En el primer semestre de 2024, hemos visto que casi 70 por ciento de los nuevos ingresos en el CAI correspondían al género femenino, 25 por ciento al masculino y entre 6 y 7 por ciento eran de otras identidades de género, detalló en entrevista.

En el contexto del lanzamiento que se hará hoy del corto documental Una y miles, sobre la violencia extrema contra mujeres migrantes, Márquez enfatizó que la ruta migratoria en la región, desde América del Sur hasta México, es una de las más peligrosas. En la selva del Darién, en Panamá, los equipos de MSF llevan ya varios años visibilizando y denunciando los altos niveles de violencia sexual que hay contra las personas que están transitando, expuso.

Además, en Honduras, El Salvador y Guatemala pueden sufrir nuevos episodios de violencia, y cuando ingresan a México hay todo un contexto de sometimiento, de agresiones por parte de grupos criminales organizados y traficantes de personas.

Márquez expuso que entre los delitos más reportados por las personas en contexto de movilidad están los secuestros y la violencia sexual, a los que se suman las víctimas de amenazas directas de grupos criminales, de desplazamiento forzado y testigos de violencia.

Respecto a quiénes son los perpetradores de estas agresiones, señaló que varían. Podemos hablar de actores estatales, gubernamentales, actores armados, la propia familia, pandillas y grupos delincuenciales locales.

Sobre la atención a los trastornos que dejan estas violencias, Márquez explicó que en el CAI identifican a las personas que, sin importar que haya pasado hace una semana o años, tienen afectaciones vigentes en su salud física, mental, emocional y social. Con ellas, puntualizó, nos enfocamos en que recuperen su funcionalidad y su autonomía.