La disminución importante de la pobreza infantil, que bajó 6.8 puntos porcentuales entre 2020 y 2022 al pasar de 52.6 a 45.8 por ciento en ese periodo, se debe en gran parte a los programas de protección social que tuvieron un efecto positivo de contención, sostuvo Catalina Gómez, jefa de política social del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).

Si no hubiese habido programas sociales, estaríamos en un porcentaje más alto de pobreza y una proporción más alta de desigualdad, señaló Gómez en entrevista con este diario. Recomendó que los programas deben complementarse, es decir, no sólo es cuestión monetaria, puesto que la pobreza no es homogénea en el territorio nacional y se requieren diversos estímulos.

Destacó que reducir la pobreza no es solamente un tema de los ingresos de los hogares, sino también de los derechos. Ejemplificó que la desnutrición en niños, niñas y adolescentes está asociada con la asistencia en las escuelas, que a la vez se relaciona con la baja permanencia de los infantes en ellas. Añadió que ante la desnutrición crónica que puede tener efectos irreversibles, es necesario combinar becas remuneradas con los programas de apoyo a la alimentación, comedores comunitarios y escolares.

En el tema de las nuevas becas que anunció el gobierno, saludó que el estímulo sea por niño y no por familia, puesto que es un apoyo para que ninguno deje de estudiar por razones de pobreza, es un apoyo al ingreso familiar para que dentro de un mismo hogar todos los infantes vayan a la escuela y no suceda como en otros años, donde unos sí podían ir y otros, no.

Para lograr mejores condiciones de vida en los niños, niñas y adolescentes se necesita un trabajo conjunto de todos los sectores, pues, dijo, no es trabajo que recaiga en una sola secretaría de gobierno. Por ello, señaló que Unicef, junto con Coneval, realizó un análisis sobre la pobreza infantil que abarca sectores de educación, salud, población indígena, entre otros, con la finalidad de que puedan servir para que el nuevo gobierno formule estrategias y observe las prioridades en el marco del Plan Nacional de Desarrollo y los planes sectoriales.

Señaló que el tema de la pobreza en infancia y adolescencia indígena ha tenido desafortunadamente un rezago y unas carencias muy grandes, ya que más de 82 por ciento de los niños de origen indígena viven en pobreza y la mitad de todos ellos están en pobreza extrema con lo cual, destacó, hay un área de mejora con el nuevo gobierno si se enfoca en reducir dicha condición ahí.

Concluyó que con el fin de lograr la reducción de la pobreza se requiere una inversión pública suficiente y oportuna para cerrar las brechas y mejorar la calidad de vida de niños, niñas y adolescentes y enfrentar los desafíos que esto conlleva.