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Integración económica
E

n 2023 la región económica de América del Norte representó 6.84 por ciento de la población mundial y 29.89 por ciento del PIB. Mientras el producto por habitante del mundo era de 13 mil 402 dólares, en la región fue de 61 mil 803 dólares (53 mil 500 en Canadá, 81 mil 600 en Estados Unidos y 13 mil 600 en México). En cuanto a las corrientes del comercio, el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) significó 13.38 por ciento del total de las exportaciones y 18.01 de las importaciones. En el caso de México, las proporciones del comercio respecto al PIB fueron las mayores de la región: el valor de las importaciones de mercancías representó 34.71 por ciento del PIB y las exportaciones 33.12 por ciento. La situación económica y geopolítica mundial pone el asunto de la integración comercial y el flujo de capitales en un lugar primordial de la política económica en el país.

La economía global se describe de modo conciso como la interconexión de la actividad económica entre las naciones, lo que incluye el flujo de bienes, servicios y capitales, así como el desplazamiento de personas. Esto involucra, pues, la producción y el empleo, así como al comercio y las finanzas internacionales, la inversión extranjera directa, la innovación tecnológica y su difusión.

Este conjunto de relaciones y transacciones es una parte constitutiva de la reconfiguración geopolítica que está en curso. En los años recientes, el entorno de la globalidad se ha ido crispando, en buena medida debido a nuevas expresiones de la rivalidad entre los países, las cuales se expresan de diversas maneras: guerra en Europa y en Medio Oriente, la alta tensión de las relaciones entre Estados Unidos y China, los abundantes flujos de migrantes y diversos conflictos a escala regional. A esto se suman otras cuestiones como son las costosas disrupciones en las cadenas de abastecimiento.

La economía global ha tenido consecuencias significativas en la conformación de la base industrial en el mundo y en el papel de las grandes corporaciones con amplia cobertura espacial. De tal manera, inciden en la naturaleza de la competencia en los mercados, repercuten en las condiciones del empleo y el funcionamiento de los mercados de trabajo y derivan en las decisiones políticas, sociales e institucionales de los estados.

El entorno de una creciente integración global está en proceso de transformación; las políticas comerciales ocupan un lugar central en las definiciones nacionales y las políticas industriales son controvertidas. En este sentido, el escenario para un país como México se replantea en cuanto a las oportunidades de inversión, de financiamiento, formación de la estructura productiva, financiera y laboral para esta nueva fase de la competencia. El marco del mercado norteamericano se ha ido definiendo ya durante 30 años y recientemente adoptó la forma del T-MEC, que hoy enfrenta una nueva reconfiguración, en un entorno de mayor rivalidad industrial frente a otras zonas y un esquema geopolítico distinto. El escenario podría sustentar un mayor crecimiento de la producción, el empleo, el nivel de ingreso y del ordenamiento territorial en el país. El análisis de los riesgos geopolíticos es indispensable para definir y gestionar los modos de la integración económica.

El libre comercio no es una premisa generalmente aceptada: aun en el contexto político de América del Norte sigue presente una visión proteccionista con el uso de tarifas, aranceles y otras serie de restricciones. Hoy México está situado en medio de una disputa derivada del creciente flujo desde China de productos ensamblados, materiales y componentes que se usan en las manufacturas. Esto ha sido descrito como la creación de una puerta trasera hacia Estados Unidos para evadir las tarifas aplicadas a los productos de aquel país, aun cuando se reconoce que son legales en términos de las leyes comerciales vigentes. Aparte existen otros factores en la amplia participación de México en las cadenas globales de abastecimiento que se vinculan con una serie de riesgos que se asocian con la expansión del nearshoring y los cambios que pueda haber en las políticas comerciales de la zona T-MEC.

Este escenario está en las propuestas altamente proteccionistas que hace Donald Trump en su campaña para volver a la presidencia de Estados Unidos. Se sustentan en los datos aduaneros que muestran un fuerte aumento de materias primas y componentes originarios de China que entran en México para la manufactura de vehículos que serán transportados luego a Estados Unidos. Hace apenas unos días Trump amenazó con que aplicaría tarifas hasta de 200 por ciento a vehículos importados de México, en medio de un nuevo impulso de amplias medidas proteccionistas.

Un informe de BBVA publicado en marzo pasado asienta que México es el mayor exportador a Estados Unidos. Las cifras del Departamento de Comercio señalan que en 2023 rebasó a China. Ese año las manufacturas representaron 89 por ciento del total, los productos petroleros 5.6 por ciento y los agropecuarios, 3.7 por ciento. En cuanto a las importaciones, se advierte el carácter de la integración productiva, pues los bienes manufacturados dieron cuenta de 87 por ciento del total. México ocupa el séptimo lugar en la producción de vehículos para pasajeros; 88 por ciento de ellos se exportan, 76 por ciento destinados a Estados Unidos. Además, es el quinto productor de vehículos para carga, siendo el primer exportador de tractocamiones, de los que 95 por ciento se envían a Estados Unidos.