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El efecto Hallyu o cómo Corea del Sur se convirtió en potencia cultural
 
Periódico La Jornada
Lunes 14 de octubre de 2024, p. 5

Seúl. Corea del Sur ha ganado varios premios Óscar. Sus series y grupos de K-pop son éxitos globales. La escritora Han Kang es la primera mujer asiática en ganar el Nobel de Literatura. ¿Cómo se convirtió Corea del Sur en una potencia cultural? A continuación, algunas claves de este fenómeno cultural.

En la década de 1990, las series de televisión coreanas y las bandas de K-pop comenzaron a abrirse paso en los mercados de países asiáticos, como China y Japón, dando inicio al Hallyu, la ola sudcoreana.

El lanzamiento en 2012 del éxito global Gangnam Style, del cantante Psy, consolidó el fenómeno.

En la década siguiente, Baby-shark rompió récords de reproducciones en YouTube y los integrantes del grupo de K-pop BTS se convirtieron en megaestrellas globales logrando abrirse espacios incluso en países salseros, como Cuba, y copando el mercado en toda Latinoamérica.

En 2020, Parásitos, de Bong Joon-ho, fue la primera cinta no interpretada en inglés en ganar el Óscar a la mejor película, y la serie Squid Game (El juego del calamar) se convirtió en la serie en un idioma diferente al inglés más vista en Netflix.

Las exportaciones culturales de Corea del Sur sumaron 13 mil 200 millones de dólares en 2022, más que los electrodomésticos o los vehículos eléctricos, pero la mayor parte de este volumen corresponde a la industria de los videojuegos, muy populares en India y Pakistán.

Su gobierno tiene el propósito de alcanzar 25 mil millones de dólares en 2027, con nuevos mercados como Europa y Oriente Medio en el punto de mira.

La clave del éxito

Para el director de Parásitos, la clave del éxito radica en que en todos los habitantes de Corea del Sur han vivido tiempos dramáticos.

Después de la Guerra de Corea en 1950, la cual dejó a Seúl enfrascada en un conflicto con Pyongyang, la nación sufrió una dictadura militar, antes de experimentar un auge económico radical, y vivió una transición hacia la democracia.

En Corea del Sur, muchas personas experimentaron turbulencias y vivencias extremas, refirió Bong. Por eso, nuestras películas no pueden evitar ser diferentes, aseveró el cineasta.

Una ola literaria

La obra de la novelista Han Kang, de 53 años, que se anunció como ganadora del Premio Nobel, ha sido el arte de transformar la historia contemporánea en literatura.

Han relató que fue una experiencia transformadora enterarse de la masacre de 1980 en su ciudad natal, Gwangju, donde los militares reprimieron violentamente una movilización en favor de la democracia. Esos sucesos inspiraron su libro Actos humanos.

Muchos autores sudcoreanos se han adentrado en el pasado traumático del país, pero Han logró además establecer una impactante estética literaria propia, afirmó Oh Hyung-yup, académico de la Universidad de Corea y crítico literario.

La novela La vegetariana describe las violentas consecuencias y el rechazo brutal de su entorno que enfrenta una mujer que decide dejar de comer carne y es considerada como un hito del ecofeminismo.

Han documentó comportamientos que antes se consideraban simplemente pasivos y les dio un significado totalmente nuevo, declaró Kang Ji-hee, crítico literario sudcoreano.

El papel del gobierno

Este auge cultural que va desde las películas hasta la comida, parece parte de un plan, pero aunque el gobierno de Corea del Sur ha invertido millones para apoyar a su industria, los expertos afirman que este éxito se produjo a pesar, y no debido al Estado.

Han y Bong estuvieron en una lista negra durante el mandato de la ex presidenta Park Geun-hye, que gobernó entre 2013 y 2017, por criticar al Ejecutivo.

El gobierno ha tenido iniciativas como el Instituto de Traducción Literaria de Corea, que pueden haber dado sus frutos, ayudando a llevar obras como las de Han a un público global. Pero, paralelamente un creciente número de traductores que se atrevieron a elegir a otros autores, también han contribuido a llevar al mercado internacional propuestas más osadas.

El éxito del K-pop también sirvió de tirón para otros sectores, ya que los hábitos de lectura de estos cantantes impulsaron las ventas de la literatura sudcoreana.

Para Bong, otra clave es el hábito de beber, que atiza su creatividad. Somos un país de adictos al trabajo. La gente trabaja y bebe demasiado. Cada noche nos entregamos a rondas de beber en exceso y todo es muy extremo, afirmó.