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Vida de lucha
U

n personaje notable, cuya vida sería tema para una película de acción, fue el yucateco Felipe Carrillo Puerto, auténtico luchador social, quien desde muy joven se identificó con los sufrimientos de los indígenas mayas que, en su mayoría, vivían prácticamente semiesclavos, trabajando largas jornadas en las peores condiciones en las haciendas de los terratenientes que eran conocidos como la casta divina.

Aprendió a hablar maya para comunicarse con ellos y luchar para mejorar sus condiciones de vida, lo que desde muy joven le causó problemas y en varias ocasiones fue a dar la cárcel.

Nació en Motul en 1874, en una familia de comerciantes, aunque sólo terminó la primaria, con una mente privilegiada, fue un ávido lector que tuvo una formación autodidacta que incluía conocimientos de historia, literatura, filosofía, economía y política; a través de sus lecturas descubrió el socialismo que fue guía de muchas de sus acciones.

Fue síndico y regidor de Motul, donde tuvo conflictos con los hacendados, al defender los derechos agrarios del pueblo maya. Escribió en el periódico de oposición El Heraldo de Motul, medio en el que denunció los abusos de la casta divina, lo que lo llevó nuevamente a prisión en 1907.

Formó parte del movimiento antirreleccionista yucateco y de la revolución maderista.

De agosto de 1911 a 1913 estuvo preso por una acusación infundada al defenderse de una agresión en la que resultó muerto su agresor, que se dice que fue contratado para asesinarlo.

Eliminado el maderismo luego de la traición de Victoriano Huerta, Carrillo Puerto se trasladó al estado de Morelos para integrarse al zapatismo y fue nombrado coronel del Ejército Libertador del Sur. Su estancia en Morelos fortaleció su convicción de que era posible una transformación social radical, que sacara a los campesinos y los indígenas de la desgraciada situación en que vivían.

En 1915 regresó a Yucatán al escuchar acerca de las reformas sociales que promovía el general constitucionalista Salvador Alvarado, uno de los líderes más respetados y radicales de esa corriente revolucionaria. Al llegar fue apresado, acusado de zapatista y desde la carcel solicitió entrevistarse con Alvarado. En su encuentro afloraron las similitues en sus objetivos revolucionarios y se integró a la comisión agraria local, en la que aplicó su experiencia morelense para que los mayas y campesinos yucatecos pudieran recuperar sus tierras.

En 1922, Carrillo Puerto fue elegido gobernador de Yucatán y su primer discurso lo pronunció en lengua maya. En los 20 meses que duró su gestión, aplicó una serie de medidas de avanzada en todos los aspectos, entre otras: otorgó todos los derechos políticos a la mujer para votar y ser votada. Estableció la revocación de los funcionarios de elección popular, cuando lo solicitara el pueblo. Declaró de interés público la industria henequenera, organizó la Comisión Exportadora de Yucatán y promovió la creación de la Liga de Medianos y Pequeños Productores de Henequén; asimismo, reactivó el reparto de tierras. Creó la Comisión Local Agraria y socializó la producción de los ejidos. En el campo de la educación fundó escuelas socialistas, la Academia Mexicana de la Lengua Maya y la Universidad del Sureste .

En 1923, Carrillo Puerto combatió la rebelión de Adolfo de la Huerta y se vio obligado a huir al extranjero ante la superioridad de las fuerzas delahuertistas. El barco en que escapaba naufragó y lo apresaron en Holbox, Quintana Roo, el 21 de diciembre de 1923. Fue fusilado el 3 de enero de 1924, junto con 11 personas más, entre ellos, varios de sus hermanos .

Por el centenario de su muerte, el Museo Nacional de la Revolución, que se encuentra en las entrañas del emblemático monumento, inauguró la muestra El Mayab de Felipe Carrillo Puerto en su Galería la Media Luna. El pequeño espacio muestra una serie de objetos, fotografias y documentos que dan vida a ese hombre notable conocido como el Apóstol de la Raza por su defensa de la lengua y de los pueblos mayas. El Congreso local lo declaró en 1927 Benemérito del Estado de Yucatán.

Después de la interesante visita a la exposición, caminamos un par de cuadras a la calle Valentín Gomez Farías 33, a El Chiquihuite, un rinconcito de Zacatecas que abrió Javier López, para ofrecernos antojitos y platillos representativos de su terruño: las famosas gorditas, asado de boda, birria de res y burritos. Un lugar sencillo, de muy buen precio, rica comida y con la atención personal de su dueño y su linda hija Paloma.