continuación, una serie de probables aforismos o frases del taller que, naturalmente, estuvieron primero dirigidas a mis talleristas en espacio circunscrito, que aquí se abre:

Aleixandre escribió: El universo del poeta es infinito, pero limitado. Prefiero esta redacción: El universo del poeta es limitado, pero infinito. Siguiendo a Aleixandre, el poeta menos inventa que descubre (y, agreguemos, menos descubre que realiza, la realidad). Ni afición ni pasión: conciencia. Conciencia de vocación. (Aleixandre, aunque en otro contexto, propugnaba por una conciencia sin atenuantes).

El poeta (me robo una frase de Steiner aplicada a otro asunto) trabaja dentro de una lógica de potencialidad total. Al ser de vocación una voz –interior, ínsita, con él nacida– lo guía, y bien. Al aficionado en general lo guía su propia voluntad, y si aguerrido su propia voluntariosidad.

Consideremos a la forma como la mejor forma de comunicación que mi trabajo, acaso obra, tiene para llegar convenientemente al (o a su) receptor. ¿Reglamentada, intuida? Reglamentada o no, en el sentido en el que hablamos la verdadera forma es siempre intuida –a la vez que sensiblemente percibida, intelectualmente descubierta.

El nivel, la calidad, es primordial en todo emprendimiento. Sólo soy un aficionado, dirá uno. No puedo ser irresponsable con mi propia vocación, se dirá el otro. ¿Y cuál es mi nivel de responsabilidad?, preguntará cada cual. No demasiada, soy un aficionado, dirá uno. Total, asumirá con firmeza el que se compromete con su hacer.

Ya franco, ya discreto, todo poema es un mentís a las ideologías. Es, mediante imágenes, pensamiento. Todo poema es un descubrimiento; por tanto, una sorpresa. Lo que por sabido se calla no permitas, sé en ello riguros@, que hable en él.

Todo poema, crítica al lenguaje, pero no menos asunción, rara vez absoluta, de su gracia. Por más que desbordada, la poesía, nunca excesiva; por más que lacónica, siempre total. Salte de tu poema y míralo de lejos. Si sigues estando allí aun cuando ya no estás, verifica que lo que de ti queda, si algo, sea cuando mucho tu sombra, tu recuerdo, tu nostalgia de haber estado allí.

Suele decirse de la poesía que no es útil, cuando que, nada más, no es utilitaria, y acaso tampoco utilizable. Pero de que es útil, lo es. Al que nada le queda, le quedan tres caminos, que son uno solo: trabajo, resignación y amor.