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Siempre con la Patria
S

an Agustín de Laredo se fundó en la margen izquierda del río Bravo en 1755; dos años más tarde, su superficie ya se extendía en ambas márgenes del afluente. El nombre se le dio en memoria de una villa llamada Laredo, situada en la provincia de Santander, España.

Por el Tratado de Guadalupe Hidalgo, consecuencia de la artera invasión estadunidense, a principios de 1848 se dividió el territorio de Laredo entre Estados Unidos (Texas) y México (Tamaulipas).

Se cuenta que 17 familias con un fuerte arraigo patriota que querían conservar su nacionalidad se mudaron al lado mexicano del río Grande y fundaron Nuevo Laredo. Identificados con México, su historia y cultura, decidieron conservar la ciudadanía mexicana e incluso desenterraron los huesos de sus antepasados y se los llevaron a la nueva ciudad para que siguieran reposando cerca de sus familias. De ahí surgió el lema de la ciudad: Siempre con la Patria.

En agosto de 1855 se estableció oficialmente la aduana en Nuevo Laredo, por instrucciones de Santiago Vidaurri, gobernador de Nuevo León y Coahuila y jefe militar de Tamaulipas, con el fin de posibilitar la recaudación de aranceles (impuestos) de importación en la nueva frontera con Estados Unidos. En el desarrollo de la ciudad fue fundamental el ferrocarril. El primer tren, perteneciente a la compañía Ferrocarril Nacional Mexicana, pasó por Nuevo Laredo el 20 de noviembre de 1881 y unió las ciudades más importantes en los sectores de importación y exportación, entre otras, con dos rutas que conectaban la ciudad con Laredo, Texas, a través de las líneas procedentes de Corpus Christi y Galveston, Kansas y todo el este de Estados Unidos.

La ruta fue de gran alcance, ya que hacía paradas en Monterrey, Saltillo, San Luis Potosí, San Miguel de Allende y Querétaro y terminaba su viaje en la Ciudad de México. Parece que revivirlo está en los planes del nuevo gobierno. ¡Ojalá!

Actualmente, el Archivo Municipal ocupa la hermosa construcción que fue la sede de la primera estación ferroviaria de la ciudad. Construida inicialmente de madera, se reconstruyó en piedra en 1914, después de ser incendiada por huertistas, durante la Revolución. Hoy es uno de los sitios históricos mejor conservados de la ciudad y fue declarado monumento histórico y patrimonio de la ciudad por el Instituto de Antropología e Historia de Tamaulipas.

Otro sitio de interés para el visitante es el Centro Cultural Nuevo Laredo, que tiene una capacidad total para exposiciones de mil 500 metros cuadrados y fue inaugurado en 2004.

Entre los atractivos que ofrece está el Museo Reyes Meza, que en sus 800 metros cuadrados exhibe pinturas y esculturas de artistas de renombre mundial y muestras fotográficas de diferentes épocas.

Otro encanto del Centro Cultural es un museo que permite caminar en la historia local desde hace millones de años hasta la actualidad. Se exhibe una exposición permanente de la historia prehistórica al día de hoy, donde hay réplicas de esqueletos de dinosaurios. Cuenta con un área donde pueden jugar los niños más pequeños, el cual fue remodelado recientemente, y estrenó un gran paisaje pintado a mano. También tiene un auditorio en el que continuamente hay funciones artísticas y culturales, así como espacios para talleres.

Entre los centros educativos de la ciudad destaca la Universidad Autónoma de Tamaulipas en Nuevo Laredo, en cuyo amplio auditorio tuvimos la oportunidad de dar una plática sobre las mujeres que participaron de manera relevante en la Guerra de Independencia. El acto lo organizaron la Facultad de Comercio, Administración y Ciencias Sociales, que dirige el licenciado René Adrián Salinas, conjuntamente con la corresponsalía del Seminario de Cultura en la entidad, que preside el culto poeta Alfredo Arcos.

El cierre fue ir a cenar al restaurante Tomatillos, que ocupa una gran mansión con todo el sabor norteño, igual que su sabrosa comida. Dos platillos en particular me sedujeron, los burritos Posta, de barbacoa de picaña con salsa de cerveza oscura y tomate, pimientos, cebolla y chile serrano, y los taquitos Rosarito, de camarón empanizado, acompañado con tomate, cebolla, cilantro fresco y salsa cremosa de chipotle. De postre, el pay quesero.