Dilema
ás allá de éxitos aislados como la toma de Vuhledar por los rusos en Ucrania o los ataques ucranios contra aeródromos y refinerías en Rusia, que en sí mismos no alteran la correlación de fuerzas a lo largo del vasto frente de guerra, los combates en el Donbás, acrónimo de la cuenca del río Donets que abarca las regiones de Donietsk y Lugansk, pusieron en evidencia los puntos flacos de ambos ejércitos.
El ucranio carece del armamento prometido, pero aún no entregado por sus aliados, para las 19 brigadas que formó en los meses recientes y utiliza una parte considerable de sus reservas a fin de mantener, por razones más políticas que militares, un área mínima de la región rusa de Kursk.
El ejército ruso, con una superioridad en efectivos y en equipos bélicos de al menos tres por uno, no está en condiciones de expulsar de su territorio a los soldados ucranios ni de comenzar una gran ofensiva simultánea en varios sectores del Donbás, por lo cual sus avances son sostenidos, pero muy lentos.
De un tiempo para acá, el ejército ruso centra sus ataques en un solo sector del frente en el Donbás, sea Pokrovsk, Chasiv Yar, Toretsk, Kurajovo o Selidovo, abandonando los asaltos frontales e intentando rodearlos, y cuando llegan refuerzos ucranios, con el propósito de frenarlos, se detienen y empiezan la ofensiva en otro sitio hasta que, como pasó en Vuhledar, antes de cerrar el cerco los ucranios se retiran a una posición mejor.
En ese contexto, el Estado Mayor del ejército ruso lleva meses insistiendo ante su comandante en jefe, Vladimir Putin, que anuncie una nueva ola de movilización masiva para lograr una superioridad decisiva, pero sus asesores recomiendan no hacerlo por el costo político que tendría en la sociedad, convencidos de que ésta seguirá indiferente hacia lo que ocurre del otro lado de la frontera mientras mueran sólo los que, a cambio de cobrar un dineral, aceptaron jugar una suerte de ruleta rusa.
Ante el dilema de declarar una guerra total para justificar ante los rusos el llamado a filas masivo o dejar por ahora las cosas como están, pero sin desatar una protesta de la población con final incierto para su permanencia en el Kremlin, Putin ordenó que el gasto militar para 2025 vuelva a ser el mayor de la historia postsoviética de Rusia, igual de ese modo podrá captar más soldados por contrato.