AMLO. La Gran Hazaña de la 4T
onor a quien honor merece. El Presidente Andrés Manuel López Obrador termina hoy su mandato y pasa a la historia como uno de los mayores estadistas que ha tenido la República, al lado de Benito Juárez y Lázaro Cárdenas. Hombre consecuente, lúcido y tenaz como pocos, venció una a una todas las adversidades y trampas que en su camino sembraron sus adversarios.
Su Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) nació y creció bajo su impulso, y tras ganar las elecciones de 2018, su administración tuvo que improvisar un equipo de gobierno e iniciar una curva de prueba y aprendizaje que no muchos lograron pasar con éxito; el equipo, salvo destacadas excepciones, no estuvo a la altura del reto.
La Cuarta Transformación, no obstante, fue tomando cuerpo, impulso y fuerza a tal grado que la población empezó a vivir cambios positivos y a salir de esa atmósfera densa y asfixiante de mendacidad, abuso, despojo, demagogia, y derrotismo en que los gobiernos previos hundieron al país. Ver todas las mañanas al Presidente compareciendo ante la sociedad con un discurso –si bien no de corrido– veraz, certero y hasta humorístico, resultó ser un hito de comunicación entre el mandatario y su pueblo, un curso intensivo de lo que es un gobierno honesto y un detonador de la concientización ciudadana en la dignidad, el patriotismo y la solidaridad social; una verdadera Revolución de las Conciencias.
Y fue precisamente en el terreno de lo intangible donde el Presidente López Obrador logró éxitos de nivel histórico: fue un sanador del país, un asceta que predicó y vivió la austeridad, además de imponerla como norma en el quehacer público; su honestidad personal y política le confirieron una autoridad ética y moral contra la cual calumnias, falsedades, detractores y medios se estrellaron como insectos en parabrisas, y también le ganó un enorme respeto dentro y fuera del país, a su gobierno y a un México que retomaba el vuelo y las alturas a que había llegado en los mejores momentos de su política internacional basada en el respeto a la soberanía de las naciones, su autodeterminación y la solución pacífica de los conflictos.
Democracia es un término que en lo interno dejó de ser un vocablo hueco y llenaboca de los demagogos para, en la palabra del Presidente, retomar a plenitud su enorme sentido original: un gobierno del pueblo, de las mayorías para todos, con un énfasis: primero los pobres, los marginados, y las minorías vulnerables. Al contrario de las corrientes de odio que cunden en el mundo, el México de la 4T es el de la libertad, la inclusión, el respeto, la tolerancia, la igualdad y los derechos humanos, llegando al grado de ofrecer a los jóvenes criminales abrazos y no balazos. Pero la criminalidad resultó una hidra de mil cabezas y alimentada con miles de millones de dólares, armamento, y corrupción, y la inseguridad y la violencia persisten y son una compleja realidad que el gobierno hereda.
Los programas sociales de la 4T son la materialización de esa democracia real, del Humanismo Mexicano; apoyos para los jóvenes, adultos mayores, pequeños productores del campo; educación para todos, desarrollo cultural, cobertura universal de salud con el IMSS-Bienestar (construido a partir de un sistema de salud derruido que sin embargo dio una sorprendente y eficaz respuesta a la pandemia), y sustanciales mejoras salariales y laborales. Estos y otros programas que en buena parte descansan en transferencias de recursos públicos cumplen una necesaria y justa labor redistributiva, aunque debe reconocerse que sin una mejor captación fiscal de los contribuyentes corporativos y de muy altos ingresos (redistribución real) y más empleo contributivo, poco es el margen que tendrá el gobierno para, sin endeudarse, mantener y no digamos ampliar estos programas.
Reivindicar la separación histórica del poder político, el económico y el clerical fue uno de sus primeros grandes aciertos. La entrega neoliberal del gobierno y la venta del país al capital quedaron en el pasado (aunque con infiltraciones) y se ha iniciado un positivo reencauzamiento de la política económica, aunque aun sin los alcances que el país requiere; aquí tal vez valga recordar aquello de que en política una cosa es lo deseable y otra lo posible. No obstante, impresionantes y exitosas fueron sus batallas para recuperar la soberanía energética del país, de Pemex (Dos Bocas) y de la CFE (Puerto Peñasco), la construcción del Tren Maya y el Transítsmico, la renovación de puertos, aduanas, aeropuertos (incluyendo el Felipe Angeles y el de Tulum); de hospitales, clínicas, escuelas, universidades, de una infraestructura de salud y educativa deteriorada al extremo, y la construcción de nuevas autopistas, sistemas hidráulicos, y muchas obras más. Queda para el nuevo gobierno darse un respiro de grandes inversiones y, con los estados aplicarse en arreglar la infraestructura carretera y urbana del país que ha llegado a grados de deterioro inaceptables, así como encontrar soluciones a los ya insensatos bloqueos cotidianos de vías urbanas y carreteras que se han convertido en práctica abusiva de enorme desgaste social y económico; mecanismos de ágil respuesta a las genuinas demandas sociales y reglas para evitar que cualquier protesta se convierta en descalabro ciudadano son en verdad urgentes.
El Presidente López Obrador optó por una casi nula presencia internacional a diferencia de la frenética e inútil asistencia de los gobernantes previos a toda conferencia, foro o ceremonia que podían, y sin embargo termina su mandato con un reconocimiento internacional inédito y calificado como uno de los dos mejores mandatarios del mundo. El reconocimiento interno al terminar su mandato es, así mismo, inédito con tres cuartas partes de la población y dos tercios del Congreso, lo que permitió sacar avante la Reforma Judicial, un broche de oro de enorme trascendencia. Tocará al nuevo gobierno impulsar la urgente reconstrucción del sistema institucional internacional que ha llegado a una disfuncionalidad apabullante. Nuevos y eficientes lazos económicos será necesario construir con América Latina (aun con su volatilidad política) y con las naciones del sur. Los TLCs con Europa y Norteamérica tienen que ser sustancialmente distintos.
Al nuevo gobierno de la Dra. Claudia Sheinbaum que hoy inicia tocará construir la segunda etapa de la Cuarta Transformación, tarea tanto o más ardua que la edificación de los cimientos construidos por el Presidente López Obrador. Para ella nuestros mejores deseos por su éxito y el respaldo de millones de mexicanas y mexicanos para que se materialicen las grandes esperanzas en ella depositadas. Para él nuestro más alto reconocimiento y agradecimiento por su inmensa labor y logros, su absoluta entrega a México, a su pueblo, a la integridad, y a los más altos principios del quehacer humano. Salud, Sr. Presidente, la historia le abre sus puertas.
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