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72 festival de San Sebastián

Rutinas mortales

P

or primera vez en competencia en este festival, el afrancesado director catalán Albert Serra ha realizado con Tardes de soledad su primer documental y, a la vez, su película más convencional y accesible. Según se sabe, ha sido el título más controvertido de la selección, ya que el Partido Animalista protestó contra su inclusión en el programa y exigió se retirase del mismo. Por supuesto, la directiva del festival no hizo caso.

Se trata de un testimonio cinematográfico de varias faenas del torero español Andrés Roca Rey, quien me imagino es muy conocido en los círculos de la tauromaquia. Si bien soy un villamelón de la fiesta brava, reconozco en Roca Rey una habilidad y gracia para manejar al toro y, claro, darle muerte. Una y otra vez, Serra nos muestra el arrojo suicida del matador quien, casi de milagro, sobrevive indemne a varias cogidas. En una de ellas, el toro incluso lo atrinchila contra las tablas sin hacerle daño.

Serra también muestra la adulación de la que es objeto el torero por parte de su cuadrilla. En repetidas tomas dentro de una camioneta, Roca Rey es llamado casi un superhombre (¡eres grande, coño!) por su gente. También es visto cuando se pone el traje de luces en su hotel. Y nada más. A diferencia de Torero (1956), el clásico documental de Carlos Velo, no conoceremos nada de la vida personal de Roca Rey.

El cineasta muestra que el torero, aunque se juega la vida en cada instancia, cumple de algún modo una rutina profesional. Que siempre resulta cruel y sanguinaria para el toro. Varias veces, Serra enfoca de cerca cómo los toros agonizan y mueren cuando se les mete la puntilla.

Otro tipo de rutina es mostrada en la británica On Falling, debut de la portuguesa Laura Carreira, en un ejercicio de realismo social. Aurora (Elisa Zulueta) es una empleada portuguesa del almacén de una planta industrialen Escocia y se somete a un trabajomonótono, a una rutina monótonay a una vida personal monótona. Su existencia misma es un horror decolor gris.

Cabe advertir que todos son amables con ella –sus jefes en el almacén, sus compañeros con los que cohabita—, recibe un sueldo y nunca le faltan techo o comida. Que se venga a dar una vuelta al tercer mundo para que aprenda lo que es sufrir realmente.

Hablando de sufrimiento, también se exhibió El lugar de la otra, primera ficción de la inflada documentalista chilena Maite Alberdi. Al abordar el caso real de una escritora famosa que asesina a su amante en un hotely la secretaria de un juez, obsesionada con el caso, la directora consigue un bodrio ñoño, que recuerda a una mala película mexicana de los años 70, de esas producidas por Conacite Dos. Eso de hacer cinito no es tan fácil como parece.

Entre la fallida recreación de época –vestuario que apesta a naftalina, autos de colección–, las malas actuaciones, la nula capacidad de establecer un estilo visual o contar la historia de manera coherente, El lugar de la otra es lo peor visto por quien esto escribe de la competencia donostiarra.

No podía faltar mi reporte del clima: una mezcla de sol, temperaturas frescas, nublados y ocasionales aguaceros. El otoño ya se ha manifestado en esta hermosa ciudad.

X: @walyder