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Desde el otro lado

De gatos, perros y otras mascotas

E

n el debate con Kamala Harris, Donald Trump tuvo uno de sus más lamentables y xenófobos comentarios. Aseguró que en Springfield, Ohio, la comunidad migrante haitiana estaba comiéndose a gatos, perros y las mascotas del vecindario. El alcalde de esa ciudad lo desmintió categóricamente y los habitantes se lamentaron que tan desafortunada declaración haya lastimado a miles de migrantes que han beneficiado con su trabajo a esa urbe.

Promover la xenofobia y el racismo han sido el ethos de Trump en su existencia. Desafortunadamente sus ocurrencias aún tienen impacto en una campaña que él insiste en llenar de información falsa y ataques, en especial contra los migrantes, a los que una y otra vez se refiere como una lacra a la que hay que extirpar. La realidad es que hay un amplio sector de la sociedad que los continúa percibiendo como una amenaza a su integridad anglosajona y a su estilo de vida, y Trump explota con éxito ese hecho.

Lo inexplicable es que, a pesar del tufo xenofóbico y racista que despide en cada discurso, su popularidad haya crecido entre la comunidad que ataca con más frecuencia: la de origen hispano. Según datos de diferentes encuestadoras, entre ellas la de la cadena ABC-Ipsos, en 2016 tenía entre los hispanos un nivel de popularidad de 16 por ciento; en 2020 aumentó a 32 y en la actualidad es de 41 por ciento, lo que revela un aumento lento pero consistente.

Tal vez esa tendencia no deba sorprender tanto si se considera que uno de los factores que más influyen son los medios en español en Estados Unidos, que han hecho poco o nada por elevar el nivel cultural y de conciencia política. Es casi nula la programación en la que se pone en contexto el daño que ocasionan Trump y buena parte de los republicanos en las condiciones de vida de los migrantes. En el horario de mayor audiencia, en esas cadenas se reproducen sus peores hábitos y costumbres sin mediar la forma en que se denigra su entorno social y origen. Es abrumador el número de telenovelas, concursos y programas de entretenimiento de lamentable factura que promueven poco o nada su nivel cultural y político. El fin último ha sido el crecimiento de audiencia como medio para aumentar las ganancias de los directores y dueños de esos medios.

No es extraño que algunos votantes de origen hispano se hayan mimetizado con las peores y más negativas propuestas del candidato republicano. Trump debe agradecer a los medios en español la parte que les toca en la promoción masiva de la ignorancia.