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Arte a domicilio
N

unca hay que olvidar a esas personas generosas que han creado un patrimonio valioso y lo donan para el disfrute del pueblo de México, como es el caso del doctor Álvar Carrillo Gil y su esposa, Carmen Tejero. Nació en Opichén, Yucatán, en 1898; se graduó de médico en su estado natal y se especializó en pediatría en la Universidad de la Sorbona en París. A su regreso, combinó su profesión con la adquisición de obras de talentosos artistas mexicanos que comenzaban a destacar, lo que se volvió una pasión de vida que compartió con su esposa.

Ya con una muy buena colección, en 1958 mandó hacer un museo a los arquitectos Augusto H. Álvarez y Enrique Carral Icaza, en el hermoso barrio de San Ángel. Ellos diseñaron un edificio modernista con unas rampas –ya icónicas– que permiten recorrer el acervo de manera continua. La construcción comenzó en 1960, pero por problemas económicos se interrumpió un año más tarde.

Se retomó en 1973 gracias a la perseverancia de los dueños y, finalmente, el 30 de agosto de 1974 nació el Museo de Arte Carrillo Gil (MACG) con las obras de arte de su colección personal, que le vendieron por un precio simbólico al Estado mexicano, para que fueran parte del patrimonio nacional. El doctor Carrillo Gil falleció un mes después de la inauguración del recinto.

Este año –con altas y bajas– cumple su 50 aniversario, por lo que ha tenido una relevante renovación y presenta diversas exposiciones y actividades que destacan la importancia de la colección del museo y del coleccionismo mismo. Una de ellas es Atravesar el tiempo: Memorias y presentes de la Colección Carrillo Gil. Se realiza un recorrido en el que se muestran las primeras adquisiciones del pediatra, así como las obras que le fueron más cercanas y queridas. Impacta advertir que revelan temáticas que aún siguen vigentes, como la violencia, las máquinas y el miedo.

Se pueden apreciar obras como La Chole (1913-1915), lápiz sobre papel, de Orozco, que fue el primer dibujo que adquirió Álvar Carrillo en 1939.

La exposición retoma el propósito del doctor y su mujer cuando reunieron el acervo y lo legaron al museo con el fin de resguardarlo, exhibirlo y mostrarlo al público.

Comenzaron la colección a fines de la década de los 30 del siglo XX, con obras de José Clemente Orozco, David Alfaro Siqueiros, Diego Rivera, Wolfgang Paalen, Luis Nishizawa y Gunther Gerzso. Paralelamente iniciaron una biblioteca especializada y adquirieron obras de otros artistas mexicanos, así como estampas nacionales, de la vanguardia europea y grabados japoneses de los siglos XVII al XIX.

La colección es una de las más importantes de México y América Latina. El acervo del museo ha crecido incesantemente mediante la adquisición y donación de obras de artistas contemporáneos y en la actualidad cuenta con más de mil 700 piezas.

Entre las acciones de renovación por el 50 aniversario se incluyó un nuevo espacio en el sótano del museo con capacidad para albergar desde 30 hasta 100 personas, con un atractivo mobiliario creado por el diseñador industrial mexicano Emiliano Godoy.

Una oferta cultural muy novedosa es que el museo, además de ofrecer ahí mismo la consulta de libros y documentos, la escucha de discos y diversos materiales sonoros, reactiva su programa de préstamo de esos materiales y de obras de arte a domicilio.

Es el proyecto Tlacuilo (en náhuatl escriba o sabio), creado en 2019 por el artista Pedro Reyes con base en su extenso acervo bibliográfico personal. Comenzó como biblioteca pública y ahora la extienden al arte y la música.

Imagine poder llevar en préstamo a su casa, además de libros, discos LP y vinilos para escuchar materiales novedosos y una serie de registros de Voz Viva de lecturas que escritores han hecho de sus textos, difícil de encontrar en materiales o aplicaciones de reproducción digital. Como cereza del pastel, le prestan obras de arte de excelentes artistas.

El MACG se encuentra en avenida Revolución 1608, esquina Altavista, en San Ángel, y en el 207 de esta última vía está La Mallorquina. Su comida lo traslada a una taberna española con sus croquetas de jamón, morcilla de arroz, tortilla de bacalao, paella, asados (lechón o cordero), pescados y excelentes jamones y embutidos ibéricos. Todo va bien con un vino tinto, si es de La Rioja, ¡mejor! Si le queda espacio, una tarta Santiago con café y de remate un chinchón.