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Manuel Ahumada, un dibujante demasiado viejo para el punk, pero muy joven para morir
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Utopía, 2010. Óleo sobre tela. Colección particular, y Sin título (Muerte asomándose), s/f. Tinta china sobre papel de algodón. Colección particular.Foto cortesía del Museo del Estanquillo
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▲ Rocha, Hernández y El Fisgón presentaron el catálogo de la muestra Manuel Ahumada: Del espacio exterior al Circuito Interior, que se aloja en el Museo del Estanquillo. Aquí, Esperando a Gabriel, s/f. Óleo sobre tela. Colección Margarita Mandujano.Foto cortesía del Museo del Estanquillo
 
Periódico La Jornada
Domingo 22 de septiembre de 2024, p. 5

Era demasiado viejo para el punk, pero muy joven para morir, dijo de Manuel Ahumada (1956-2014) Gonzalo Rocha, ambos moneros y colaboradores de La Jornada. “Un día se elevó de más y ahora nos mira desde el cosmos, acompañado por dioses aztecas, ángeles y astronautas del Apolo 11”, agregó en referencia al día que aquél falleció y a esos personajes que eran frecuentes en su imaginario y su obra.

Rocha, como firma en su faceta de caricaturista político, participó en la presentación del catálogo de la muestra Manuel Ahumada: Del espacio exterior al Circuito Interior, montada en el Museo del Estanquillo, en homenaje al décimo aniversario luctuoso del también pintor y escultor, cuya estancia se prolongará hasta el 6 de octubre.

Conformada por 165 obras, en ella se da cuenta de la melancólica y lúdica poética de ese monero y artista mexicano originario de la capital del país, mediante las diversas técnicas que abordó, desde cartones políticos, historietas e ilustración –incluso para portadas de discos– hasta óleos, acuarelas, grabados y juguetes arte-objeto.

La presentación del catálogo fue el viernes en ese recinto (Isabel la Católica 26, Centro Histórico) con una mesa en la que, además de Rocha, intervinieron Rafael Barajas El Fisgón y José Hernández, ambos amigos cercanos de Ahumada y moneros de este diario, así como Jaquelin Valadez Pastor, su viuda.

Fue una amena reunión en la que todos los participantes coincidieron en la trascendencia de mantener vigente la persona y la obra de Ahumada y que éstas sean conocidas por las nuevas generaciones, luego de escuchar comentarios del público que ha asistido a la muestra, leídos en ese momento por Alejandro Brito, director del museo, en los que califican al autor como un gran descubrimiento.

Es muy importante no olvidarlo, sostuvo El Fisgón. Espero que ésta no sea la única exposición que se haga de Manuel. Es de esos artistas que son como los buenos vinos. En tanto que Hernández agregó que los amigos, lectores y seguidores de ese artista deben procurar que más gente lo conozca, al tratarse de un creador muy completo, con un trabajo muy importante desde el punto de vista periodístico, narrativo, gráfico, artístico y poético.

Rocha contó que cuando alguien le preguntó cuál era el estilo de Manuel Ahumada, lo etiquetó de “realismo cósmico; es decir, como el realismo mágico pero más pacheco”, ya que en sus cartones, historietas, pinturas y esculturas, explicó, puede percibirse esa magia latente en América y, en especial, en México.

A diferencia de los literatos del realismo mágico, su Macondo o su Comala está en la colonia Narvarte; lejos de entornos rurales, su urbanidad es manifiesta; sus paisajes son los cubos de luz de un edificio, las azoteas con tinacos y tendederos, nubes de esmog tras las que se guarda la región más transparente, el Popocatépetl y el Iztaccíhuatl. En la superficie de su terruño se deja sentir el altiplano donde está enterrado el ombligo de la Luna y bajo ese chapopote que cubre las avenidas, el Mictlán o cielo de abajo de los aztecas, prosiguió el monero.

En el horizonte de su cuarto del departamento de avenida San Borja se ve la torre Latino y el Hotel de México, por muchos años inconcluso. Allá arriba, en el cosmos, él es capaz de ver las reminiscencias de Ehécatl y Quetzalcóatl y los ángeles de un cielo barroco mexicano flotando junto a las naves de astronautas que él vio desde una televisión en blanco y negro aterrizar en la Luna, dejar su huella y caminar ingrávidos. Él es de una generación sesentera que ya habita una ciudad moderna, a esas alturas algo cosmopolita y que se rebela ante ese paternalismo autoritario del PRI oyendo rock.

Al definir a Ahumada como un ser muy especial, dada esa hipersensibilidad que volcaba sobre temas muy complejos como los desaparecidos y el dolor de los migrantes, o el amor y el desamor, El Fisgón sostuvo que, además de gran caricaturista y extraordinario historietista, aquél fue un gran narrador y uno de esos pocos artistas que logran crear un universo único, a la manera de Remedios Varo y Francisco Toledo.

Él viajaba por la ciudad y veía cosas que nosotros no. Donde observabas un taquero, él, a un asesino serial que perseguía perros. Donde veías a un chofer de pesero agresivo, él, a un guerrero que venía del espacio y recibía en su combi a El Principito. Tenía esa capacidad de armar esas historias y las hacía con muchísima facilidad. Era una de las personas más sensibles que he conocido, y eso se nota en sus cartones, historietas, cuadros y arte-objeto. Tengo la impresión de que la caricatura y la historieta no le bastaron para expresar toda su sensibilidad.

Tras considerar que Ahumada es de los pocos caricaturistas en México que han trascendido ese género para convertirse en artista, Hernández destacó su importancia como historietista, al ser el primero que realizó novela gráfica en México, según dijo el escritor Bernardo Fernández Bef.