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Economía moral

Cuatro formas de la teoría crítica de Marx en la visión de György Márkus / II

S

i uno toma los propios textos de Marx y emprende la tediosa tarea de leerlos consecutivamente, con ojos supuestamente ingenuos –dice György Márkus (GM) en el Apéndice I de Language and Produ ction que he venido examinando, retomando la controversia entre ruptura y continuidad entre el joven Marx y el maduro– la primera impresión que obtiene es la de una extraordinaria continuidad. Esto puede explicarse, añade, por consideraciones subjetivo-biográficas. A partir de 1844 Marx trabajó, casi literalmente, en un único libro, sobre la crítica de la economía política, lo que invoca una visión de crecimiento casi orgánico de sus ideas y refleja la identidad y constancia de sus intenciones teóricas fundamentales, su teoría crítica (TC). Por TC, explica GM, entiendo, por el lado negativo, el rechazo por parte de Marx de todas las ideologías filosóficas previas que necesariamente reproducían la falsa alternativa de una aceptación acrítica o una crítica irreal de una realidad social dada. Por el lado positivo, la TC involucra el programa de una teoría que encuentra, en la realidad misma, las tendencias que apuntan hacia y luchan por, su propia superación. Esto es así puesto que la TC concibe la realidad no sólo como un objeto a ser descrito y explicado, sino también como un sujeto colectivo que, apropiándose de la TC alcanza su propia autoconciencia, la conciencia de sus necesidades radicales (NR) latentes, inducidas por las condiciones sociales, pero ‘insatisfacibles’ o incluso inarticulables, dentro del sistema capitalista. La TC estuvo acompañada por otras premisas constantes en Marx: materialismo práctico, identificación del proletariado como el sujeto revolucionario. Pero mi aseveración principal, dice GM; es que al interior de este marco invariante, cambios sustanciales en los puntos de vista de Marx estaban ocurriendo, referentes incluso a la forma de realización de la idea de la TC misma, así como 1. El método de la TC: concepciones variantes de la relación entre los aspectos empíricos (descriptivo-explicativos) y los aspectos valorativos. En relación con esto, alteraciones en la relación entre economía y filosofía. 2. La unificación postulada de teoría y práctica, concepciones cambiantes de la manera en que la TC podría y tendría que conectarse con el movimiento obrero. 3. El propósito de la actividad radical, teórico-práctica unificada, es decir, diferentes concepciones de la sociedad socialista, en primer lugar de la economía socialista. GM sintetiza lo anterior: “ en el desarrollo de Marx encontramos cuatro diferentes tipos o formas de TC” ejemplificadas, sobre todo, en: Los manuscritos de economía y filosofía (1844); en los escritos de 1846-47 ( La ideología alemana, Miseria de la filosofía y el manuscrito sobre los salarios); en los Grundrisse; y en El capital. A continuación GM aborda estas cuatro formas y caracteriza las diferencias entre ellas. Complementando los manuscritos de 1844 con extractos y notas contemporáneas de Marx, señala que él escribe para la publicación inmediata un libro sobre la crítica de la economía nacional, en el cual la discusión de temas puramente económicos, no contiene una sola idea original al respecto y contiene muy pocas críticas a los autores que va citando. Todo esto, añade, no se puede explicar por la ‘inmadurez’ de las ideas económicas de Marx, sino que hay detrás una concepción definida de las teorías económicas y de la posibilidad de su crítica socialista. Sigue así:

“De acuerdo con dicha concepción, el conjunto de teorías de la economía nacional burguesa presenta –justo en sus contradicciones lógicas– una descripción esencialmente correcta de la realidad empírica de la economía capitalista: representa la vida económica de la sociedad capitalista como un sistema cerrado con su propia lógica y finalidad. Es por ello que expresan adecuadamente la esencia de la sociedad burguesa: el divorcio y el dominio de motivos puramente económicos (maximización de ganancias y acumulación), de y sobre, el conjunto de la vida social, la reducción de todos los sujetos al papel de meros instrumentos de producción, subordinados a su movimiento y fines alienados. Estas teorías son, dice Marx explícitamente, todas igualmente falsas al ser consistentemente teorías económicas. Pues al representar la economía capitalista como un sistema con su propia lógica, implican que ella es racional. Todas niegan la casualidad, que es la única ley verdadera en una economía basada en la competencia; por ello fijan arbitrariamente como ley un momento o aspecto unilateral de su azaroso movimiento y por esta abstracción voluntarista cada una de estas teorías entra en contradicción con los hechos, consigo misma y con las teorías rivales. El pensamiento socialista podría superar estas contradicciones en teoría y en la práctica las antinomias reales de la irracional-anárquica economía capitalista, pero sólo si trasciende el punto de vista económico como tal. Una teoría económica socialista sería una contradictio in adjecto. La TC de la sociedad puede existir sólo como crítica filosófica de la economía nacional concebida como la “falsa conciencia necesaria, como la ideología del capitalismo –al confrontar el conjunto contradictorio de sus supuestas, reificadas leyes con la actividad viva, concreta y N de esos sujetos reales, de los cuales cínicamente hace abstracción.”

El método de esta crítica filosófica del Marx de 1844 es otra vez peculiar si se le contrasta con su desarrollo posterior, continúa GM. Toma la relación del trabajador con el mundo de la riqueza social como la establece la economía política. Después intenta demostrar que la relación del proletario –como individuo representativo de la sociedad burguesa– con el producto de su trabajo es sólo la expresión externalizada de la relación del trabajador con su propia actividad productiva que es, para Marx, el fenómeno esencial del trabajo alienado. En la sociedad capitalista la actividad del trabajador asalariado está determinada de un modo contradictorio: como la única fuente posible de todas las riquezas humanas y como la actualidad de la pobreza absoluta. Esta actividad alienada coloca, por una parte, el mundo entero de objetivaciones sociales en la forma de capital, y por la otra, la relación antagónica entre el proletario y el capitalista. Mediante esta crítica filosófica Marx busca reducir todos los aspectos y precondiciones alienadas y desarticuladas de la economía burguesa (descritas en la economía política como hechos accidentales o necesidades eternas) a la actividad viva del trabajador asalariado como su sujeto real. Así intenta evidenciar sus interconexiones inherentes, su necesidad históricamente condicionada, y al mismo tiempo su lugar en el proceso histórico global, entendido como la autocreación del ser humano en, y a través de, su propia actividad.

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